Halloween!

Inclinó su cuerpo haciendo que su espalda se arqueara hacia abajo, como si el golpe la hubiera obligado a ello aunque su agarre no cesó aún a pesar de la mano que intentaba aferrarse a su piel, rodeada de hielo por aquellas garras de apariencia demoníaca hechas completamente de agua congelada mucho más dura que el hielo común, por lo que las uñas de la vampiresa no lograrian atravesarlas.

Una risa burlesca, sarcástica y refinada se dejó escuchar desde la boca de la diablesa. Esta alzó su rostro nuevamente, permitiendo a la mujer que mantenía apresada ver como sus pies habían chocado contra una capa de hielo en lugar de contra el vientre de la ojirroja, cubierto por la susodicha capa.

- Me subestimas si piensas que voy a dejarme coger por segunda vez... -informó con una amplia sonrisa al tiempo que su agarre a la garganta ajena se afianzaba, cortándole la respiración al ejercer presión contra el suelo que, de seguir así, no tardaría en hundirse a menos que el cuello de su rival se quebrara antes de ello.

A decir verdad no tenía intención alguna de matarla. Simplemente la dejaría inconsciente o sin ganas de seguir "jugando", aunque algo le decía que a Murder aún le quedaban algunas sorpresas por mostrar, y eso la complacía.

- Tu cuello... se-rá... mío - logró musitar aún con la garganta presionada. Entonces, tras hacerlo, su cuerpo empezó a hundirse en el suelo. Su efigie se deformaba velozmente, era carcomida por la oscuridad así como una mortal enfermedad consume el cuerpo y alma de quien la padece. Lo último en verse fue un haz de luz roja: sus ojos se estaban tornando carmesí de las ansias.

Así como en el primer instante de su encuentro la vampireza había desaparecido y reaparecido detrás de la demonio, las enormes sombras provocadas por el incendio forestal ayudaron a escapar a la vampireza.

Su presencia se vio nuevamente al lado derecho del camino, apegada a un alto árbol de resecas hojas... En su cuello se marcaba un surco rosado sobre el cual la vampireza puso su mano derecha acariciándolo.

- Me estás causando muchas molestias... - musitó sin mostrar la mirada: sus flequillo le cubría, por entonces. Entonces, Eolo se puso de su lado, como si ella fuese su hija predilecta en el griego mundo, y sopló una vorágina, una tormenta de aire que apagó el incendio, que reduzco el todo en la nada... El bosque lloró, se lamentó, suplicó perdón sin hacer nada más que dejarse mecer por el fuerte viento, al unísono que la negra capa de la vampireza se ondeaba con intensidad.

El efímero instante de desespero se extinguió. Todo volvió a la calma; sin embargo, la demente sonrisa de la vampireza volvía a deformar su rostro.

Dejó de ejercer presión y se levantó cuando se hubo cercionado de que Murder ya noe staba bajo ella. No le fue muy sorprenderte que su adversaria pudiera fusionarse con las sombras, pero sí que reconocería que era molesto. Se alzó de forma lenta, volteando apenas su cuerpo hacia la platinada a la que casi daba la espalda. Su mano zurda se posó sobre su cadera aún a pesar de la garra de hielo que aún poseía siendo esta mano la única que Murder podría ver por la posición de su cuerpo.

- Dilo cuando seas capaz de hacerlo -aconsejó mirándola sin perder detalle de cada movimiento de esta, ni siquiera cuando esta apareció sobre el árbol.

- Molestar es mi especialidad -contestó como si de una confesión se tratara, siendo bastante sincera al hablar.

Gustaba de molestar a muchos, a pesar de que solo en pocas ocasiones aquellos "juegos" habían tenido un final esperadon y no muy bonito, aunque casi siempre a favor de la híbrida.

No tardó en cubrirse el rostro con una sola de sus manos, evitando así que tierra y hojas arrancadas por el vendabal dañasen sus ojos así como el fuerte viento del que se componía. Chasqueó su lengua mostrando parte de su enojo, el agua no podía contra el viento y el viento no podía contra el agua. Ambos elementos eran incontenibles y peligrosos si sus "dueños" sabían cómo manejarlos sin perder el control.

El lamento del bosque llegó a sus oídos incluso sin necesidad de que estuviera mimetizada con él. A veces incluso los sentimientos de los seres más inesperados podían sonar con fuerza si se prestaba, consciente o inconscientemente, la atención adecuada.

- Deberías sentirte mal, has quemado los árboles y ahora los sacudes con una ráfaga de viento... -comentó cuando el temporal amainó antes de borrar la pequeña sonrisa maliciosa de su rostro, volviendo a mostrar una expresión seria ayudada por sus afilados ojos, mucho más ahora que su ceño se había fruncido un poco.

Desconocía que planes tenía la vampiresa y aquella desquiciada sonrisa solo le alertaba de que tuviera cuidado. No tenía pensado usar ni una sola de sus técnicas mayores, y también debía tener en cuenta la salida del Sol, no mortal para ella, pero sí altamente molesta. Sin embargo, y para bien o mal, aún quedaba tiempo antes del amanecer a pesar de la temprana hora.

Se mantendría alerta a cualquier movimiento, sospechoso no. No podía arriesgarse contra una vampriesa enojada, menos aún si esta tenía un control elemental contra el que no podía competir con ventaja. Así mismo tampoco podía descuidar las otras posibles habilidades de su contrincante, sería un error fatal.

Alzó tan parsiomoniosamente el mentón que al fijar su rostro en aquella figura híbrida un rostro venerado por las tinieblas se hizo presente... Un verdadero rostro de un ser sobrenatural exigido a la cólera y la ira...

Sus doradas iris, encendidas por la excitación de un juego aparentemente interminable estaban rojas, tan rojas como la sangre que sus labios reverenciaban y convocaban cada cierto tiempo.

- No... Molestar no. Provocar es la palabra correcta... Y yo... Jm... jmjm... ¡Jmjmjajajajajajajaja! Tontamente he caído en tu vulgar juego. - Su voz era diferente, casi como un eco desgarrador se reproduciera detrás de ella. Sus cambios de ánimo eran abruptos,pero esa sonrisa demencial no se separaba ni un instante de esa transformada cara.

De pronto, sus blancos cabellos largos se izaron y en contraste con el ébano fondo fueron como víboras sinuosas.

- No mereces más que ser complacida. - Su última frase fue acompañada de un impacto en el aire, una exploción de su ser en un ciento de murciélagos, mismos que habían surgido de la fusión de la carne con el albornoz dela vampireza, último que se había alzado deliberadamente por el torbellino envoltorio de la esbelta nosferatu.

Aquellos mismos murciélagos, satisfechos por la oscuridad que aún perduraba ejecutaron un plan estratégico de ataque. Hechos del mismo material que el albornoz eran completamente indestructibles, tan fuertes como restos de diamante en bruto. En fin, se dirigieron a la híbrida mujer volando a una velocidad de 20 m/s., impactando justo en sus hombros, en sus brazos y sus piernas. ¿Ciertamente qué podrían hacer aquellas criaturas?Simplemente adormecerle aquellas zonas.

{{... Perdón por la demora. u ù ...}}