Halloween!

¡Vamos a Jugar!

Halloween, 31 de octubre, bella fecha para salir. La noche oscurece todo a su paso y la Diosa Lunar compite con ella, a pesar de pertenecerle, para iluminar los enredados bosques que rodean parte de Inglaterra.

La mandíbula se extiende con dificultad, se mueve de un lado a otro teniendo la boca abierta... Los colmillos salen a exposición y no brillan... A las tinieblas pertenecen esos seres del limbo terrenal. Los vampiros extienden sus alas, sus ojos se abren, su audición se agudiza: están listos para cazar.

Los humanos, víctimas de las costumbres adquiridas de otros extremos, salen de sus casas en grupos, solitarios en algunos casos, y muchos de ellos no vuelven al día siguiente, ni al otro, ni a la semana, ni nunca. Oh... ¿serán los dulces, causa de su infortunio?

"La curiosidad mató al gato; pero la osadía, al humano"



Movía las caderasde un lado a otro, como danzando al ritmo de una melodía clásica inexistente en la realidad. Su pensamiento iba más allá de lo conocido, tenía los ojos fijos en el camino trazado por algunos humanos en algún momento, pero su razón estaba alucinando, enferma de sangre, adicta a la noche de brujas que más de ellas, era de los lycans, demonios y los de su raza: vampiros.

El viento helado resoplaba con agresividad, movía las ramas de coposos árboles y las ramas vacías de otros agonizantes; asímismo, revoloteaba con envidia al platinado cabello de la vampireza que continuaba andando abstraída en sus deseos sanguinarios... Su figura era hermosa y resaltante en esa noche de luna llena, estaba tan seductora sin proponérselo... imagínense cómo sería cuando una vítima se posara en sus redes...

El movimiento de sus caderas movía el tumultoso vestido blanco de blondas hermosas; unas medias negras cubrían sus piernas en su totalidad y a su vez, éstas eran protegidas por botas de cuero con taco alto; el albornoz que la vestía por completo era del mismo cuero que el de sus botas, tan negro como el mismo óleo.

Llevaba entre manos su paraguas... Odiaba la luz de día y apreciaba la luz de la luna, pero el paraguas lo sostenía sólo para figurar.

Esperaba, con ansias, de que algún niño o niña, siguiera la blanca mariposa que había mandado como carnada entre los citadinos para atraerlos a su lugar de estadía... por esa noche.

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Rol Off: Son invitados todos a participar, pues se dará en diferentes lugares del bosque. Se pide participación de humanos... No teman jugar con lo oscuro.

La figura de la mestiza se dibujaba entre las sombras de la noche, posada sobre el campanario de una pequeña catedral que mucho tenía que envidiar a la estructura religiosa principal de aquella ciudad.

Sus ropas constaban apenas de un largo vestido blanco con toques en negro y varios hilos de plata que formaban figuras abstractas y felinas por casi toda la extensión de aquella prenda, sobre todo por la larga falda aunque en el torso, semejante a un corsé, se hallaba plasmada una rosa rodeada de sangre y espinas, estad e color rojo y negro, resaltando la nívea tonalidad que dicha tela de fina seda poseía.

Sus orbes se entreabrieron suavemente al escuchar un ínfimo aleteo apenas perceptible y totalmente sordo para cualquiera con un oído inferior al suyo. Fijó su atención en la pequeña y blanca figura antes de descender sin provocar ruido alguno a pesar de que sus botas poseyeran un alto y grueso tacón que, por ley, deberían haber sonado al chocar contra la acera.

Su mano se movió ágil y entre sus dedos, como si de una jaula se tratase, atrapó la mariposa que circulaba por aquellas calles buscando encandilar a algún joven curioso como si de un cebo para peces se tratase. Como demonio y vampiresa que era pudo notar el origen sobrenatural de aquella figura. una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro y soltó el animal de claro color para que la guiara hacia su dueña pues Ruby tenía claras intenciones de entrar en la cacería de la joven que poseía dos orbes de oro viejo por ojos, ya fuera como cazador, o como presa...

Apoyó su efigie contra el roble de un árbol reseco y viejo, suspirando levemente, aún sosteniendo su paraguas con ambas manos, siendo protegida por ese albornoz negro de cuero. Empezó a jugar con su pie derecho, apoyándolo en la punta del taco de su larga bota.

- Qué aburrido - musitó. Miró de un lado a otro, como buscando algo. - ¡Quizás mi linda mariposa se haya suicidado! Era de esperarse... Nadie soporta los caprichos de esta mujer... - se quejó en voz alta, sobreactuando su drama. Cambió su expresión facial a una seria... Se preocupó... ¿Es que no existían más vampiros, demonios, lycans o humanos que recorrieran por esos bosques, a esas horas, por ese día tan especial? La decepción no dudó en mostrarse.

Ladeó la cabeza de un lado a otro suavemente, estaba relajándose ella sola: quería estar lista para morder un cuello y satisfacer sus deseos de sangre fresca.

No llegó a tiempo de escuchar por completo la parafernalia de dramatismo de la vampiresa, pero sí parte de ella lo que no hizo más que aumentar la sonrisa que ya había dibujada en su rostro.

- ¿Aburrida Little? -preguntó con voz sensual, melodiosa y altamente atrayente al igual que tentadora.

Notaba a la perfección la esencia de la joven no solo por la sangre vampírica que corría por sus venas, cualquiera que poseyera una mínima parte de la percepción que ella poseía se habría dado cuenta de tan mínimo detalle.

- Oh, creo que esto es tuyo -comentó dejando ver la mariposa de la mujer de ojos dorados, liberándola por segunda y última vez de la prisión que formaban sus finos dedos y, por ende, sus afiladas uñas más semejantes a garras.

- Oh, ¿a qué vienes? - el incomodo no se hizo esperar. Miró hacia otro lado, continuando con el infantil movimiento de su pie derecho sobre la punta del taco. "¿Por qué no vino una pequeña e indefensa humana? A cambio me envían a este demonio...". Volvió la mirada hacia quien, esperaba, no llegara a aurrinar una perfecta noche. "... Bueno, probaremos qué tan bien se ve su sangre entre mis labios". Sonrió para hacerle notorio el pensamiento a Ruby.

Vio a una frágil criatura blanca volar descuidada y reconoció a su mariposa.
- ¿No es hermosa? - alzó su mano derecha, suspendiéndola en el aire de una manera delicada, casi como un lirio; en ella se posó la mariposa. Bella escultura. Para la mala suerte del alado animal, despareció en un lento movimiento de la vampireza, cual simulaba un arreglo del cabello por detrás de la oreja. La blanca mariposa había formado parte de la larga cabellera, una vez más.

Su mano derecha volvió a posarse sobre el mango de su negro paraguas. Quedó en silencio, esperando una respuesta o algo... De ser aburrida, descartaría a la mujer de su "larga lista" de víctimas.

La mestiza no respondió a la primera pregunta de la vampiresa que tenía casi sobre ella. A pesar de estar mirándola desde abajo, la veía con cierta soberbia, como si pretendiese tentarla a que la atacara a pesr de que dudaba que su semejante cayera en tan vaga provocación.

Como respuesta a la sonrisa de Murder los labios de la ojirroja se curvaron, delineando también una pequeña sonrisa altanera y divertida al tiempo que recorría el cuerpo contrario con cierto interés que no se molestó en ocultar.

- Sí lo es... Pero lo sería más si fuera real -contestó poco antes de que la mariposa desapareciera entre las hebras blancas del cabello ajeno.

Reconoció el aura de la joven y la identificó como aquella sombra que la reina siguió hasta el jardín en la fiesta de su presentación ante el público. Haciendo así que la demonio no pudiese encargarse de la "intrusa" aunque bueno, eso ya había pasado así que no había porqué preocuparse por el momento.

- Habéis elegido mala noche y lugar para salir a pasear madamme... El bosque es peligroso. Mucho más en la Noche de las Brujas -susurró dejando que una fría brisa llevara sus palabras hasta los oídos de la vampiresa, a quien retaba sutilmente.

Si la mujer de ojos dorados buscaba una víctima podría obtenerla, pero tendría que luchar para ello. Además Ruby no rechazaría la oferta de un combate con la vitae ajena como premio. Desde que había sido invocada no había probado ni una sola gota de sangre y eso la debilitaba. Por ello, no dejaría pasar la oportuniad de probar la sangre de una vampiresa de buen físico y buena salud.

"El bosque es peligroso". Le bastó esa frase para reír a carcajadas, como una demente.

- ¿Peligroso, dices? ¡Jajajajá! ¡Por favor! - le miró casi despectiva, conteniendo las palabras en una sonrisa tan amplia que desfiguraba su delicado rostro. Los colmillos ya habían salido a la luz y ella no tenía pudor en ello... - El peligro, aquí, soy yo - culminó su discurso arrogante, aceptando el sutil reto que había planteado la demonio.

No necesitaba mirarla más para identificar su raza: desde la primera vez que la vio, saliendo detrás de la Reina, había percibido ese despreciable aroma de demonio. Entrecerró los ojos con una sonrisa más serena en su faz y, dejando caer el cuerpo hacia atrás, se dejó abrazar por las sombras... Ser tomada en el regazo de su amante oscura era su habilidad, su derecho, su virtud, su don nato como vampireza.

Reapareció detrás de demonio, desde abajo hacia arriba, casi como si las sombras la expulsaran de su interior de la manera más elegante, izándola al exterior como una bella figura.

- Aún no me respondes... ¿A qué viniste? - insistió para fastidiarla, para que diera el primer golpe. Inclinó el cuerpo hacia la derecha, apoyándose sobre su paraguas, que ahora servía de bastón. Ladeó el rostro hacia el mismo lado, examinando la espalda de la demonio, sonriendo a su quizás futura contrincante.

La risa de ella no hizo más que incitar a la mestiza a atacarla en aquel mismo instante para hacerle saber que habían cosas mucho más peligrosas que una simple nosferatu, pero decidió dejarla actuar como le viniera en gana.

- Eso está por ver -pronunció dejando notar su diversión y sus ganas de un buen enfrentamiento así como para provocar aún más a la peliblanca contraria, a pesar de que ya lo había logrado.

Su sonrisa se amplió cuando la vampiresa apareció a su espalda. Si hubiera querido podría haberla golpeado en cuanto sintió su presencia tras de sí, pero decidió mantenerse quieta y tan solo giró su rostro hacia ella, dejando que su cabello cubriera sus labios entreabiertos que mostraban sus largos y afilados colmillos, seguramente mucho más fuertes y peligrosos que los de la mujer de ojos dorados.

- A jugar un poco -contestó aún sin mostrar su sonrisa pero consciente de que era posible que su "rival" se hubiera percatado de su gesto.

No le había sorprendido en lo más mínimo que esta hubiera desaparecido en sombras, no era la única que podía hacerlo pero, a parte de esa habilidad que le era otorgada por su sangre vampírica, Ruby se guardaba muchos otros ases en la manga. Poderes y habilidades que no utilizaría a menos que se viera obligada a hacerlo.

Y sí que se vería obligada a hacerlo.

Su fino rostro se transformó en una efímera milésima de segundo, ahora se presenciaba como una caricatura demente, un personaje dispuesto a matar a como diera lugar. Su mano derecha, cual empuñaba el paragua, se alzó de manera inmediata a la última frase de Ruby y llevando en ella una espada de más de un metro de largo. El paraguas era un buen objeto para ocultarlo.

Un tajo diagonal (de abajo hacia arriba y a la izquierda de ambas) se vislumbró en la oscuridad del bosque, blanquesino como el brillo de la imponente luna llena.

- ¡Jajajajá! -rió al dar el primer ataque, mientras su largo cabello se ondeaba por el mismo movimiento. No había resistido más, cayó en la burda sensación de la necesidad de sangre.-¡Juega, juega! -gritó tras el fuerte tajo que de seguro iría a marcar la bella espalda de la demonio o al menos, le causaría un roce debido a la velocidad a la que iba, a la posición de ambas y a la potencia con la que fue.

A diferencia de como la ojidorada esperaba su oponente reaccionó rápido, saltando hacia delante y valiéndose de una simple voltereta para escapar del ataque. Aún así, y a pesar de que ni una sola de las hebras de su larga melena recibió daño alguno, no se podía decir lo mismo de sus negras prendas.

La parte dorsal del torso de aquel simple vestido que cubría su cuerpo fue cortada o, más bien, desgarrada por la potencia en la que el ataque cortó el aire, pues la hoja no había llegado a tocar la tela.

Pequeños trozos de la prenda cayeron cual pétalos de rosa negra, revelando una piel blanca y nívea sin una sola marca a excepción de una notable cicatriz que cubría la zona de entre los omoplatos. Dicha herida no quedó mucho tiempo a la intempérie pues el cabello de la mestiza volvió a posarse sobre la espalda de esta, cubriéndola aunque dejando ver la cicatriz entre sus hebras cuando Ruby se movía.

- Me subestimas Little... -comentó volteando solo su rostro a Murder y sin sonar molesta por sus ropas rasgadas.

- He visto salir armas de los lugares más insospechados y portar un paraguas en una noche oscura y sin lluvia da lugar a sospechas -le informó dejando notar cierta decepción en su voz.

En su larga vida había logrado observar multitud de armas e infinidad de lugares donde ocultarlas, por lo que poco de lo que hiciera la vampiresa con aquella fina hoja que tenía en la mano le tomaría desprevenida a pesar de que la rotura de parte de su vestido pudiera decir lo contrario.

Sin esperar respuesta alguna su figura se desvaneció tras una corta y fría brisa que acarició la zona donde ambas platinadas se encontraban para, después, aparecer en el costado derecho de la nosferatu sujetando la muñeca que contenía la espada y haciendo la presión suficiente sobre las venas de esta para impedirle mover la mano correspondiente mientras su zurda, mano que no sujetaba la muñeca ajena, se cernía sobre el cuello de Murder, posando su palma sobre la nuca de esta y acariciando su cuello con sus afiladas y ligeramente alargadas uñas pero aún sin dañarla, solamente presionando de forma sutil su cuello, como si palpase las venas y arterias principales que por allí pasaban.

La cercanía podría llegar a ser peligrosa para ambas pero la ojirroja había luchado muchas más veces que su rival y, si esta lograba sorprenderla con algún movimiento inesperado, siempre podía recurrir a su velocidad, sus reflejos o sus poderes.

Sonriendo quedó con el cuerpo vurado hacia su izquierda, con el brazo derecho descendiendo a su posición normal; el rostro lo tenía fijo hacia adelante, escuchando las "ofensas" de su rival que no hacían otra cosa más que agrandar esa sonrisa demoniaca en su faz.

Desapareció la demonio y la vampireza movió de un lado a otro los ojos, aunque es cierto que de casi nada le valían, pues conocía esa técnica: ella misma la había utilizado hacía unos instantes. Sin embargo, lo que sí empleó para detectarla fue su oído (hago la aclaración de que los vampiros tienen, de por sí, un sentido auditivo superior a la de cualquier otro ser). Y sí, la escuchó acercase... Camuflarse en la oscuridad no era desaparecer.

Ruby se hizo presente de "sorpresa" al lado derecho de la peliplata y había aprovechado que la vampireza había bajado su brazo diestro para tomarle la muñeca y evitar, así, que usase su espada. Si bien la apariencia de la bella vampireza era la de frágil y delicada, la fuerza que poseía era bastante admirable, en especial en sus brazos debido al constante uso de la espada. En fin, se había dejado aprisionar su mano derecha: no estaría indefensa, y lo sabía; sintió esas caricias provocativas y bastante sugerentes en su delgado cuello de lúcido color y atrapó, de inmediato, la muñeca de la demonio con mano izquierda, alejándola de su cuello. La presionó con tanta fuerza que empezó a notarse una marca rosa al rededor de los delgados dedos de la vampireza y sobre la piel de la demonio.

Sus reflejos ni sus reacciones salvarían a Ruby y debía estar al tanto. Ambas eran seres sobrenaturales y de iguales habilidades, sin descartar otras que diferenciaban y caracterizaban a sus razas.

La vampireza mantuvo su sonrisa demente.

- Así que así definias al peligro... No me sorprende... - comentó sin soltar la muñeca de la diabólica mujer. - Sabes que ahora estás entre la espada y la pared: tendrás que soltar mi muñeca derecha y arriesgarte a que al mismo instante te corte, pues ahora mismo tengo ansias de morderte ... -e hizo énfasis en esa palabra, mostrando sus largos colmillos tan fuertes y hermosos como el marfil- ... y extraer hasta la última gota de sangre de tus arterias. Y si no me sueltas, de cualquier modo perderás... sangre. Jmjmjm.

Su sonrisa no se borró en ningún momento. Ni cuando la peliblanca ajena apartó la garra que se cernía sobre su cuello ni cuando sintió la presión en su muñeca. Presión semejante a la que ella misma ejercía sobre la muñeca contraria de la ojidorada.

Bien sabía que los sentidos de los nosferatu eran altos, ella misma hacía uso de ellos y exprimía al máximo las ventajas de su mezcla de sangre, siempre y cuando fuera necesario o lo creyera conveniente.

- Oh~ ¿Tú crees? -preguntó irónica y sarcástica ante las palabras de su oponente.

Si bien la fuerza de la vampiresa era grande la de la demonio no se quedaba atrás. Cuanto más se afianzaba la presión sobre su muñeca más apretaba ella la opuesta, dejando como única opción la retirada de alguna de ambas. Sin embargo, Ruby no había terminado y no pensaba ceder ante nadie, menos ante aquella vampiresa.

Entre su piel y la mano de la mujer armada se dejó notar una fina coraza de hielo que protegía la extremidad de la peliblanca y empezando a congelar la mano que la sujetaba. Dicho hielo parecía haber salido de la nada cuando en verdad había sido la misma diablesa quien lo había creado haciendo uso de su control elemental de una forma tan nímia que ni siquiera podría llegar a sentir el desgaste de aquella energía. Así mismo obligaba a su adversaria a ejercer más fuerza si quería dañar su mano.

- Si te piensas capaz de probar mi sangre te invito a intentarlo -susurró cual melodiosa nana murmurada en el oído de su rival mientras sus ojos escarlata se calvaban en los dorados contrarios como si buscase urgar en el interior del alma de Murder sin permiso de esta.

En cuanto terminó de hablar amplió la curvatura de sus labios que formaba una gran sonrisa que también mostraba sus colmillos y, de un movimiento rápido y brusco, se alejó todo lo que sus brazos le permitieron, posicionándose tras la matusalen y moviendo su mano izquierda, pegada a la zurda de ella por el hielo, para inmovilizar dicha extremidad en la espalda de su propia dueña.



[No se si se entendió bien la maniobra que hice xD]

{{... La verdad es que se entendió muy poco... Trataré de imaginarlo. xDDDDD ...}}

Sentía el frío... la heladez... ¡Increíble! Su mano izquierda era fosilizada con una cubierta de hielo que ella no supo explicar... En su vida había presenciado algo por el estilo; sin embargo, ¿no era un cadáver viviente la más clara muestra de frialdad? No inmutó su rostro al verlo, aunque dentro de sí, quiso saber, por su curiosidad, cómo es que podía hacer tal ataque.

Aunque, sin saberlo, Ruby estaba cayendo en juego bastante desfavorable al colocarse detrás con la mano congelada de su oponente, pues pesar de ser una posición bastante incómoda para Murder, era a su vez, un impedimento de esquivar para Ruby.

Es cierto, a la vampiresa le tomó de sorpresa aquel último movimiento, la brusquedad la había hecho desvanecer un poco la sonrisa demente que luego volvió en un desesperado intento de contener una carcajada. Su mano derecha tan sólo jugó con los dedos... tan sólo con los dedos... y la espada que llevaba en ella se puso en un efímero instante de manera horizontal, apuntando hacia el frente de su dueña, y en otras milésimas de segundo ya brindaba un tajo hacia atrás, es decir, en sentido horario, dando así en un blanco fatal: las piernas de la demonio. No lo esquivaría, sería imposible, a menos que soltara la muñeca derecha de la vampiresa que con un esfuerzo sobrenatural, daba ese tajo de manera directa y sin obstáculos.

El acero de esa espada era inquebrantable... Ah, qué trabajo se daban los herreros de esa época.

[Es que no supe explicarlo mejor -.- Pero más o menos lo has entendido bien xD]


La mestiza supo ocultar bien su sorpresa ante el rápido y brusco movimiento de la vampiresa cuando esta intentó dañar la única de las piernas que tenía a su alcance. Sin embargo, había olvidado algo.

Aquella posición le otorgaba cierto control sobre el cuerpo de su oponente y solo tuvo que deshacer el hielo, a una velocidad impensable según las leyes físicas dadas en la naturaleza, y soltar la muñeca de Murder, permitiéndole mayor movilidad pero siendo capaz también de moverse hacia la izquierda, evitando así un daño mayor a su pierna derecha. La cual había sido lacerada por el metal en un corte no muy profundo que ercorría el muslo en forma diagonal.

La sangre comenzaba a caer, acariciando toda su pierna aunque su herida no tardaría mucho en empezar a cicatrizar, por lo que no la preocupaba. Así mismo, Ruby prefería centrarse en la peliblanca que tenía nuevamente ennfrente y quien sujetaba aún su mano.

Al retirar la capa de hielo lo único que hizo fue liberar la mano de la ojidorada del agarre gélido, lo que no implicaba que hubiera hecho desaparecer la parte que cubría y protegía su extremidad y que, por tanto, obligaba a su rival a soltarla o, por el contrario, a apretar su agarre si quería dañarla.

Decidió no volver a atacar, esperando que Murder fuera lo bastante impulsiva como para hacer el siguiente movimiento en el que la ojirroja probaría a ver si la vampiresa le obligaba a desenfundar alguna de sus armas o se valía simplemente de sus manos y algún que otro poder para seguir con el juego.

Detuvo la espada con los dedos al momento que la demonio aparecía a su frente nuevamente.

- ¡Ah, qué lástima! - se "lamentó" con un tono sátiro: sabía que no había cortado lo deseado. Aspiró levemente... - Ah, ¿lo percibes? Es el olor de una sangre especial... - fijó sus iris color oro en la figura femenina al frente de sí; era una demonio bastante hermosa, y quizás eso la hacía diferente al resto de sus iguales.

Pero sus frases fueron dichas rápidas, sin dar tiempo a que la demonio reaccionase, o quizás, cortándole la respuesta a la mitad, ya que la vampiresa en un ligero movimiento, casi imperceptible soltó la muñeca demoniaca, tomó la que la sujetaba a ella e hizo el mismo movimiento que hacía momento, Ruby, había hecho: se colocó a espaldas de la otra peliplata.

El movimiento casi giratorio, que había ejecutado, había provocado que una de las manos ajenas estuviera aprisionada por detrás y causado un roce en el muslo izquierdo de la demonio y una endidura en la espalda de la misma.

La vampira sonrió sin soltar la espada ni la muñeca de su rival, cual forzaba hacia arriba para ocasionarle más y más dolor en sus articulaciones y quizás, de no rendirse su antagonista, dislocarle el brazo.

Su ceño se frunció levemente y estuvo a punto de apartarse al sentir su mano libre, sin embargo, la opuesta fue atrapada y posada a su espalda habiendo hecho uso de la misma llave que ella, o una muy similar.

- "Que poco original..." -pensó al verse en aquella posición a pesar de no haber opuesto demasiada resistencia, por no decir ninguna.

- No me digas... -murmuró a modo de respuesta por el comentario de la vampiresa y que, a pesar de estar en una situación aparentemente desfavorable, sonaba algo aburrida y decepcionada.

Sintió como el agarre se fortalecía y como Murder intentaba subir su brazo para , al parecer, dislocárselo y, aunque ambas tenían más o menos la misma fuerza, la posición de la mestiza no era la idónea a la hora de oponerse a tal acto.

- Deberías cuidar tu espalda en lugar de centrarte den la ajena -su voz seguía igual de pausada y tranquila, pues no era la priemra vez que estaba en una situación semejante. Ni sería la última.

Mientras la peliblanca ajena la "inmovilizaba las uñas de su mano libre se alargaron cerca de los 40 centímetros, manteniéndose afiladas y duras cual diamante. Las susodichas garras estaban posadas en la espalda de la ojidorada de forma selectiva: Los dedos meñique y anular en el princípio y el final de la nuca; el dedo corazón en la espalda y los dos restantes en la zona lumbar y el muslo que tenía al alcance respectivamente; todas estas abiertas y formando una especie de abanico al estar algunas más cortas que otras para llegar a sus destinos sin dificultad.

Dejó que la mujer de negras vestiduras sintiese el frío y afilado tacto en cada una de las zonas, advirtiéndole de forma sutil y precisa que cesara su intento por forzar el brazo de la ojirroja o terminaría con las cinco uñas de esta clavadas en su cuerpo por cortes verticales en diagonal desde abajo. Puede que la mayoría de sus garras no pudieran provocar daños mortales, pero las tres primeras (por orden de nombramiento), se habían posado en puntos delicados como serían la columna, donde se hallaba la médula espinal, y la unión de esta última con el cerebro.

Ruby podía estar dispuesta a perder su brazo momentaneamente, pero dudaba que su rival considerara siquiera la opción de dejarse dañar en sus puntos más vitales.

{{... "Las susodichas garras estaban posadas en la espalda de la ojidorada de forma selectiva: Los dedos meñique y anular en el princípio y el final de la nuca; el dedo corazón en la espalda y los dos restantes en la zona lumbar y el muslo que tenía al alcance respectivamente" - No lo entendí muy bien... ¿Cuándo colocaste tu mano en mi espalda? ¿Y en qué parte la pusiste cómo para que una de tus uñas llegue a mi muslo? @w@U ...}}

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Pero prefería arriesgarlo todo a que perderlo. Así, en un armonioso movimiento de su mano derecha, cual sostenía espada, junto a su mano izquierda, cual presionaba la muñeca de su contrincante, tomó toda la fuerza sobrenatural que poseía y, sonriendo demente y ampliamente, cortó el cuerpo entero de su antagonista de manera diagonal, beneficiándose por el hecho de que la espada ya se ubicaba a espaldas de Ruby.

Una corta hoz de luz se había dibujado en la oscuridad de la escena, una blanquesina. La trayectoria del corte se visualizaba con claridad: desde el hombro hasta la cintura. El acero comenzó a atravezar el hombro derecho de la mujer demoniaca; la sangre empezaba a fluir y a marcar el pulcro material de la espada... próximamente salpicaría toda la zona donde ambas libraban un combate, en realidad, sin mucho sentido. Se acabaría en unos segundos y no más rápido debido a que la espada debía de cortar músculos, órganos y sobre todo: huesos.

Para la mala suerte de Ruby, su defensa no serviría de mucho tan sólo por dos factores:
1. La vampireza llevaba su albornoz sobre su vestido (ver descripciones previas); y si la demonio no lo sabía, aquel cuero del que estaba hecho era tan fuerte como el diamante.
2. Si es que por alguna extraordinaria circunstancia, la demonio lograse escacullir su mano de largas uñas por debajo de ese albornoz cerrado, tan sólo le daría tiempo para clavar las uñas, sin lograr lo que la vampireza ya estaba haciendo: matarla.

Sus ambiciosos ocelos de iris doradas se abrieron más de lo común: una expresión sedienta se formó en su loco rostro sonriente. ¡Bendito acero que podía cortarla por la mitad y darle a su dueña toda la sangre que deseaba!

[A ver, las uñas están alargadas por lo que la mano no tiene porqué estar pegada a tu espalda, es más, está ligeramente separada y a la altura de la parte trasera de tu muslo]



Ciertamente, la vampiresa había conseguido sorprender a su "presa". Ruby no pudo llegar a pensar que la espada estuviera tan bien posicionada para producirle una gran laceración en su espalda, pasando sobre la cicatriz que su hermana mayor le impuso entre sus omoplatos siglos atrás.

Un grito ahogado obligó a la mestiza a abrir sus labios al sentir aquel filo herir su piel aunque, para su suerte, su instinto logró poner en marcha uno de sus poderes, cubriendo, al igualq ue había hecho con su muñeca, toda su zona dorsal, desde la nuca hasta el inicio de sus gluteos, de una fina y fuerte capa de hielo que detubo la espada a medio camino.

No se arriesgaría a que sus garras no atravesaran las prendas de Murder y, replegándolas ccon igual rapidez que como las había alargado, cerró su puño y golpeó fuertemente el estómago de la vampiresa con su codo, haciendo que esta se doblase y aflojase su agarre, aunque fuera solo un poco.

El flujo de sangre había sido detenido por el hielo que cubría también la herida producida y, aún tanteando las posibilidades, no veía manera de librarse de aquel agarre a menos que sacrificase su brazo. Su respiración y pulso se habían acelerado un poco para cubrir las faltas de oxígeno y sangre en su organismo a pesar de la poca vitae perdida.

- Se acabó el juego -advirtió haciendo uso de su control elemental para crear cuatro figuras de hielo, todas idénticas a ella pero de color azul traslúcido que reflejaba toda luz que les llegaba. Así mismo, sus manos no eran manos, sino garras de hielo divididas en cinco "dedos" que aprisionaban y amenazaban a Murder.

Aquellos seres de hielo seguían ciegamente las órdenes de Ruby, tanto las instintivas como las voluntarias por loq ue en cuanto la peliblanca amenazara a la nombrada dichos clones no dudarían un solo segundo en cortar en pedazos a la nosferatu o congelarla en una acción que podía considerarse kamikaze o suicida si esas estructuras móviles pudieran pensar o sentir.

Se creyó victoriosa al oír a Ruby lanzar un grito ahogado; sin embargo, su diversión se vio interrumpida por una congelación de medio tronco. La vampireza por intuición retiró la espada: si no lo hubiese hecho a tiempo, quizás ésta hubiera quedado atrapada en la defensa demoniaca. A la par que sacaba con gran fuerza la espada y observaba como las heridas no se cerraban, mas sí se cubrían por ese extraño material, soltó la muñeca de su antagonista y se apresuró, de un jalón, a desprender la suya del poderío ajeno. Logró lo último debido a su fuerza y a la debilidad efímera de la que había sido víctima su rival.

La vampireza retrocedió cinco metros a lo más y admitió, en su semblante, un temor interno al ver esas figuras esculpidas en hielo. Su rostro se desfiguró: frunció un poco el ceño, sus colmillos se mostraron de manera leve... Sus instintos le estaban advirtiendo y a su vez, de manera inconsciente, reaccionaban de manera defensiva mostrando la perfecta dentadura de Murder.

Repiró algo agitada: el combate era excitante, al igual verla en un estado casi desesperado, perdiendo gran cantidad energía al realizar sus "trucos"...

- Grrr... Vengan si se atreven - le gruñó a todas las figuras y tomó el mango de su espada con ambas manos, sin temblar, segura de defenderse en caso de que fuera atacada. Ahora sólo era cuestión de maltratar a la creadora, quien ahora poseía uñas de hielo, pues si bien la herida estaba protegida seguía abierta, exponiendo aquel líquido carmesí al transparente hielo.

Al igual que la vampiresa no dudó un solo segundo en separarse cuando fue liberada, ampliando así la distancia pero no hasta el punto de perder de vista a su oponente.

Sus ojos, medianamente ocultos tras sus párpados no dejaban de inspeccionarla, sin despegarse un solo momento de su figura y msotrándose afilados, penetrantes y ardientes como el fuego, como si buscasen quemar cualquier cosa donde se posaran.

Tal y como veía la peliblanca las manos de Ruby, al iual que las de las copias, se habían transformado en garras de hielo, cuyo elemento cubría poco más allá de sus antebraos, sin llegar nunca a cubrir el codo, siquiera a alcanzarlo a pesar de que en los clones fuera diferente, pues estos eran totalmente de hielo.

- No les hables, no te servirá -advirtió aún dando la espalda, de forma leve, a la nosferatu, permitiéndole así ver, a través de sus largos cabellos, como la coraza se retiraba y su herida sanaba a gran velocidad.

Ruby no pareció mostrar más signos de hostilidad que sus garras, su mirada y sus rudas palabras, a diferencia de las otras Ruby, que, debido a tener parte del aura de su creadora, podían dejar sentir la hostilidad hacia la ojidorada, aunque eso no era más que un sentimiento que la misma mestiza había implantado en el aura que dichos clones portaban para hacerlos más peligrosos y agresivos.

En su mano derecha poseía esa larga espada de metro y medio, y la izquierda se encargó brindarle una parsimoniosa caricia a lo largo antes de la espada tomara una forma vertical, rozando el suelo con su filosa punta.

- Así que simples marionetas... -musitó sonriente para sí cubriendo la mitad de su cara con la mano izquierda. Parecía haber deducido algo, adivinado, pensado, cuncluído...

Bajó su mano y su flequillo tomó su lugar. El único ojo visible fijó una loca sentencia sobre la demonio y empezó a caminar curvilíneamente hacia la derecha, aún lejos de la titiritera. De pronto, en un instante muy corto, la vampireza, flectando las rodillas, inicio una carrera a velocidad de doce metros por segundo al rededor de los cinco personajes al centro de esa trayectoria.

La vampireza corría y su efigie parecía desvanecerse de tramo en tramo: la penunmbra le devolvía el favor de ser su amante. El círculo se marcaba muy bien; tenía un diámetro de catorce metros, más o menos, y se podía identificar mejor desde arriba debido al surco que la espada trazaba en su recorrido... ¿Intentaba provocar a las esculturas movibles? ¿O qué demonios era lo que pretendía?

Sus orbes no se despegaron de la ojidorada en ningún momento, ni siqueira cuando esta creyó "desaparecer" entre las sombras. Tal y como Murder había hecho antes la mestiza no tuvo más que guiarse por su fino oído y vista nocturna para poder saber donde se encontraba esta primera en todo momento aún cuando fuera lo bastante rápida como para desvanecerse a momentos.

En cuanto la vampiresa inició carrera, rodeando a su rival en círculo, esta última no se mantuvo en el lugar. Desconocía las habilidades ajenas y no se arriesgaría a que aquel círculo tuviera alguna función relacionada con la magia o algún otro poder que la peliblanca pudiera tener.

Una corta carrera fue de la que hizo uso, una vez su muslo estuvo casi completamente sano, para dirijirse al límite del círculo. Bien podía ser lo que su oponente pretendía pero, en cierto modo, le era totalmente indiferente.

Tenía listas sus garras para defenderse o atacar de ser preciso al igual que sus clones, cada uno de los cuales se dirijió de forma rápida, al igual que Ruby, al exterior del círculo por donde más cerca le quedase el final de este, es decir, dos de ellos se voltearon hacia el mismo sitio meintras los restantes parecían desperdigarse, uno de ellos corriendo tras la diablesa como si de un guardaespaldas se tratase.

¡Jajajajá! ¡Si puedes jugar con hielo - le gritó antes de que se acercara- yo puedo con fuego! - y, como causa de la velocidad y el roce, unas chispas empezaron a salir, causando que en cuestión de efímeros instantes el fuego se propagase por casi todo el largo del camino y consumiera una decena de árboles. Era de esperarse: el suelo del bosque no era más que una gran cubierta de hojas resecas y el oxígeno en ese ambiente natural era abundante.

Las figuras heladas se dispersaron: dos la esperaban y otras dos acompañaban a la escurridisa demonio. La vampireza sonrió y, antes de llegar al límite del cierre del círculo número "x", impulsándose con ambos pies, se elevó al menos tres metros ( menos del doble de su estatura).

Su efigie pareció volar de manera parsimoniosa... Sus largos cabellos platinados se mecían en el aire como la cola de una cobra, su albornoz negro se oscurecía más al contra luz... Bajo la luna llena, sobre la demonio de lívidas iris...

- Muere ... - susurró con la espada sostenida por la derecha, apuntando a la cabeza de esta.

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{{... Perdón si hice un mal movimiento... es que no sé si entendí bien tu último traslado... ;/////;^ ... Y gracias por proponerme como Lady Kuroshitsuji, aunque sé que no ganaré... LOL! ...}}

[Lo que no entendí es lo del círculo "x" pero bueno, una con sueño no piensa bien xD]



El hacer uso del fuego para combatir el hielo no era algo que pudiera sorprenderla, aunque si fue el ver que dichas llamas habían sido provocadas por el roce de la espada con alguna piedra del lugar, quemando todo a su alrrededor.

Dos de sus clones, paradójicamente dos que habían ido en direcciones opuestas, terminaron deshaciéndose por el intenso fuego. Bueno, por las llamas y el mero hecho de que Ruby no ponía más energía en regenerarlos una vez entraron en estas.

Los reflejos de los otros había sido mejores, al igual que los de la mestiza. Las tres se detuvieron a unos tres, quizás cuatro metros del inicio de las llamas, pudiendo observar como el bosque emepzaba a quemarse. Esa no era buena señal.

Si el bosque se quemaba los animales no tendrían qué comer en aquella zona y podrían adentrarse en los pueblos de la zona o por las afueras de la ciudad, lo que significaría más trabajo y problemas que solucionar.

Siendo así, dejó que su oponente saltar a apor ella en un movimiento bastante predecible y, por tanto, de fácil esquive. Sin embargo, la diablesa no lo esquivó, no del todo al menos.

Dejó que Murder cayese, apartándose algunos centímetros para que la espada ya no resultar aun peligro y la cogió del cuello, aprisionándola contra el suelo.

Una de sus garras estaba posada sobre la garganta de la vampiresa, mientras la otra impedía el movimiento de su mano armada, impidiéndole usar la espada aunque aún tenía en cuenta la mano libre de la nosferatu.

Así mismo, una vez la peliblanca estaba bajo su "control", Ruby no dudó en hacer uso nuevamente del poder vampírico heredado de su madre, el mismo poder que le otorgaba el manejo total del agua en sus tres estados. No le fue difícil condensar el vapor de agua del aire y aumentar la humedad, bajando así la temperatura y creando una corta pero fuerte lluvia que se cernió solo sobre las zonas que ardían y las ya quemadas.

- Mala suerte Little~ -comentó cuando el fuego se hubo extinguido y la vampiresa se encontraba bajo ella.

Murder debía medir bien contra quien o qué se enfrentaba, pues nada era lo que parecía ser y muchos otros ases quedaban ocultos en las mangas de la mestiza.

Había caído clavando la espada en la tierra y en un inesperado movimiento,la demonio la había puesto contra el suelo. Intentó mover su mano diestra para clavarle la espada, aunque fue inútil... Frunció el ceño, y una molestia se hizo notar en aporcelanado semblante. Sin embargo, una sonrisa de lado se formó cuando oyó: "Mala suerte, Little"

- Pero si lo que quería... - sentenció aún cuando su garganta se hallaba aprisionada - era tenerte así...

Flectó las rodillas por debajo del cuerpo ajeno y, de un movimiento, sus pies lanzaron una fuerte patada al abdomen, justo en el diafragma respiratorio de la aparente muchacha, hundiendo sus pies en ese frágil cuerpo, provocando así, un desgaste respiratorio.

Es más... Aprovechando la reacción que fuera a tener, atraparía el brazo derecho, que inmovilizaba su cuello, con la mano izquierda y con tal fuerza que sus dedos se clavarían en la piel, adentrándose por la misma.

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{{... Lo de círculo "x" lo puse porque no sabía si tu reacción había sido inmediata al inicio de mi carrera... Y viendo la velocidad a la que iba... ;/-/; ... Aish,perdón por confundirte. ...}}