Candyland!

Había decido visitar el mercado por asuntos... triviales. En realidad se empezaba a sentir algo de claustrofobia al no salir diariamente.
Decidió escaparse desde temprano, en realidad a pesar de sus caprichos quería estar algo solo.
"Extraño"
Cuando divisó lo que andaba buscando, corrió con todas sus fuerzas provocando un poco de atención en algunos transeúntes.
Finalmente ya agitado y con algo de hambre por no haber desayunado, empezó a caminar curioseando todo tipo de cosas que se veían a su alrededor.
Al final se dio cuenta que pocas cosas le habían llamado realmente la atención, suspiró resignado. Tal vez era hora para que el príncipe se diera la media vuelta y volviera a casa.
Sin embargo un aliento a dulce, le obligó a voltearse y seguir aquel perfumado aroma.
Caminó buscando desesperado, porque quería saber instantáneamente donde quedaba aquel olor proveniente.
Estaba a punto de confundirse cuando notó una multitud abarrotada en un puesto que parecía de..¿Dulces?
Se quedó asombrado, los únicos que tocaba eran los del mayordomo de su querido amigo Ciel y eso con suerte.
"Interesante"
Trató en alzarse en puntillas para ver sobre toda esa gente que pedía con exigencias los productos.
A lo lejos se quedó un poco sonrojado ante la visión de la pequeña que atendía.
Tan dulce como todo lo que había. Se notaba.

- Quiero... -se susurró mientras se quedaba admirado ante todo.

Casi todas las personas salieron de su vista, les miró de reojo por breves momento y de alguna forma hubiera deseado preguntarles acerca de lo que llevaban.
¿Qué era?
¿Por qué?
"Quiero"
Cruzó la mirada con la pequeña como ella lo hacía con él, mirándola mucho mejor que con anterioridad. Tenía la certeza que ahora quería más los dulces especialmente con aquel buen servicio.
Se acercó hasta quedar a unos pasos de la pequeña mientras daba una exhaustiva vigilancia los pasteles.

-Quiero ver lo mejor que tengas -dijo mientras sonreía maliciosamente.

Siguió obediente a la pequeña mientras se daba cuenta de haber olvidado lo más importante.

-Soma, soy el gran señor Soma -dijo mientras se arreglaba parte de sus ropas.

"Por lo menos esto luce algo más encantador que los otros"
Advirtió que se encontraba dentro de un paraíso que merecía una inmortalidad de visitas. Por lo menos de él.
Investigó con la vista si se merecían ser comprados, los caramelos ácidos le parecían de lo más interesantes. Era claro su mensaje en sus expresiones.

-La palabra exótica es correcta para mí -murmuró mientras devolvía algo de mayor tono a su voz-, quiero eso también.

Señaló encaprichado a todo lo que le parecía digno de entrar a su paladar.
Pero pronto notó como una pequeña mano le tomaba para llevarle a algún lugar y presentarle otro ejemplar de la pastelera. Simplemente perfecto.

-Eso significa que lo quiero aún más pero -dijo titubeando y tratando de encontrar la palabras claves-, yo quiero algo mucho más especial. Algo que apenas unos pocos lo haya probado.

Se río un poco ante lo que dijo. Levantó los brazos pensando en alguien superior.

-¿Es un pecado pedir algo de esa magnitud? -saltó como un niños mientras una sonrisita mimada le cruzaba los labios.

...>Con un sonido sordo y sorpresivo, aclama su estadía en aquellos lares de dulce aroma, una joven de vestir fino y de rasgos claramente franceses, teniendo en aquel infantil rostro una desesperación y colapso total de la cordura, cual demonio halla comido por completo su humanidad. Avanzando fúricamente sin importar aquella mal presentada entrada hacia aquel mostrador, que muestran su más grande debilidad sobre todas las cosas, incluso sobre su porpia existencia, estando su aliento ante aquel cruel y frívolo vidrio que separa aquel elixir de ella, de su paladar, de sus deseos, reflejandoce aquellas bellezas de azucar en sus purpúreos ojos, ignorando por completo la posible existencia de algún presente en su pequeño paraiso<....


...Oh....Oú....Qué arte...Qué exquisita perdición...!...Les necesito, mis pequeños diablillos dulces....Nya~.....

...>Atenta hacia aquella infante voz, su rostro voltea, mostrando cierto desdén y tristeza de no poseer aquel magnífico mundo con dulce aroma.Incorpora su ser con un hábil salto, mostrando su presencia delgada y ligeramente más alta que aquella tierna rubia, contemplando primero con asombro deslumbrante en sus purpúreos orbes, mordiendo luego de manera sutil su p{alido labio inferior<...

Ah...'Ma petite enfant dorée'...posee un gusto exquisito sin duda, estos son unos muy buenos dulces...Mou...No sabía que en Inglaterra podría encontrar una tienda tan adorable como esta..no, ni siquiera lo he imaginado..!...En verdad, por mi podría probar todo lo que está en esta tienda, inclusive podría probarla a usted, también se ve muy 'appétissante'...

...>Sonríe gentil y divertida ante aquella rubia, expresando a lo largo de su delgado y níveo rostro aquella sonrisa tan satisfactoria para aquella joven de parisinos rasgos, tornando tras aquel leve reir un rostro pensativo, totalmente abstraida ante la proposición tan tentadora<...

Bien..me gustan mucho los dulces que tengan varios gustos de ciertas frutas, como...de frambuezas con moras, o frutilla con manzana verde, habrá algo así entre sus maravillas...?...

Se quedó pensando en la idea de la pequeña jovencita, podría explicarse las instrucciones para diseñar un postre como el quería, a su gusto.
Vio todos los pequeños dulces, de todo un poco. Mientras se ponía a pensar, la pequeña pastelera se ausentó para atender a otra persona que estaba detrás del mostrador. El príncipe se quedó ahí mirando todo con fascinación.
"Esto... no aquello... mejor eso... no... ¡Todo!"

-Estaría bien si lo compró todo y hago que manden la cuenta -sentenció mientras se ponía ambas manos a la cadera.

De reojo miró por donde la pequeña rubia se había perdido. Le pareció que el cliente era bastante especial.
A lo menos parecía saber que elijir.
"Yo no"
Mientras se quedaba esperando a la encargada de aquella fascinante colección de beldades de la vida.
"Dulces, pasteles, hum"

Aunque escuchara con mucha atención las palabras de la joven pastelera, siguió con su mano bajo la barbilla como en un estado infinito de pensamiento profundo.
Miró todo especialmente lo que le había atraído atención, mientras se decidía internamente.
“Bien”
—La verdad pequeña, pensaba en algo que podría realizarlo tú por cuenta misma, es decir, quisiera hacerte un pedido. —replicó cuando lo tenía todo claro.

Espero que las reacciones de la pequeña dama que tenía enfrente de él no fueran de total confusión, no era aquella la intención.
Dirigió su dedo hacia un par de muestras de frambuesas, chocolate, fresas, moras y entre otras cosas diversas.
—Esos me gustan, desearía que me hicieras un postre sin igual con ellos, sin embargo no quiero que parezca cualquier cosa mal hecha aunque lo dudo viniendo de tus manos. —dijo mientras se encaminó hacia la de rubios cabellos deteniéndose sólo a pocos centímetros.

Lo siguiente fue realmente fuera de lo común, sin pensarlo mucho como si fuera una reacción reflejo se acomodó a la altura de la pequeña y le acarició sus mejillas como si de una muñeca se tratara. Luego se sorprendió de lo que hacía alejándose un poco, riéndose sin preocupaciones.

—Disculpa, creo que no llegué a controlarme, de veras discúlpame… —dijo mientras resoplaba avergonzado por lo ocurrido.
Volvió a recuperar su compostura por algún tema nuevo, miró de manera fija bastante perplejo a la muchacha.
—¿No sé vuestro nombre, me lo podrías dar?—dijo echándose unos golpes al hombro.

Esperando la repuesta recordó algo importante en la sucesión cuando ocurre un resultado que merece una recompensa.
“No tengo nada, por lo menos aquí”
—En cuanto al pago... eh…¿Se puede dejar a cuenta de una dirección? —dijo de manera dubitativa, no estaba muy seguro de aquello.
Sin embargo una su expresión manifestaba una idea bastante brillante.

Repitió el nombre en sus labios sin emitir sonido alguno para no olvidarlo. Su memoria estaba algo frágil en esos días.
"Alice Berry"
Trató de buscar algo dentro de sus extrañas ropas a ojos ingleses. No encontró y lanzó un suspiro de derrota con una graciosa expresión de frustración.
Empezó a abrir la boca para dictar aquella dirección que seguramente fuera conocida. Miró el cielo antes de hablar. Su color era claro lo cual lo hacía peligroso.
"Uhh"

─Envía el pastel a la mansión del conde Phantomhive, no creo que sea muy difícil de localizar... y sé que lo harás, Alice. ─replicó como si acariciase el nombre de ella y lo aplicara con total confianza. Pero aún así sabía que entre ambos había un mundo.

No tenía que darle grandes pruebas para comprobarlo. Era suficiente con lo que había visto y se había distraído lo suficiente para corroborarlo. Sin embargo todo lo que había iniciado tenía que tener un final. Se alejó un poco, caminando en inversa mientras hacía gestos con las manos, hablando.

─Espero que este no sea un simple adiós, espero ver el pastel y espero verte a ti –dijo esto último con una sonrisa seguida con una risita orgullosa.

Se despidió levemente mientras salió de la tienda, seguro que alguien estaría afuera. No es que no sospechara que le dejarían estar sólo hasta al final.
“Me había divertido tanto”
Allá al fondo de la multitud que se congregaba en las diferentes tiendas ocultaba a la figura pero la voz era inconfundible.

─Supongo que tendré que regresar. ─expresó el príncipe de piel bronceada. Caminó con pasos firmes y apresurados.

Al llegar le esperaba algo.
Volteó a ver la tienda pastelera, volvería. Ladeó la cabeza ocultándose entre todos guiado por algo que respondía a un nombre que el sólo sabía en ese lugar.
Desapareció mientras una pequeña golosina rondaba por sus labios, vanidosos.