Mi llegada...

El carruaje que me llevaba a la Mansión de la Familia Real francesa era negro con doseles blancos en las ventanas. Me había ido quedando dormido con el largo viaje desde Lille, así que cuando noté que el conducto aminoraba la marcha me fui despejando. Cuando el vehículo se hubo detenido por completo respiré hondo antes de apearme. Le di las gracias al conductor por ayudarme a bajar mi equipaje cuando este ya había empredido de nuevo la marcha, asi que me quedé un poco frustrado pensando que tal vez no me había oído.

Suspiré y, al darme la vuelta, me quedé petrificado al encontrarme de frente con el COLOSAL palacilo Real francés. Carraspeé llevandome el puño cerrado a al boca, cogí mi equipaje (dos maletas de tela, una a cada mano) y eché a caminar atravesando la verja del cercado.

Había corrido la voz muy rápido por el castillo. El príncipe enseguida captó en sus oídos la llegada del nuevo mayordomo de la familia. Se sentía terriblemente curioso por saber cómo era, un poco de diversión en la mansión no estaría nunca de más. Sus padres se habían ido de viaje y andaba vagando solo y aburrido.

Miró por la ventana del segundo piso, hacia el camino de entrada. Ya había llegado. Observó parar al carruaje y al muchacho bajarse. Se veía joven, aunque por alguna razón había algo en él extraño. No era un humano.

Bajó hasta los jardines, parándose en la entrada de columnas, apoyado en una de esas columnas de brazos cruzados y los ojos ocultos bajo el flequillo, mirando hacia el chico.

Llegué sin aliento tras caminar todo el largo tramo desde la puerta del cercado hasta la entrada a la mansion, subiendo un tramo de escaleras que, con las maletas a cuestas, se me hizo sofocante. Al llegar a las columnas dejé las maletas en el suelo y, todavía resollando, hice una cortés reverencia al joven hombre que se encontraba apoyado en uande ellas, mirándome fijamente.

-Mi... nombre es Battler Ushiromiya, mi señor. Seré el mayordomo de su... excelentisima alteza... el principe Phillip de Francia- me quedé unos segundos más inclinado mientras recuperaba el aliento y esperaba su saludo.

Permaneció unos segundos mirando al chico sin decir nada. Le gustaba hacerse respetar, que le temieran en el primer momento, pero cuando ya tenía al otro medio asustado por su reacción, simplemente sonreía seductor. Se descruzó de brazos.

-Encantado. - Se quitó el cabello de la cara con un movimiento de cabeza. - Bienvenido al palacio. Espero que no te incomode el lugar... - dijo con esa sonrisa.

Lo cierto es que con lo grande que era la mansión, muy diferente de las casas inglesas, la gente solía quedarse sorprendida e incómoda.

Con una mano le indicó la entrada. - Pasa, por favor, será mejor que dejes esas maletas...

Si su padre le viera, le caería bronca. No podía encargarse así de los empleados de la casa, eso era cosa de los demás sirvientes. Pero cuando le vio desde la ventana del segundo piso, decidió que sería su mayordomo personal.

Me puse erguido de nuevo al escuchar la invitación del principe. Ya había podido tratar con otros principes, aunque nunca les había podido servir eprsonalmente, así que la idea era algo desconocida para mi.

-Su majestad me contrató, así que prometo servirle en todo lo que me ordene, mi señor- dije con una suave inclinación de cabeza; aunque la verdadera razon por la que estaba allí era que me habían ancomendado proteger al heredero al trono de la Corona francesa, y ese era, el joven que tenía frente a mi. Y, como no, siendo órdenes de arriba, debía cumplirlas.

Caminó tranquilamente por los pasillos de la mansión, mirando de vez en cuando por alguna de las ventanas, con las manos en los bolsillos y dirigiéndose al segundo piso.

-Sabes... Creo que, ya que mi padre no se encuentra en casa, decidiré yo tu lugar. - Dijo orgulloso, con una sonrisa pícara. Se pasó la lengua por los colmillos, satisfecho.

Llegó finalmente al lado oeste del segundo piso, su habitación. Pero en lugar de abrir la puerta que daría a su dormitorio, abrió una justo al lado.

-Esta será tu habitación... Está al lado de la mía. - Apuntó, apoyándose en el marco de la puerta permitiéndole el paso.

Entré a la habitación. Me detuve justo en medio de esta y solté las maletas cuidadosamente. Un cuadrado. Bueno, supongo que era de esperar tratandose del mayordomo, ya me encargaría de ponerlo decente a su debido tiempo.
Me quité la chaqueta para dejar al descubierto que ya llevaba puesta la indumentaria de mayordomo típico y saqué un par de guantes blancos de uno de los bolsillos. Me los puse con parsimonía y me puse la mano en el costado volviendo a hacer una reverencia frente al principe.

-Digame, mi señor, ¿qué desea que haga ahora?

Puso una mano en su mentón, observando a su nuevo mayordomo conforme se acomodaba y se colocaba los guantes. Era un chico demasiado estirado, demasiado serio. No se diferenciaba demasiado de los tipos ancianos que habían pasado por el puesto. Pero ya haría algo con eso.

-Tu habitación está un poco desordenada, lo siento, fue una decisión.... inesperada, ponerte aquí. - Dijo sonriendo, divertido. - Sin embargo, permíteme que duermas en mi dormitorio hasta que el tuyo esté listo. - Dijo comportándose amablemente, pero pensando en tenerle ya en su habitación.

Me sorprendí al oírle decir eso. Me enderecé y miré hacia un rincón dela habitación, sintiendo como me ponía un poco colorado. Pero mantuve en lo que pude la compostura.

-Co... como usted mande, su alteza- recité, cohibido.

Por supuesto, traté de auto-tranquilizarme pensando que yo dormiría en otra cama diferente a la del principe. Suspiré imperceptiblemente, algo mas aliviado.

Salió de la habitación sonriendo, mostrando una sonrisa pícara que pocos veían en él, siempre ocultándola para que no le vieran como lo que era...

Entró a su dormitorio, abriendo la ventana para airerarlo. Lo cierto es que nunca dejaba que entrara la luz, pero ya que era el atardecer, y la luz no le molestaría demasiado, permitió que el mayordomo pudiera ver por donde caminaba en ese sitio desconocido. Para él era muy sencillo moverse a oscuras.

-Llamaré a una de mis sirvientas para que te enseñe la mansión, deseo descansar un poco... - susurró mirándole de reojo.

Se acercó a la cuerda en uno de los rincones. Era la campana de llamada que conectaba con el servicio, y la hizo sonar para que acudiera alguien.

Aún algo azorado, me quedé observando cómo el principe abría la vantena y dejaba pasar los rayos de sol anaranjados. Miré a mi alrededor un instante, ciertamente se trataba de la habitación de un principe, aunque algo distinta a como me la había imaginado.

Escuché las aplabras del principe y asentí, volviéndo mi vista de nuevo hacia él.

-Muy bien. Qué descanse, mi señor. Y llameme por si me necesita- dije haciendo una reverencia, y salí de la habitación cerrándo la puerta tras de mi.

Una vez en el apsillo suspiré y me desaflojé un poco el cuello de la camisa. Lo cierto era que... la presencia dle principe me inquietaba.

vi que un joven habia llegado recientemente a la mancion, la orden del principe era que devia mostrarle su habitacion y los alrededores aeste chico queera el nuevo mayordomo de mi amo, me acerque a el rapidamente


disculpa,soy Yami Wolff,la sirvienta del principe es un placer conocerle-hice una pequeña reverencia -eres el nuevo mayordomo verdad?-sonrrei calidamente ya que de hoy en adelante nos veriamos todos los dias-vamos, te mostreare toda la masion,sera divertido..yo me inprecione mucho cuando la vi toda..creo que toda..es inmensa..-ladee la cabeza con una dulce sonrrisa aun.

Di un respingo cuando Yami me habló, me había pillado desprevenido. Le sonreí amablemente.

-Un placer conocerla, mademoiselle Wolff- salude, contento de poder conocer a una de msi compañeras de trabajo y podemos tutearnos- Creo que no hace falta que me hagas reverencias, al fin y al cabo somos compañeros de trabajo- reí calmadamente y le puse su brazo alrededor del mío- Bueno, me encataría que me ensañaras el palacio, Yami.


[[FDR: podriamos seguir en los salones, ¿no te parece?]]

0ff: me parece perfecto...a los salones..

jejej tienes razon...tal vez semaos buenos amigos...vamos...no devemos demorar....