2.- Illusion.

La emoción se ciñó en su pequeña figura. Cómo un niño que se atreve a escalar su primer árbol... O cómo el valiente que inicia su primer viaje solo. Sí. Si. ¡Emoción! Mirase por dónde se mirase todo era una emoción interna que le cubría por completo. Emoción por lo desconocido, lo nuevo. ¡Emoción! ¡Y más emoción!.

Ahora no traía puesto el elegante traje con el que había ingresado en la casa, si no que, tras una búsqueda que había terminado por dejar la ropa de las maletas desperdigada por el suelo de la habitación, traía puesto unas ropas claramente masculinas. Sin lugar a dudas el llevar pantalón era más cómodo y evidentemente más efectivo que no portar largos diseños para damiselas de época. Ella únicamente cuidaba de sus más elegantes ropas y por ello no constaba de ropas cómo las que Len si tenía. Obviamente, eran de cuerpo no similar, si no totalmente idéntico. Cabía claro diferenciar que uno era hombre y la otra mujer, pero sin lugar a dudas eran los gemelos más parecidos del territorio. Dos gotas de agua; La una clara, la otra oscura y retorcida.

El pelo lo traía oportunamente agarrado por un lazo de tonalidad oscura, apartándole así el molesto flequillo de los ojos; Para su próxima expedición necesitaría de toda su visión. De blusa traía una holgada prenda de color negra y de pantalones, unos de tonalidad azul marino. Sin lugar a dudas... Era la viva imagen de su gemelo. El mismo que vestía prendas diferentes a las de mayordomo, por supuesto.

Habían salido sigilosos del cuarto y ahora deambulaban por lo que, según creía, era el ala oeste de la mansión, dónde según parecía más misterios había. No había sido nada complicado ubicarse con las indicaciones de Len; La noche apenas comenzaba y con antorcha en mano se adentró a aquella mansión que tanto tenía aún que ofrecerles.

La madera chilló bajo su liviano peso y eso le hizo fruncir el ceño de manera notoria. ¿El parquet estaba haciéndole algún tipo de comentario en referencia a su peso?. Mira que era capaz de...!. Sus pensamientos fueron irrumpidos repentinamente cuando algo flotó cerca de su cabeza. Inmediatamente agarró por la mano a su hermano, asegurándose que no era éste intentando una de sus bromas...

Una vez que su gemela le atrajo hacia dentro de la puerta, se quedó donde le había dejado, observando la sonrisa que su propia gemela había formulado en sus rosados labios.
Sin dudar alguna algo tramaba, sin embargo, sabía cual eran sus intenciones y claro esta que le acompañaría hasta donde fuese…
Por una vez más fue apartado de su camino, observó la cantidad de ropa que iba sacando de la maleta, cual sin rechistar fue recogiéndola y colocándola encima de la cama mientras que la iba doblando en buen estado.

Mientras que su hermana se iba cambiando él iba recogiendo y arreglando las prendas que había por el suelo. Una vez que terminó llevó sus manos hacia la solapa y llegó a colocarlo mejor para después conducirlas hacia su cabello, en donde se quitó la goma que recogía su cabello dorado para poder colocarlo mejor y que en la trayectoria no le fuera un estorbo.
Al igual que su gemela empezó a prepararse mejor, más bien, arreglándose las ropas.

Una vez que terminó no tardó en observar a su princesa, que justamente también había terminado, de sus labios se formuló una sonrisa, tan solo diciéndole con la mirada que ya estaba preparado.
Ambos salieron con pasos sigilosos y lentos, por suerte podrían visualizar gracias a la antorcha que su gemela había encontrado por el cuarto.

Se encogió en cuando escuchó el parquet chirrear con el peso de ambos, apretó los dientes a la vez que lanzaba una mirada al suelo, para después mirar hacia atrás, por si alguien les había escuchado, pero nada… Dejó escapar un suspiro aliviado al saber que nadie les había descubierto, sin embargo, en cuando volvió la vista donde antiguamente la tenía sintió a su gemela que le agarraba, sobresaltado por ello miró hacia delante, llegando a visualizar… ¿Algo que flotaba por sí solo?

La reacción que tuvo al ver aquello fue coger a su gemela y atraerla más para sí, rodeándole con sus brazos la cintura en forma protectora, eso sí, teniendo cuidado con la antorcha que poseía en aquellos momento, mientras que miraba aquello fulminadamente, aun así… ¿Qué demonios era eso? Ni idea… Pero quizá sea una de las cosas que su “hermana” no quería hablar… ¿No?

-Con permiso mi princesa…- Murmuró casi apenas escuchable, mientras que deshacía uno de sus brazos de la cintura de su gemela para poder coger la antorcha y poder iluminar aquello que estaba flotando por sí solo.

No se hizo de rogar para apartarse cuando su hermano le empujó con su suavidad hacía un lado. Era más que obvio que ella no se enfrentaría a lo que no podía ver, gustaba de los peligros, de la acción, pero esperaba (y prefería) encontrarse con un hombre lobo a blandir palabrerías con algo que era tan traslucido cómo la mujer que se presentaba frente a sus azules ojos.

Cuando el foco ahora sostenido por su hermano iluminó aquella extraña forma que evidentemente no era humana emitió un quedo sonido, pero no retrocedió para así no alejarse de su gemelo. Su mano tomó con fuerza la de su mayordomo y cuando atinó a parpadear... La sombra ya no estaba.

Pronto dejó de temblar, achacando esa visión al hecho de que quizás, tras el viaje efectuado aún no habían descansado cómo correspondía y por ello las propias sombras proyectadas en el piso parecían espectros.

Carraspeó y cómo si estuviese ofendida por el arrebato de valentía de su gemelo pasó por delante de él con porte orgulloso, aun que su mano seguía fielmente entrelazada entre los dedos de su hermano. No obstante, ella avanzó la primera, decidiendo por su cuenta el rumbo a tomar.

Ahora venía la eterna duda. ¿Escaleras arriba... u escaleras abajo?.

Sus parpados llegaron abrirse más de la cuenta en cuando la tenue luz llegó a iluminar aquel supuesto espectro, sin embargo no llegó a retroceder, se quedó allí inmóvil, cierto que no muy contento ante ello, e incluso su mano de la cual sujetaba la antorcha tembló un tanto, sin embargo no debería mostrar debilidad alguna ante algo semejante, así que cogió aire y llenarse un tanto más de valor.

Aun así, aquella horrible imagen desapareció de la nada, parpadeó varias veces mientras que con la antorcha iba mirando por si se encontraba por los alrededores.
No estaba… Había desaparecido… Sin embargo su mano fue sujeta por la de su gemela, cosa que no tardó en agarrarle suavemente, haciendo que sus dedos se entrelazaran con los de la otra.

De nuevo condujo su mirada hacia su gemela, observando si se encontraba bien, pero no tardó en sentir como llegaba a jalarle de la mano, cual la siguió sin decir nada aun con sus dedos entrelazados.
Sin embargo, no dejaba de ser que era aquello, qué era exactamente aquello que acababan de ver.

¿Fruto de su imaginación? Puede, pero al parecer su gemela también lo había visto así que no se trataba precisamente de imaginación, si no que habían visto algo real, ¿o tan solo se trataba de una mera jugarreta creada por los de la mansión?

Pese a ello observó que ya habían llegado frente a unas escaleras, ¿qué camino a seguir; escaleras arriba o abajo?
Miró ambas para después mirar a su gemela, esperando quizá alguna señal de ella, mientras, avanzó un poco más, quedando al mismo lado de ella para poder iluminar mejor el camino de ambos lados.
Sin embargo… Estos se veían igualmente tétricos y llenos de misterios, ¿qué elección sería la correcta?

Sabía que dónde quiera que fuese su mayordomo y gemelo le seguiría. Ella tenia la voz de mando, él la antorcha. Un curioso y por demás extraño equipo que quizás llegaría a resquebrajarse tan buen punto el miedo se afanase a ellos. Algo realmente extraño. ¿Ella? ¿La gran marquesa Enimagak temiendo?. Blasfemia.

Era conocida, admirada y temida por cuantos sirvientes compartían con ambos las horas en la casa anterior, era, por decirlo de algún modo, la más oscura emperatriz. Y la oscuridad, abarca más oscuridad. No creía que existiese algo más perverso que ella. No había nada con tan mala idea como la propia. Evidentemente; Ella se coronaba cómo la reina del mal, fuese aquello algo justificado o no.

Debía admitir, pero, que la mirada de su hermanastra era similar a la propia. Pudiera ser que fuera una persona de finos y pulcros modales... Pero a ella no le engañaba. No. Había algo en ella que le aseguraba que tras esa afable mirada se escondía algo. Aún y así, no era competencia para su persona. ¡En absoluto!

Pero cómo toda dama oscura, tenía un punto débil y ese era su hermano. El mismo que ahora tenía fielmente asiado por la mano. Ambos ahora, frente a las dos distintas bifurcaciones ofrecidas.

Luz y oscuridad. Miró ambas posibilidades con cuidado, sabía lo que podía desbocar el equivocarse, no obstante, la sonrisa jamás se esfumó de su retorcido gesto. Era obvio el camino que tomaría; Estaba destinado. Ella, hija de la maldad y orgullosa de ello, elegía ir escaleras hacía abajo.

- Allí. – Tiró de su gemelo para asegurarse que seguiría. Los murmullos los achacó a lo simple; ¿No era allí dónde estaban las habitaciones de los sirvientes?. Fueran o no ellos los que jugaban a esconderse, iría a averiguarlo, y aunque no le gustase a su hermano, le arrastraría junto a su paso.

Bajó el primer peldaño y miró hacia atrás. El pasillo en la penumbra de la luz que sujetaba Len no era muy alentadora, no obstante... Siguió bajando a paso inseguro las escaleras que poco a poco, abducían a una acogedora oscuridad.

Quizá estaba un poco nervioso, la razón es simple, aquel lugar no le gustaba nada, es más, no quería que su gemela corriera algún tipo de riesgo por andar por aquellos lugares, sea como sea, no permitiría que su gemela le pasara nada, enfrentaría y daría cara a aquello que osara meterse o intentar hacerle daño a ella, ¡para nada dejaría que la tocasen! Era su querida y hermosa hermana gemela…
Es más le había jurado por encima de todo lealtad, así que no le dejaría para nada del mundo.

Llegó a apretar un poco más la mano que sujetaba a su princesa, como si tan solo en ese simple gesto le digiera que estaba a su lado, sin nada que temer, aun que… Ella no parecía pensar lo mismo, al menos aquella sonrisa que esta mantenía en su rostro decía completamente las ganas de saber más sobre aquel lugar, da igual los riesgos que se le ponga por delante, podría superarlos… Y para eso estará él, para poder ayudarla y protegerla de lo que les aguardaban…


Sin embargo, ciertos murmullos le llamó la atención, haciendo que su mirada se dirigiera directamente hacia las escaleras que conducían hacia abajo. Se las quedó mirando, ¿habrá alguien allí? Parpadeó y después miró por una vez más las escaleras que llevaban arriba, donde estas ya hacían iluminadas por la luz lunar.
A primera vista lo más seguro era subir pero al escuchar a su gemela y aquel pequeño tirón se la quedó mirando.
¿Estarían haciendo bien?

Ante su duda fue siguiéndola mientras que iba iluminando el camino, a la vez que la sostenía firmemente para que ninguno de los dos llegara a resbalarse o algo.
Con un tanto de desconfianza fue mirando su alrededor, moviendo sus pupilas de un lado a otro, observando por si había algún movimiento cerca.
Una vez terminado el primer peldaño hizo lo mismo que su gemela, mirar hacia atrás para después mirar las escaleras restantes, ¿Cuánto más habrán de bajar?

Sin más volvieron a seguir bajando, cual poco a poco los murmullos de antes se iban escuchando de más cerca, quizá se estarían acercando a alguien, a lo mejor es alguno de los sirvientes, aun que… Parecía que hubiera más gente de lo normal…
Aquello lo único que hacia era ponerse un tanto nervioso, sin embargo su mirada la tenía un tanto seria, sabía que algo no iba bien en aquella mansión, así que tendrían que ir con mucho cuidado…

Miró de reojo la antorcha que seguía sosteniendo su hermano con afán por ver lo que había delante y cómo supuso en esos escasos cinco segundos; Estaba apagada. No era esa luz la que les iluminaba el camino. Su sonrisa resplandeció. ¡Era cierto! ¡Habían cosas allí abajo!

Su mirada resplandeció entre las llamas azules. Sabía del nerviosismo de su hermano. No por mirarlo, si no por que su mano sudaba, aún y así, sus dedos no perdieron contacto con los otros. Se apoderó de esa palma con aún mayor voracidad y su mirada intentó ver aquello que estaban por alcanzar por fin.

Cuando llegó al último escalón la madera chirrió de manera estridente, no obstante, estaba demasiado intrigada observado a aquellas curiosas formas traslucidas aposentadas con tranquilidad. Pese a eso no se asustó... No hasta que realmente logró divisar aquellas grotescas formas que tenía delante. La valiente mueca de antes se tornó por primera vez un gesto estupefacto y no atinó siquiera a moverse. Incluso, los dedos antes tan afianzados a los de su gemelo parecieron perder la fuerza. No. Aquello debía ser una especie de truco, un algo...

Retrocedió hasta el punto que sus talones dieron contra la parte interior del último escalón, arrastrando, claro, a su gemelo junto a su persona.

La antorcha… Miró rápidamente hacia esta que ahora se encontraba apagada, ¿qué…? Sin embargo otra sorpresa se llevó a ver que lo que iluminaba ahora el camino era un fuego azulado que surgía tranquilamente de la chimenea, alguien había allí, de eso no había duda alguna.
Podía notar como su mano que seguía contra la de su gemela sudaba, sin embargo no la apartó, continuó aferrada a esta paso lo que pase.

En cuando ambos bajaron al último escalón sus pupilas se dirigieron a lo primero que le impactó, las siluetas que ya hacían sentadas en los grandes sillones, ¿qué era eso…? No era humano… Sus pupilas se abrieron más de la cuenta en cuando aquellos seres les observaron, haciendo que un terrible escalofrío recorriera toda su espalda, sacudió levemente la cabeza, intento de convencerse así mismo que aquello no estaba allí, sin embargo al volver a visualizar aun seguían allí, es más… ¡Eso estaba hablando!

Era la primera vez que ambos se encontraban en una situación igual, pero sintió como la mano de su gemela fue perdiendo fuerza para después sentir como le jalada nuevamente, haciendo que retroceda hasta el punto de quedar al lado de ella.
La miró y observó con la poca luz que había el temor que mostraba…
Frunció el entrecejo y volvió a mirar a aquello, soltó con delicadeza la mano de su princesa y dio un paso hacia delante, colocándose al frente de ella en forma protectora.

No, no sabía lo que era, ni si quiera sabía si lo que estaba viendo era real o una simple ilusión, pero lo que sentía en aquellos momentos era querer defender a su gemela.
Extendió su brazo diestro hacia un costado de su cuerpo. –Princesa… Este no es un lugar seguro, será mejor que regrese a sus aposentos.- Pronunció mientras que volteaba un poco el rostro para poder visualizarla a la vez que dibujaba una sonrisa en sus labios. -Todo estará bien.- Murmuró para poder tranquilizarla.

Su mirada no hizo amago de apartarse de aquellas siluetas que parecían acecharles con miradas que quizás se tornarían gestos. No se movió o habló, la voz no le respondía y aunque abrió la boca no logró más que emitir un quedo gemido. Bien. Oscuridad, coronas, espinas... ¿Pero cómo no asustarse ante la visión postrada frente a su azulada mirada?. Era atroz.

No entendía de esas miradas compartidas entre el gentío. Las que le dedicaban a ellos, las que confundidas se miraban las unas a las otras. La voz que ahora sonaba fue cómo sentir una ráfaga de aire, una helada, latente. Cercana y lejana a la vez.

Parpadeó débilmente cuando aquello con lo que estaba tan centrada se desvaneció tras la amplitud de una espalda que se había postrado frente a ella. Sabía de quién se trataba y es que, su voz le llegó lejana. Ausente.

- ¡¿Cómo voy a...?! – Espetó, más no llegó a terminar de hablar que enfoco el rostro de su gemelo cerca del suyo, sonriéndole con esa gracia propia del mismo. Sintió cómo la rabia (o el innegable miedo que sentía) le hizo que los parpados se humedeciesen. Tenía miedo y no únicamente por su existencia, Len, él debía escapar también, él... No obstante, lo siguiente que pasó fue confuso, totalmente ... confuso.

Se obligó a si misma a apretar los parpados por el inesperado resplandor que invadió la sala y esta vez, si no pudo evitar soltar un grito ahogado mientras se escondía tras la espalda ajena.

Al escuchar la voz de aquellos seres no dudó en observarles, fijándose en los movimientos de estos, observando como se miraban entre sí a la vez que se sentían… ¿Confusos… Qué les pasará?
Sin embargo, no se retiró de donde estaba, vale, miedo es lo que sentía, pero no iba a dejar a su gemela, le protegería de cualquier cosa…
Apretó los dientes con algo de fuerza, a la vez que volvía a fruncir el ceño.

Pero en cuando la explosión se hizo presente la reacción que tuvo fue protegerse la cabeza con ambos brazos a la vez que apretaba sus parpados.
Sin embargo, después de ello, abrió un tanto los ojos, visualizando lo que ahora no había…
Los espectros se había… Marchado, desvanecidos…
Igualmente, ahora aquello no importaba lo sucedido, así que se giró de repente, visualizando a su gemela. -¿Esta bien, princesa?- Preguntó con el tono de voz preocupado.

Sin embargo, el humo gris iba apareciendo, cosa que entrecerró sus parpados y tosía levemente, quizá será mejor irse de allí.
Miró por unos instantes la sala que ahora se encontraba detrás suyo para después mirar a su princesa nuevamente. –Será mejor que nos vayamos…- Musitó para después llevar su mano derecha hacia el bolsillo del pantalón, sacando de esta su pañuelo blanco y limpio.

-Tenga, cubrase con ello.- Dicho esto le extendió la tela, sería mejor que se cubriera bien antes el humo llegue a infiltrarse en los pulmones de su gemela.
Sin esperar previa aceptación, agarró con su mano libre la mano de su princesa, entregándole el objeto, no aceptaría un no como respuesta, bien, tenía que obedecerla, pero sabía que si no hacia lo que realmente tenía que hacer, su gemela no aceptaría aquellas cosas, la conocía...

Aquel extraño humo le impedía respirar cómo correspondía y por ello su respiración comenzó a tornarse severamente irregular, cosa que provocó el inminente ataque de tos. Pero de todos modos, escuchó la cercana voz de su hermano, por lo tanto y para alivio propio; Se encontraba bien, pudiera ser que no en las mejores condiciones, pero estaba escrito que dado el caso, al menos se encontraban con vida.

Torció rápidamente el gesto cuando le propuso irse de allí. ¡Obviamente!, pero para ello primero necesitaba saber por dónde pisaba y es que, mirase o no el suelo, una fina nieblilla cubría todo cuanto abarcaba su diámetro de visión, haciéndole sentir insegura. Al girar el rostro para hablar, el pañuelo otorgado por su mayordomo le hizo fruncir el ceño banalmente. Su rostro bien podía ser comparado ahora con aquellos niños pequeños que al perder un juego, miraban inquisidores a quienes le habían usurpado el lugar.

Un nuevo ataque de tos le hizo desatender su propio cuerpo y fue cuando el otro aprovechó para entregarle lo que no deseaba. De todos modos y pese a su inicial negativa, se cubrió la nariz con aquel pulcro pañuelo, no sin antes dedicarle una mirada de advertencia...; Sólo por esta vez.

Al alzar la mirada, sus aún sin acostumbrar ojos dieron con el perfil de quién era su hermanastra y automáticamente, dio un robotico paso hacía atrás, algo que hizo que su espalda empujase a su gemelo. ¿Qué hacía ella? Claro. Todo había sido su culpa, un espejismo, una ilusión.

- ¡Claro que estamos bien! – Chistó, fuera de sí, sonando más arrogante de lo que anteriormente se jactó de hablar. Se percató del aire preocupado que envolvía a la duquesa, pero no hizo ademán de reparar en ello, claro. – Y deja los juegos d... -

Su voz se apagó y su tez se volvió de un blanco enfermizo. Su ropa, alguien había tirado hacía debajo de su ropa y al mirar hacía atrás vio unas sombras tendidas hacía su dirección pero que gracias a lo que la dama de la casa lanzaba parecían mantenerse a raya.

Fuera cómo fuese, agarró de la muñeca a su gemelo y se preparó para iniciar una torpe y ciega carrera escaleras arriba, teniendo por meta estar tras la protectora figura de su hermana mayor. Primero era poner a Len a salvo, luego... Vendrían las arrogancias. Luego.

Dichosa niebla… Le hacía casi imposible poder visualizar a su gemela, pero por suerte, al estar cerca de ella podría saber donde estaba y que hacia, así que no se preocupaba de ello, ya que podría vigilarla.
Al ver la mirada de advertencia hizo una pequeña reverencia de cabeza que duró un o dos segundos, ahora no era momento de disculparse, quizá más tarde, ya que tenían cosas pendientes que hacer…
Ante el ataque de tos de su princesa hizo que se ajuntara más a ella, miró a su alrededor alarmado, tenían que salir de allí y rápido, no quería que le pasara nada…

Apretó los dientes y seguido le dio un pequeño ataque de tos que pudo “controlar”, llevando su diestra sobre sus labios mientras que tosía.
Pero se percató de algo, una figura inmóvil, su hermanastra había dado presencia… Se la quedó mirando para después sentir el pequeño y escaso empujón, cosa que retrocedió un tanto.
Sin embargo, ahora estaban con la duquesa de la casa, así que suponía que todo podría ir bien, ¿no?

Abrió sus parpados al máximo, ¿y ese agarre de su tobillo? Sorprendido o más bien aterrado por ello llegó a retroceder un poco más, cosa que casi perdió el equilibrio, sin embargo, de nuevo, una de esas “explosiones” volvió a suceder en el lugar, aprovechando que ahora estaba libre para ajustarse a su gemela cosa que notó como le agarraba.
La siguió sin dudarlo, corrió escaleras arriba aun sujeto de su princesa, aun así, sin poderlo evitar miró hacia atrás, observando como aquellas manos de humo intentaban buscar alguna presa por que agarrar.

Aquella escena era realmente terrorífica, entrecerró los parpados y no tardó en volver a mirar hacia delante para no poder tropezarse y caer, sin embargo, aquella niebla parecía irse pero aun así llegaba a toser un tanto, así que con su mano libre llegó a cubrirse la nariz y labios para poder evitar aquello.

Su respiración se tornó totalmente agitada cuando, tras la intensa que carrera que emprendieron ambos escalera hacía arriba lograron alcanzar la figura de su hermanastra. No distinguió del todo su movimiento, siquiera le dio tiempo a identificar aquello que lanzaba contra el piso de abajo.

Fuera lo que fuese le produjo la ceguera de un par de segundos unida al pavor de unos chillidos sin lugar a dudas escalofriantes. Cuando aquellas extrañas formas rodearon la posición de ambos cuerpos tironeó con rudeza de su hermano y le obligó a perecer cerca de la anfitriona mientras dedicaba miradas no muy amistosas con la misma.

Los sonidos, el inexplicable frío y por supuesto el total desconcierto de aquello que sucedía le dejó aturdida y fue la razón por la cual, ni cuenta se dio de que Len no estaba únicamente asiado por la mano propia.

Frunció los labios. Oh, parecía ser que su rival en la fortuna pretendía salvarles...

No negó ni hizo alusión de burlarse de la situación, las presencias congregadas allí no le gustaban, en absoluto, pero no por culpa de estas dejaría a un lado su orgullo. Por ello, desvió el rostro a un costado y fingió que no le escuchaba, estaba totalmente segura de que gemelo aceptaría la invitación por ambos.

Jadeó cansadamente ante la carrerilla que habían echo ambos, ya ni miró hacia atrás, solo podía escuchar el sonido de aquellas explosiones, seguidos de aquellos gritos desgarrados y escalofriantes, ah, y no nos olvidemos de aquella “cegadora” luz.
Sin embargo, miró a su alrededor alarmado, ¿qué diantre…?

Miró a aquellos cosas no muy contento, sin embargo no dudó en estar más cerca de su gemela, mientras que sus pupilas iban de un lado a otro, observando a aquellos seres que intentaban alcanzar a sus presas con aquellas manos a la vez que se les escuchaba murmurar, realmente daba escalofríos…
Apretó los dientes sin embargo llegó a reaccionar ante otra mano que le agarraba, haciendo que mirase rápidamente hacia el lado contrario de su princesa.

En allí se encontró con su hermanastra, se la quedó mirando y no tardó en dirigir su mano, de donde estaba su gemela, hacia la suave mano de esta, en donde entrelazó sus dedos con los de ella, mientras que con la otra le sostenía con firmeza.
Sin embargo, ante dichas palabras de la duquesa, deslizó por unos segundos sus luceros hacia su princesa, observando el gesto de ella para después mirar de nuevo a su hermanastra cual asintió decidido.

Bien, supongo que ahora tendrán que comenzar una carrera, cosa que dio un pequeño y sensible apretón de mano con la de su gemela, llamándole la atención para que se preparara y así mantener su mano con firmeza y no poder soltarse de ella en ningún momento.
Mientras, él mismo se iba preparando mentalmente, ya dispuesto para empezar a aquella “carrera”

Cuando notó el apretón por parte de su gemelo frunció los labios. Era del todo humillante que alguien ajeno a su hermano u entorno en la casa anterior estuviese ayudándole a escapar de un problema que ella misma había creado, sin embargo, se mordería la lengua hasta que estuvieran bajo un techo seguro. No podía permitirse el que Len se dañase. Para nada.

Ella era la última en los pasos dados por todos, puesto que Auroxia iba en cabeza seguida por su hermano y ella, tendiendo de la mano de éste. Sus miradas se centraron constantemente en aquellas formas de los cuadros, en las sombras que parecían sin duda lanzarse en la captura de los cuerpos humanos que irrumpían en una acelerada carrera en las instalaciones de la casa perteneciente a los Voltaire.

- Para! ¡La pared...! – Pero fue demasiado tarde, cuando se quiso dar cuenta, la vitrina que tenían delante se deslizó con tal suavidad hacía un costado que no tuvo más remedio que sorprenderse ante eso.

Su respiración acelerada y el bajón de las temperaturas hizo que en cada exhalación el aire proveniente de su interior crease un vaho blanquecino que dejaba por claro que acababa de respirar. Sin embargo, estaba demasiado agitada cómo para dejar de respirar por la boca, por lo que se permitió el rendirse a la verdad; Estaba agotada.

Sus pasos se hicieron algo menos firmes, pero es que juraba no poder dar un paso más. Ya no habían sombras. ¡Estaban escapando de la nada!. Miró hacía atrás; No, no había nada. Retorció su mano para soltarse de la de su gemelo pero éste tenía un agarre muy bien forjado. Se vio obligada a seguirles el ritmo, aunque sus pasos denotasen ya una total descoordinación con ambos.

Mantenía agarrada la mano de su gemela, incluso de vez en cuando daba un pequeño apretón a la misma mano, conforme de que su princesa seguía allí.
Podía notar como su propio corazón latía con fuerza, como si en cualquier momento fuera a desgarrarse de su propio pecho.
Realmente se estaba cansando ante aquella carrera, pero perduró…

Apretó los dientes ¿Cuánto acabaría todo eso…? Quería llevar a su gemela a un lugar seguro.
Pero no deja de ser que se llevaba una sorpresa detrás de otra… ¿Cómo, la pared…? Se quedó igual de sorprendido que Lin, pero rápidamente volvió en sí, sin embargo… Aquel frío hizo que recorriera un gran escalofrío que pasó por su espalda sin poderlo remediar.

¡Su gemela! Rápidamente giró el rostro al sentir aquel retorcimiento en intento de soltarse, se la quedó mirando, se notaba que estaba cansada, normal ¿quién se habría corrido todo aquello como ellos?
-Duquesa…- Murmuró a su hermanastra, dándole un previo aviso y dejó de agarrarse de ella para poder atender a su princesa.

¿Estaría mal hacerlo…? Bueno... Era por el bien de ella… -Princesa…- Murmuró apenas entrecerrando sus luceros.
Se giró, dándole la espalda y rápidamente se agachó, colocando una rodilla en el suelo mientras que la otra la mantenía flexionada. –Por favor, súbase.- Habló sin llegar a girarse a verla. –Dese prisa, por favor, princesa…- Esta vez llegó a girar su rostro para poder observarla, intentando calamar su respiración ya agitada.

En cierto modo… Sabía como se sentía ella, se avergonzaba realmente de hacer esas cosas, sin embargo… Estaba agotada, si seguía así puede que caiga rendida… Más tarde… Intentará disculparse por todo aquello que le estaba haciendo pasar…

Los gestos de su gemelo le hicieron estallar en una rabia interna. ¡No necesitaba ayuda! ¡Sólo quería parar para tomar un poco de aire!. Sin embargo, se quedó mirando la posición del mayordomo y de soslayó, observó como su hermanastra no se detenía, por lo que no tenía muchas opciones.

Muerta no tanto en vergüenza, si no en un orgullo roto, se colocó lentamente sobre aquella espalda que estaba ofreciéndosele de transporte y reafirmó poco después tanto los brazos cómo las piernas entorno a las formas de su hermano. No apretó, sin embargo el ritmo de su respiración era totalmente desbocado. Se abrazó desde esa posición al cuello de su gemelo y se dejó a los pasos de éste. Confiaba en su juicio y rumbo, aun que la oscuridad le impidiese a ella misma el ver nada.

Lo cierto era que el calor ofrecido por la espalda de su gemelo era por demás reconfortante, por lo que no se molestó en mentar ningún insulto. Las repentinas bajas temperaturas se vieron aplacadas por el calor de su hermano.

Pero su atención pronto residió en el curioso atuendo de aquello a lo que se dirigían, era por demás curioso y... florido. Lo que más le llamó la atención fue la piedra colocada a modo de altar y miles de preguntar afloraron en su mente. Preguntas que fueron irrumpidas por la voz de la de luceros verdes.

No se acobardó por el tono de voz empleado, algo le decía que pese a sonar molesta, no lo estaba en absoluto, además, ella jamás tenía miedo. Jamás. Se le quedó mirando desde detrás de uno de los hombros de aquel que lucía igual a ella y frunció los labios.

Ella no sería quién respondería a una pregunta directa, eso era sin lugar a dudas, parte de la faena del mayordomo. Además, aún se sentía agitada cómo para emitir palabra alguna.