Oculto en tus ojos

Por supuesto, pasaba desapercivido. Enfundado en un abrigo largo, cubriendo parte de su rostro con una bufanda, y los ojos con gafas de sol. El príncipe de Francia no podía ser visto solo por ahí, no porque pudieran atacarle, eso le daba igual, sabía defenderse, pero podría afectar a la familia si se descubría la verdad. Una verdad que sólo él conocía, a parte de los que ahora eran su familia.

Caminó por entre las tumbas, hasta dar con la que buscaba. Una escritura en la escultura de un ciervo de piedra.

Marie and Pierre

Sus verdaderos padres, ocultos en el anonimato. Sabía que los que ahora les sustituían les habían matado para ocupar su lugar, y aunque se llevaba bien con ellos y nunca se lo recriminó, no podía dejar de culparse porque sus verdaderos padres estuvieran muertos. Él tendría que haber hecho algo, pero no estaba en casa... Había estado cazando, siendo el monstruo que solía ser antes cuando se dejaba dominar por la sed. Y era por esa razón que, en cierto modo, prefería que estuvieran muertos, así no sufrieron viendo en lo que se iba convirtiendo poco a poco.

Con las manos en los bolsillos, se agachó para estar más cerca de la lápida. Pasó los dedos por la tierra, hablando en silencio con sus padres, pidiéndoles perdón.

Decidió salir antes que fuera tarde, y se dio la vuelta, caminando de regreso fuera del cementerio. Ya en la calle, sacó un cigarrillo y lo encendió, cerrando los ojos, elevando el rostro al cielo y soltando el humo en un suspiro.

Había seguido a mi amo hasta aquel lugar, pero aún no estaba seguro de si éste se había percatado ya de mi presencia. Como supuse que ese lugar era algo íntimo para mi amo, me situé unos metros alejado de él, junto aun árbol, con las manos en los bolsillos. El viento que soplaba era algo frío...

Notó la presencia de alguien más enseguida. Sus instintos se pusieron en alerta en el momento que aquél otro ser puso un pie demasiado cerca de él. Conocía esa presencia, pero en esos momentos noo podía recordar quién era. Dio vuelta a la tumba de sus padres y caminó dando círculos, tratando de confundirle, hasta aparecer detrás del chico.

Cuando vio su cara lo recordó. Era su sirviente personal. Sonrió, saludándole.

-Bonita noche para salir a pasear...

Me pilló un poco por sorpresa verle aparecer tan de repente detrás mío, pero mantuve la compostura. Mi amo me sonrió y pronunció unas palabras, en las cuáles no supe descifrar sus sentimientos, pero tenía la corazonada de haber hecho algo malo solo con estar allí.

-Yo... Disculpeme, amo, si he interrumpido algo que usted estaba haciendo...- dije solemnemente con la cabeza gacha-Me limité a seguirle... por mera curiosidad, mi señor... - esto último lo dije con ojos apagados y labios temblorosos.

Por un momento quiso aprovecharse de esa vulnerabilidad, de ese miedo que su siervo parecía demostrar. Aprovechar su poder sobre él, haciendo lo que quisiera....

Pero pensó que para eso tendría tiempo en casa... Dibujó una sonrisa pícara, malvada.

-No te preocupes, siervo... - dijo con voz suave. - Si lo viese necesario, aplicaría castigo... Pero no creo que ahora sea neecesario... ¿verdad?

Su voz, arrastrada, estaba llena de sensualidad, mirando fijamente a los ojos del mayordomo.

Al tener frente a frnete a su amo y, sobretodo, sentir los ojos de él observando los míos, me hizo estremecer de cuerpo entero. Su voz impúdica hizo latir mi corazón más deprisa de lo normal, y empecé a sentirme incómodo. Aparté la mirada, cohibido, y me ajusté la bufanda que llevaba puesta.

-Co...como usted quiera, mi señor...- dije, con la boca tapada por la bufanda, intentando ocultar mis jadeos por el instigante momento de hace unos segundos- Empieza a refrescar... ¿No tiene frío, amo?- le miré de refilón, buscando encontrar algo de clemencia en los ojos del principe.

Su rostro seguía igual, sonriendo. A veces se parecía al rey aunque este no fuera su verdadero padre.

-No tengo frío, gracias por preocuparte....

Por supuesto que no tenía, era un vampiro. Aunque fuera sin ropa, no notaría nada. Puso una mano de repente en el hombro de su sirviente.

-Tal vez deberíamos volver a palacio.... - susurró.

Se me escapó un grito ahogado y un respingo al sentir la cálida mano de mi principe sobre mi hombro. Fue entonces cuándo recordé que mis superiores me comentaron acerca de la "naturaleza" de mi amo. Escuché sus palabras con la mente ida; lo cierto era que su voz me cautivaba de tal manera que actuaba de sedante para mis sentidos.

-S...Sí...- susurré también, casi en un suspiro.

La verdad es que quería regresar a palacio para calentarme en el fuego de la chimenea del Salón.

-Entonces, pongámonos en camino... - susurró sin soltarle el hombro, dando unos pasos.

Miró por encima del hombro, de reojo, por última vez a la tumba de sus padres, diciéndoles adiós en silencio. Era mucho el tiempo que llevaba sin verles.

-Creo que tu habitación aún no está preparada... cierto? - Preguntó con cierta diversión, recordando las palabras que le dijo el primer día que se vieron.

Caminamos, en dirección a la verja del cementerio. Tragué saliva cuando mi señor me recordó lo de mi habitación con ese deje ocurrente.

-Sí - volví a repetir, frunciendo el ceño. La cama tendría que hacermela yo, por supuesto... aunque lo que me alarmaba no era el hecho de dormir en la misma habitación que el Principe, si no lo que éste pensase hacer... una vez allí. Me estremecí solo de pensarlo, pero confiaba que el principe no fuese tan perverso como decían. Más bien.. casi rogaba...


[Off: seguimos en Palacio?? O.O]

[ok, pero ábrelo tú please, ando atareada XD]

Con un ademán de mano le dio el paso fuera del cementerio con una provocadora sonrisa. Por su mente ya empezaban a correr imágenes de lo que podría hacer con él. Casi se relamió delante suyo al pensarlo, sintiendo un cosquilleo agradable en la columna.