La llegada

El castaño mayordomo llegaba al portico de la gran mansión en compañía del nuevo intedrante de la servidumbre del castillo, el pelirrubio caballero que presedía sus pasos.

El vistoso castillo rodeado de hermosos jardines de variedades de flores parecía ser de marfil al ser iluminado por la muerte del sol en el ocaso. Las altas torres terminaban en una aguda punta como si fuesen de una catedral mientras que los vitrales de las ventanas reflejaban colores en los último rayos del sol del día.

El castaño de ojos ambar se detuvo en la puerta sacando de su bolsillo su reloj de plata consltando la hora, aún tenía tiempo para ir a preparar la cena. Volviendo a guardar el instrumento giró su rostro al pelirrubio y su amable rostro en su forma humana se desfiguró levemente al presentar una sonrisa complice mientras su mirada se tornaba levemente amarillenta - Acto primero - murmuró volviendose a la puerta y abriendola de par en par dejando pasar a su acompañante. El salón principal era pulcro y poseía pocos muebles siendo el centro de atención las escaleras y el piso de cristal por donde su interior recorría las aguas del río del castillo. En la división de las escaleras se veía una fuente que funcionaba gracias a las corrientes de dicho rio.

-le gustaba mas ese "grell" que el anterior sinque tuviera que oir chris-chan, bueno al menos sabia que en la mansion se comportaria de esa forma aun cuando no sabia "cuando" se comportaría como su otro yo, no le importaba traia una maleta solo una y no demasiado pesada colocandola tras el hombro los rubios cabellos estaban sujetos por una trenza y su mejilla se veia algo disuelta entre la palidez y los rubios qu ele golpeaban, habia que admitir que la casa tenia gusto, y que al llegar el paisaje era más que sublime..no lo diria, le gustaba guardar una inexpresividad, para que nadie pudiera ver nada e incluso mas alla de su rostro..aun cuando el pelirrojo tenia la extraña mision de hacerle sonreir, bueno..quizás, esa misma se la adjudicó el solito..-

se abre el telon...

-encogio los hombros al decir aquellas palabras tan bajo que casi imperceptiblemente no se oian o eso hubiera preferido, dirigio unas escuetas miradas hacia su alrededor y la mano derecha pendia en el bolsillo del apretado pantalon que marcaba la cintura y la tonificaba algo que no le gustaba en sí pero era el estilo de pantalones que volvian mas agradable el caminar, dirigio la mirada al reloj y luego al parecer observo que aun callada la mansion podia comprobarse en cierto modo que la gente estaba agetreada-

Llevando su mano a su pecho se inclinó levemente ante el invitado que si tenía la aprovación de la dueña de la mansión se volvería parte de esta - Espere aquí mientras voy por Lady Voltaire, sientase libre de tomar asiento mientras espera - dijo separando su mano enguantada en blanco de su pecho para indicar con la misma hacia unos sillones que allí se encontraban un tanto apartados del centro. Su voz claramente había cambiado a una mas masculina pero más suave y tranquila, casi que timida si se quería decir. Girandose caminó hacia las escaleras para ir a buscar a su ama que seguramente esperaba en el jardín interior.

-seguramente deberia de haber hecho caso y no observar el piano que tan gracilmente habia hecho aparicion a sus ojos desde otro lugar..hasta que se dirigio calladamente al mismo..sus pasos se detuvieron en un suspiro para volver hacia el mismo lugar, con el aire altivo..dejo que la "maleta" que solo contenia euforias vividas que no tenían mucho que ver con el violin que si era aceptado traería..bueno..traería a su violin, a sus instrumentos o al menos los que habian recibido..-

mh..

-sus ojos se voltearon hacia los sillones que habia señalado, seria de groseros no aceptar pero no tenia realmente gana alguna de hacerlo..camino..sus pasos se escucharon como si delatasen al "intruso" y dirigio la mirada hacia una de las ventanas, con el dedo la abrio mas bien, para que la brisa calmara su respiracion..tranquila..sin expresion alguna..pero podria decirse que tranquilo, aun permaneciendo de lado..en el caso de que la presencia familiar de grell se asomara-

Hizo una reverencia a su ama desde el umbral de la puerta - Lady Voltaire, me he tomado el atrevimiento de contratar a un hombre para formar parte de la familia de sirvientes de la mansión Voltaire. El espera en el recibidor - anunció dando a entender que esperaba por su aprobación.

Volviéndose a enderezar le miraba con algo de inseguridad y nerviosismo algo normal a estas alturas en él.

Volvió bajando por las escaleras haciendo eco sus pasos. Al verle sonrió de manera amable y cálida, muy diferente de la sonrisa que el rubio conocía con la hilera de serrados dientes afilados y mirada amarilla de espesas pestañas negras enmarcado en aquel cabello rojo y salvaje. Esta sonrisa era apacible, su mirada ambarina no mostraba signos de nada que no fuese amabilidad y deseos de servir, su cabello castaño prolijamente peinado solo un par de finos mechones, muy cortos para ser apresados por el lazo a su nuca, caían por su rostro. - Lady Auroxia no puede recibirte en este momento pero te ha aceptado como parte de la mansión. Sigueme que te mostraré la mansión y tu habitación - su suave voz apenas se alzó un poco más de un tono normal.

- Por aqui, le llevaré primero a su habitación donde podrá dejar su maleta y luego le llevaré por la mansión - dijo girando y volviendo a subir las escaleras tomando el pasillo de la izquierda. En la segunda habitación abrió la alta puerta de madera dejando ver una cálida habitación donde los colores ocres y inos reinaban, la cama de dos plazas era simple, cuidadosamente armada con una manta marrón encima y un par de almohadones de un mismo color, a ambos lados dos mesitas de luz con dos candelabros. Algunos cuadros adornaban las paredes y en el piso se veía una alfombra bastante robusta y calida. A un lado de la habitación se veía un escritorio y en la pared opuesta un ropero bastante amplio. La ventana cubierta por pesadas cortinas apenas filtraban la luz del exterior.

El castaño ingresó y abrió ambas cortinas dejando que la luz bañase tods la habitación a la vez que volteava para verle con una sonrisa alegre - Espero que sea de su agrado~ - dijo con tono feliz y alegre esperando una afirmativa de su contraparte.

Quedó pensativo al comentario último del pelirrubio a lo que llevó su dedo indice a sus labios en un gesto de intriga - Mmm... todas las habitaciones poseen camas de ds plazas, quizas sea capricho de Lady Auroxia... Pero son más comodas - finalizó sonriendo y uniendo sus manos como un aplauso.

Aún con su amable sonrisa en su rostro se dirigió hacia la puerta mirando sutilmente hacia ambos lados y volviendose hacia el rubio cerró dicha puerta con su talón, su mirada se volvió nuevamente amarilla y su expresión se hizo más afilada y podría decirse que traviesa mientras se acercaba al vampiro - Aunque si te sientes solo por las noches en una cama tan grande te puedo hacer compañía~ - canturreó con la voz que el vampiro ya conocía, bastante sobrenatural y bastante más aguda que la que utilizaba en su papel de mayordomo. Al sonreír sus dientes ya eran afilados nuevamente.

Repentinamente el castaño de sonrisa aserrada se volteó al sentir una presencia en la habitación notandose en una esquina una niña semi trasparente como una presencia vaporosa. No debía tener más de 8 años y vestía un vestido simple de color celeste, su cabello castaño claro estaba sujeto por dos colitas altas que las sjetaban un moño, entre sus manos tenía un pequeño osito de peluche. - ¡Ek! - aquella expresión de susto fue azompañada por el sobresalto del mayordomo a la vez que se acercaba apresuradamente a la niña que abrazando su peluche y cerraba sus ojos asustada por la reacción del castaño - ¡Vete molestia! Si abres la boca te mandaré directo al infierno, mocosa - Con aquellas palabras la niña soltó un pequeño grito y salió corriendo atravesando la pared.

Deteniendose se giró hacia el vampiro soltando un suspiro.

Volvió a acercarse a él mirando su risa y sonrió de igual manera pareciendole simplemente hermoso verle reir, algo que hasta el momento nunca había visto ni pensaba ver en mucho tiempo. Su comentario sonbre ser vistos le hizo ampliar su sonrisa y acercandose aún más con extrema confianza lo abrazó por la cintura con su mano izquierda y subiendo su dedo indice derecho acarició los labios ajenos - ¿Y que estaríamos haciendo que debería preocuparnos que nos vieran? - murmuró travieso con obvia alegación a temas de caracter lujurioso.

El sonido de una risita hizo borrarle aquella sonrisa al castaño de mirada amarilla la cual dirigió a todos lados de la habitación alcanzando a ver solo los cabellos y parte del vestido de la niña al atravesar nuevamente la pared - Creo que debí advertirte que la casa esta llena de espiritus y fantasmas molestos. Me desharía de ellos en un momento pero si Lady Auroxia nota la falta de alguno podría crear sospechas - suspiró apoyando su frente contra el hombro ajenoabrazandolo con ambos brazos mientras se balanceaba un poco optando por un tono más dramatico - Chris-chan~ no sabes que feliz me hace tenerte aqui conmigo~ - alzó su rostro besando su mentón.

Abrió sus ojos algo sorpredido cuando lo tomó entre sus manos y sus propias manos se aferraron a la ropa ajena al beso inesperado que, como cualquier muestra de cariño del rubio, le parecía poca por su hambre de más de él. Se soltó relamiendo sus labios al separarse su compañero como si deseara saborear por efimeros momentos más aquel beso.

Le siguió con la mirada y sonrió - Sería divertido dejarte conocer la mansión por ti mismo pero...- cerró sus ojos acomodandose los lentes y carraspeando con su garganta volvió a abrirlos mostrando un tono más oscuro y ambarino - ...pero Lady Auroxia no me lo perdonaría si descuido mis obligaciones - terminó su frase con aquel tono amable al punto de desesperante dandole una amable sonrisa casi que mostrando la desaparición de sus dientes aserrados volviendolos "normales". Se acomodó algunos cabellos que se habían escapado de su moño y se adelantó hasta la puerta donde la abrió saliendo al pasillo volviendo su cabeza al pelirrubio - Te mostraré las habitaciones -

Se adelantó comenzando a caminar por el pasillo señalando con su derecha las puertas a su alrededor - Aquí son las habitaciones de los empleados, en el segundo piso está la habitación principal, la de Lady Auroxia junto con las habitaciones de los otros habitantes de la mansión… - se quedó pensativo en la pregunta de los horarios –… pues… a las 8 los despertaré para comenzar con las tareas del día. A las 9 se despiertan a los invitados y los habitantes de la casa, se hace limpieza, el almuerzo a las 13:00 hs., el té a las 17:00, la cena a las 20:00… a las 21 hs. la servidumbre está libre de labores, a las 23:00 es la hora de dormir – y enseguida asintió feliz con su cabeza mostrando su sonrisa – Y claro que puedes tener un violín en tu habitación. Si quieres puedo traerte uno –

"las 6.." guardó aquello en su mente. El shinigami no dormía, si lo hacía era simplemente por placer y normalmente se le tomaba por muerto puesto que su cuerpo simplemente dejaba de respirar y su corazón de latir al dejar de ser estas acciones concientes para pasar por humano... pero quello no venía al caso.

Asintió con su cabeza antes de señalar la zona de los cuartos principales encaminando hacia allí . Lady Auroxia ama la múscia, el violín y el piano por exelencia - aclaró con aquella eterna sonrisa amigable y alegre incluso torpe e infantil.

Le sonrió amablemente asintiendo a sus palabras con su cabeza, cualquier signo de euforia, efusividad, hiperactividad y extravagancia que poseía el pelirrojo claramente eran opuestos en el castaño y no parecía captar ni segundas intenciones ni pensar de una manera que no fuese inocente. Con sus manos unidas una sobre la otra en frente a su cuerpo miró las escaleras - A lo largo opuesto del pasillo estan las salas de juegos, la biblioteca y una estancia. En el segundo piso está la oficina de la señora, un jardín invernadero interior y algunas habitaciones vacías donde se guardan adornos en desuso y bastantes baúles con objetos de la familia Voltaire. Muchas de las habitaciones están cerradas con llave. No ingrese allí puesto que ese es el deseo de la señora de la casa – volvió a mirarle con una sonrisa para suavizar la prohibición recién dada.

Se acercó a las escaleras para bajar al piso inferior - Le mostraré la cocina, las habitaciones del piso inferior y el jardín. –. Su amabilidad podría llegar a ser empalagante e incluso molesta por su formalismo pero extrañamente no hacía sentir incomodidad en su actuar.