Cavando feliz

El sol brillaba y el día era caluroso pero aquello no impedía que el sepulturero estuviese con su sombrero de copa y su tapado de mangas largas negro como la noche. En el centro del cementerio con su mirada cubierta por su cabello y esa cínica sonrisa en su rostro cavaba enérgicamente frente a una lápida, a su lado había un ataúd abierto con dos cráneos y varios huesos que parecían pertenecer a unas 4 o 5 personas.

En un seco “toc” la pala se detuve y dejándola a un lado sobre el césped el sepulturero se agachó perdiéndose de la vista en el hoyo abriendo el ataúd que acababa de encontrar. Del hoyo saltaron algunos huesos cayendo convenientemente en el ataúd de afuera.

Caminando por el cementerio alegremente una pequeña damita rubia vestida de luto para las personas que le vieran por primera vez, mas realmente ella suele usar hermosos vestidos negros como la noche, teniendo entre sus manos un precioso ramo de flores de Lis, colocando una flor en cada lápida que llegaba a parecerle hermosa, habiendo colocado más de 13 hasta el momento en que notaria la presencia del sepulturero de cabellera plateada.

Inmutable a la presencia de alguien el último hueso, un cráneo saltó del interior del hoyo cayendo en ataúd de afuera produciendo el sonido de los huesos al chocar unos con otros como palos secos. Una cínica risa hizo eco en el hoyo y se perdió cuando el peligris salió de este apoyando sus manos en el borde y se levantó torpemente subiendo su pie derecho enganchándose en su larga tunica teniendo que hacer tres intentos antes de poder salir, pese a eso su sonrisa se mantenía y de tanto en tanto se escuchaba su tétrica risa como cortos silabaos entrecortados. Con increíble fuerza el sepulturero clavó la pala bajo el montón de tierra, simplemente posó su pie en la pala y la arrastró hasta el huyo llenándolo casi de una con insultando facilidad. La tierra sobrante la arrastró con la punta de la pala hacia la tumba y allí la golpeó un par de veces y así terminando con ese espacio.

Dejando caer la parte metálica de la pala en el ataúd casi lleno de huesos lo enganchó en su borde y tirando del palo arrastró el ataúd mientras avanzaba como si fuese un simple carrito. Caminando sin dificultad algunos metros se paró frente a una lápida que tenía un ángel sobre ella tallado en mármol y sin dudarlo clavó su pala en el verde césped lanzando la tierra a un lado sin importarle la presencia de la joven y golpeando el delicado rostro de la pelirrubia con la tierra. Sin borrar en ningún momento su cínica sonrisa continuó cavando disponiéndose a hacer un nuevo hoyo.

Sorprendiendose un tanto al notar como el peliplateado se le acercaba, cuestionandose a si misma sobre lo que hacía con exactitud, pensamiento que desaparecio al sentir algo de tierra impactar contra su rostro, sacudiendo el mismo dejando que la tierra se removiera por si misma quedando apenas unos rastros, tomando con su diestra suavemente la flor que había colocado previamente en la tumba acomodándola de vuelta en el ramo del cual la extrajo.
Girando así su mirada bicolor al joven sepulturero que frente a ella seguía con su labor, retrocediendo con unos cuantos pasos, no más de un metro, apreciando aun al mayor trabajar, dibujandose en sus labios una leve sonrisa sin poder evitarlo, al haberse dado cuenta de la naturaleza del peliplateado.- Shinigami-sama, ¿qué esta haciendo?

La pala se enterraba en el piso y era empujada con el pie que se asomaba entre la larga tunica azabache mostrando su calzado de época marrón y negro. La tierra era lanzada a un lado, si la joven no se apartaba pronto quedaría cubierta de suciedad. La dulce vocecilla detuvo el actual del peligris y giró apenas unos grados su rostro como si pudiese verle de reojo a travez del cabello que cubría su mirada, imborrable permanecía allí su loca sonrisa enseñando todos sus dientes casi hasta la encía, se cabello se había corrido a un lado pudiendo entrever la oscuridad que impedía ver sus ojos pero un sutil brillo amarillo se filtraba por esa oscuridad, así mismo del puente de su nariz por su pómulo derecho bajaba hasta su oreja, también cubierta por cabello, una cicatriz bastante gruesa - Cosecho – contestó en un tono neutral y tranquilo pero su voz poseía algo que inquietaría a cualquier criatura. Su respuesta había sido simple y no demoró más su acción volviendo a su tarea de excavar al parecer demasiado feliz.

Decidiendo retrocerder un poco más hasta la lápida que cerca se encontraba, tomando el borde superior de esta haciendo que cayese facilmente sin dar importancia a si molestase a aquella alma que descansaba ahí mismo, sentandose sobre la lápida derribada sacudiendo un poco esta con su enguantada diestra antes de tomar asiento. Manteniendose atenta a la respuesta del shinigami superior a ella, manteniendo la sonrisa en sus labios, colocando a su lado izquierdo el ramo de flores de Lis, estando a suficiente distancia para que la tierra no le ensuciara tanto, respondiendole con su tierna y dulce vocesita.- Shinigami-sama es muy interesante.

Aguda una baja en volumen y corta risa se escuchó del sepulturero - Hehehe… - risa un tanto ida y sin razón aparente pues las palabras de la damita no habían sido chiste ni similar. No interrumpió su tarea a la cual parecía muy fiel cavando con energía ya llevando varios centímetros de profundidad y la tierra se acumulaba a un lado y el hoyo se extendía apenas un poco más grande que el tamaño de un ataúd.

Colocandose de pie nuevamente, tomando con delicadeza en un suave movimiento una flor del ramo que portaba consigo, acercandose al sepulturero ahí presente, colocando la flor cuidadosamente en sus ropas, dando la apariencia de un hermoso broche, regresando denuevo a su asiento para seguir contemplando el labor del mayor, sin interrumpirle más.

Se detuvo cuando ella se acercó siguiendole con su mirada cubierta y su sonrisa dejando que le pusiera la flor en su túnica y consinuó con su labor sin quitarsela cuando ella se alejó. Pese al moviemiento del peligris la flor no se cayó de su túnica pero lentamente se veía como comenzaba a marchitarse perdiendo su color y su vida hasta que uno de sus petalos se cayó sobre la tierra y fue paleado con esta terminando enterrado en el monticulo al lado del hoyo que ya tenía una considerable profundidad.

Shinigami-sama es sorprendente -Musito para si misma en voz baja al notar como aquella flor, obsequiada por la joven damita, se marchitaba solo al estar siendo portada por el Shinigami mayor, alzando sus piernas sobre la lápida donde se encontraba sentada abrazando así sus rodillas suavemente sin dejar de observar la labor del shinigami, sin notar aburrimiento en ningun momento.-

Continuó fervilmente con su labor haciendo más profundo el hoyo hasta que nuevamente se escuchó un "toc" y la figura del sepulturero se perdió en e hoyo al este agacharse tirando la pala hacia arriba cayendo convenientemente clavada sobre el monticulo de tierra. Se escuchó el sonido de la madera al crujir y enseguida el seco sonido de los huesos al ser movidos.
Costilla, costilla, femur, mantibula, esternon, vertebra... completamete aleatoria, al parecer, los huesos fueron lanzados fuera de la tumba callendo en el ataúd mencionado anteriormente donde ya varios huesos reposaban. Al lanzar el cráneo este rebotó en el borde del negro y brillante cajón acolchonado que era el ataúd y rodó hacia la damita quedando a un par de metros de sus pies. Los huesos dejaron de salir del hoyo y enseguida la cabeza del peligris asomó con una mueca de incertidumbre en sus labios entreabiertos, al tener el resto de su rostro cubierto por su cabello el movimiento de su boca era el único razgo facial que podía expresar el animo del Dios y cabía aclarar que era expresivo de más.

Notando así como el cráneo lanzado por el sepulturero rodaba hasta sus pies al no haber logrado caer apropiadamente dentro del ataúd, tomando este entre sus manos suavemente admirando la hermosura del cráneo, sacudiendolo un poco con su enguantada diesta, retirando un poco del polvo que tenía encima. Alzando su vista hacia el mayor, mirandole fijamente con una suave sonrisa adornando su rostro, y sus mejillas teñidas cual maquillaje por un tono sonrosado.

-Shinigami-sama, ¿Podría conservar esto? -Alzando entre sus manos el cráneo que había limpiado ya un poco.

Dirigió su rostro hacia la damita que hablaba pudiendo ver sus manos el cráneo que buscaba, meditó un par de segundos sus palabras y sonrió como lo hacen los faltos de cordura - Puedes quedártelo si logras hacerme reír – respondió con simpleza y sacando sus manos del hoyo saliendo de la misma algo torpe que la vez anterior pero esta vez no tomándole tantos intentos pudiendo salir al segundo. Elevó sus manos a la altura de su mentón dejando que la túnica, que hasta el momento las habían cubierto, incluso cuando manipulaba la pala, se deslizase dejando ver sus delgadas manos con largas uñas negras donde en su dedo medio tenía un vistoso anillo al parecer de oro y topacio y en su dedo meñique una cicatriz similar a la de su cuello y rostro, misma cicatriz que se repetía en la muñeca de la mano derecha. Cicatriz que cubría todo el contorno dando la sensación que hubiese perdido su extremidad y la hubiesen cosido nuevamente al cuerpo.

-P-pero... si yo cuento peores chistes que el conde Phantomhive -Musitando timidamente al escucharle, indignandose un tanto ante tal petición puesto que no sabía contar chistes del todo y no sabía practicamente ninguno.

Perdiendo así la esperanza de mantener el cráneo consigo como regalo, sabiendo perfectamente que se le dificultaría encontrar otro objeto tanto raro, valioso y hermoso según lo que ella consideraba de tal manera, bajando su mirada dirigiendola hacia el suelo con cierta tristeza.

Su rostro se inclinó hacia su derecha y de la comisura de su labio brilló un poco de saliva que comenzaba a escurrirse por su labio - Ohh... es una pena, pero equivocada estás. El conde Phantomhive es un buen chico y siempre ansío sus visitas, ya sean para jugar o información, solo su mayordomo me ha complacido más que él. Hehehehe~ - sus pasos le acercaron a ella y tomó el cráneo abrazándolo contra su pecho acariciándolo con la punta de sus dedos arañándolo con sus uñas - Si ni siquiera estás dispuesta a intentar no mereces el cráneo de un vampiro – comentó tomando el cráneo entre sus manos levantándolo para tenerlo frente a frente a la altura de su rostro, el hilo de baba ya llegaba a su mentón y su sonrisa paranoica se amplió al pinchar su pulgar contra uno de los desarrollados colmillos del cráneo.

Rió en bajo volumen y lanzó el cráneo entre los huesos dentro del ataúd y tomando la pala del piso volvió a la tumba abierta volviéndola a llenar de tierra como lo había hecho con la anterior, sin dificultad en arrastrar lo que serían varios kilos de tierra. Pisó la tierra floja del hoyo lleno, golpeó con su pala y volvió a enganchar con la parte metálica el borde del ataúd lleno de huesos grisáceos y bastante sucios con polvo, tierra y algunas telas completamente descompuestas. Comenzó a caminar desviándose al camino de tierra que salía del cementerio con su carga detrás del a modo de carrito.