Vuestro peluche~

Una mano de pálida ascendió, acariciando el material del protón, frente de sí, hasta palpar una zona vulnerable donde, tocando con fuerza, resonaría en el interior de la casa y no sea maltrataría los dedos. Así fue: tocó a la mansión, su efigie seguía cubierta por las sombras de un techito que sobresalía por arriba del portón.

"Ojalá salga Kuroro... Será un grato placer verle... Otra vez. Y espero no se haya enfadado por no haberle esperado la otra vez que se encontró con Grell", su mente divagaba entre deseos y pensamientos vagos y un poco infantiles... Sonrió, con aquella pícara sonrisa que siempre tenía e su semblante: oyó pasos acercarse.

( Linda firma ~)

Los delciados apsos del conde se dirigieron hacia la puerta, su mano izquierda se dirigió a tomar el pomulo de la puerta y abrir esta con suma suavidad, vestia como normalmente en su faceta de conde de Lucifur, Miró hacia adelante y vió cual conocida figura femenina, de plateadas y ojos fulminantes como el oro. Señorita Murder. Dijo a modod e saludo abriendo completamente la puerta.

Su ondeante cabello ahora estaba corto y simpático, su vestimenta se había transformado por completo: ahora llevaba un bonito corsé negro y una cinta espinada sobre sus platinadas hebras, sujetada por una rosa negra de inexpirable existencia... Toda ella estaba diferente, claro que en el aspecto superficial, pues su ambarina mirada seguía siendo entrecerrada y deseosa, su sonrisa pícara manteníase aún vislumbrando en su semblante y su piel continuaba tan blanca y tersa como la másfina seda.

Vio a Kuroro abrir la puerta y una expresión de satisfacción sehizo notoria. Dudó de entrar: quería ser cortés, pretendería serlo para el conde, por su gentil invitación... Y lo probaba el hecho de no haber ingresado por el mundo de las tinieblas al interior de tan magna estructura. Mantuvo su silencio y acomodó coquetamente el cabello detrás de la oreja con la mano derecha esperando algún comentario sobre el cambio de look.

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{{... Gracias. >w< ...}}

Le sonrió en forma algo coqueta y regdiona como diciendo " No te daré en el gusto" Pero tras unos momentos, más que apreciarlo, que si lo ahcia. Decidio preguntar el. ¿ Por que ? Del cambio de look tan radical, no era que no le gustara, sus ojos, mirada y getsos decian lo bien que se veia relejada a la vista del conde, pero le llamaba la atención el saber por que.

Mientras, le hizo una seña para que esta entrase a la mansion y se pusiera comoda.

- ¿No cree que me veo más mona así...? ¿Más estrujable? ... Quizás como un lindo peluchito que siempre puede tener entre brazos~ - respondió a su pregunta. No se notó vergüenza en sus palabras, mas sí un tono juguetón y coqueto. ¿Le gustaría al conde? ¡Bah! No había nada de malo en innovar.

Obedeciendo al ademán del duque para entrar, dio dos pasos justos y cruzó el marco de la puerta. De su cuello colgaba el albornoz de siempre, y llevaba su paraguas a la mano derecha, casi arrastrando.

- Su lugar de residencia es hermoso. Nunca antes había estado aquí - confesó. Avanzó lentamente, volteándose una que otra vez, observando con detenimiento, examinando con esos grandes ojos.

Hehehehe.. Pues si, la verdad se ve muy mona. Le contestó en igual tono jugueton con una inocente sonrisa. Abriendole paso para que entar y viera cuanto quería. Asi tambien viendola él de manera discreta, examinando los rincones de cada cambio en la chupasangre.

La verdad, se ve bastante hermosa, Murder. Le confesó pues era algo de verdad bello, una mujer con ojos de oro y cabello de plata, agregandole un buen usto a la vestimenta y un delicado pero generoso cuerpo bien cuidado y modales de... bueno, modales, debía conocerla más.

Cerró la puerta tras de si y avanzó hacia ella rosando sus cabellos con la zurda en una caricia delicada por estos, rosando tambien aprte de la suave piel de su mejilla. Muy hermosa.. lastima que a mi, me gusten las mujeres de larga cabellera. Sonriendo con natrualidad pues era cierto, Lucifur le fascinaban las mujeres con largas cabelleras, lisas y cudiadas, como ella antes de cortarselo, aunque en realdiad, el picaro conde solo quería ver su reacción, pues aunque carecia de experiencia, notaba un interes más allá de parte de la platinada.

"La verdad, se ve bastante hermosa, Murder", escuchó. Quedó inmóvil, detenida en el lugar donde había oído aquella frase. Un rubor se asomó por sus mejillas, muy notorio. "... Maldita sea" Bajó la cabeza, haciendo que sus platinadas hebras cayesen por los lados de su rostro y así, evitar que se viera el sonrosar de sus pómulos. Guardó silencio.

¿Qué contestar? Para empeorar su situación, sintió el sutil roce de la mano varonil en su cabello recién cortado y en su mejilla: un escalofrío le recorrió el cuerpo, lo que produjo que cerrase los ojos como un niña que espera algo más después de eso. ¡Y vaya que llegó! "... lástima que a mí, me gusten las mujeres de larga cabellera". Una expresión de fastidio se formó en el rostro fémino de la "chupasangre". Se lamentó por un segundo; sin embargo, para el infortunio del conde, en esa ocasión, la vampireza sentía el orgullo traicionado por sí misma... Y la respuesta no se hizo esperar...

- Pues no me debería importar eso, ¿verdad? Puede conseguir varias de esas... Por ahí -dijo volviéndose de un movimiento hacia el conde, celosa de pensar en otras mujeres de largos cabellos.

Seguía sonrojada...

Como no iva a agradarle, era una juguetona, simpatiquisima y ademas hermosa mujer, era bastante agradable aunque claro, debería de cuidarse d eno provocarle mucho, ya una habia sido con el grandioso "Así es Inglaterra" en el callejon dond ela conoció, y ahora con lo de los cabellos largos. Se rió cuando esta se quedo frente a él y le dijo lo de encontrar a "otras" a lo que manteniendo aquella sonrisa triunfante y entretenida le contestó: Pues por ahi y por aquí tambien, la señorita Zamantha que a todoe sto me pregunto donde estará en sus horas de trabajo, es una mujer de largas hebras de uncolor intenso como el fuego un ciertamente es una mucama muy hermosa. Asi que aquí tambien puedo verlas ~ Se llevó una mano cerca del pecho mientras la otra era alzada junto a su rostro, cerrando sus ojos y poniendo un tono de voz melodioso, no era mentira, aquella mujer era hermosa y sin duda, la alegria de los empleados varones d ela mansion, pero era ¿como decirlo? demasaido, para él. Tanto como para no interesarle más allá de una sirvienta.

Dedujo el juego del conde. Le sonrió cubriéndose la cara, cerrando los ojos.

- No debería jugar con fuego... - aprovechó que tenía la mano derecha sobre casi todo el rostro para acariciar su cabello y bajarla nuevamente. Observó al conde con sus iris amarillentas, resaltantes y encantadoras, más por ese rubor perseverante debajo de ellas... - Además, a puesto que ella, no le ha hecho sentir lo que yo... - el rubor se hizo más obvio, le sonrió pícaramente. La seguridad volvía a su ser.

Le dio la espalda, y en el movimiento, su albornoz giró galantemente, se ondeó y terminó en su misma posición. La vampireza anduvo hasta dejarse caer en un sofá amplio y de oscuro color; se hundió en él y exclamó:- ¡Suave! - Parecía, sin duda, una niña gozando de lujos que jamás había logrado tener.

Como si fuese un bombardeo, un ruor enorme atacó acada centimetro de la cara del conde con las palarbas de la platinada, sin duda le había dejado callado de una sola vez. Silencisoamente este se desvió la mriada cuando ella se volteó y se dirigió hacia el sofa mientras que él, tomaba aire tragando grueso, y hasta delatandose en un movimiento de su abrigo como si buscara refrescarse un poco.

N-no... Susurróc asi inaudible como respues, aun sin voltearse a mirarle por el rubor en su rostro que de muy poco disminuia.

- Puedes quitarte el abrigo, al fin y al cabo es tu mansión, y a mí no me molesta en lo absoluto... Tu cuerpo está muy bien torneado como para ocultarlo bajo esas telas aristocráticas... - le dijo mientras se acomodaba en el sofá y todo el vestido se iba subiendo poco a poco, mostrando sus largas piernas recubiertas de unas delgadas medias negras. Ya había notado el rubor causado en Kuroro y una sonrisa no dejaba de esbozarse en su semblante: nuevamente tenía el control. Detuvo su acomodada.

- Ven aquí para que me expliques las reglas de la "casa" y dónde se ubicará mi habitación - dijo mientras palpaba el sofá a su lado izquierdo con una sonrisa amplia y ojos cerrados.

Su seño se frunció un poco y se voteo, arrebatando todo rubor que en algun momento le cubriera la cara. No era soberbio, para nada, era quizas el conde más humilde entre los nobles de la santa tierra pero... ¿Cree, Murder que esté bien el tutear a un conde en su propia mansion? más cuando es una invitada y ademas, hacer gestos que apra la nobleza no tan modesta, puedan parecer insultantes ? Con lo último se referia a lo de palparle el asiento, ciertamente no le molestaba .. mucho, en realidad no le heria ni anda, pero un minimo de respeto debia de pedir o simplemente tener por ser el dueño de casa. No deberian de palparle un lugar apra que se acercara como si fuese un llamado de atención a una amscota y mucho menos tratarle tan osadamente en voz alta, almenos no en un lugar tan "publico" como el recibidor donde cualquier empleado podria verlos.

Uuhmm... -notó el fastidio del conde y viéndole con los ojos entreabiertos puso una carita triste, no tan exagerada, parecía realmente sentir lo que acababa de hacer. De pronto, se levantó sin mucha dificultad y de un impulso se lanzó sobre él, colgándose de su cuello, dejando a su cuerpo caer y juntarse al del conde como a la Física se le placiera - ¡No se enoje conmigo! - a pesar de ser pedido en un tono casi infantil, lo decía en serio. Sus ojos estaba cerrados, sus mejillas algo sonrosadas y aprisionaba con algo de fuerza aquel cuerpo masculino. Sólo quería que se sentara para que ambos estuviesen más cómodos... Quizás.

Su vestido negro de apretado corsé le formaba una bonita figura, y su pierna derecha alzada, por el mismo acto realizado anteriormente, mostraba la curvilínea figura de su larga pierna.

¡¡....!! Solo su expresión mostró el asombro, ciertamente se habia tmado quzias demasiada confianza pero el no estaba enfadado, quzias algo incomodo más por cosa de imagen. No seria bueno todos los empelados le rtatsen de tu y demases. Se undió un poco más en el sofa con vampiresa sobre si, sus manos quedaron a la altrua de la cintrua de esta aunque sin abrazarla del todo y las piernas propias quedaron atrapadas entre las ajenas. N-no estoy enfadado.. Muder... Dijo con un sonrosar natural por la situación, ademas de que era segudna evz que le tenia TAN cerca, esta evz era en su casa y ademas.. ciertamente s eveia más linda.

Terminó por posar sin miedo sus manos sobre la cintura de su extrovertida acompañante y sonreir levemente con los ojos entrecerrados.

Sentía la manos del duque en su angosta cintura, ajustada por el corsé negro. No estaba enfadado, aún así la sostenía... ¿querría tenerla así?

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - cuestionó al conde sentándose sobre él, de una manera muy femenina, pero a la vez atrevida, al soltar el cuello del duque - ¿Qué eres?

Le miraba esperando una respuesta, con un rubor en las mejillas. Posó su mano derecha sobre la mejilla del conde, acarició la misma con sutileza y ternura: era un bello hombre, era inevitable.

Cuando esta se sentó quedando con una pierna a cada lado de las de él, este nuevamente se rubptizó un poco más. Nisiquiera le alcanzó a contestar que si podía preguntarle algo, lo que no significaba que este le respondiera, apra colmo, le seguía tratando de tú.


El conde de Lucifur y amo de esta mansion. e dijo serenamente aunque no de forma pesada, entendía su rpregunta, pero algunas cosas era quizas mejor no saberlas.. todavia.

- ¿Es una pregunta para que te trate de "usted"? - su mirada se entrecerró un poco y la amplitud de su característica sonrisa se desvaneció levemente. Disimuló un poco y se acomodó para sentarse a su costado, y ya no sobre él. Se acomodó el cabello, mirando el piso con aquella expresión de falsa alegría...

Sin esperar a que contestara, como lo había hecho hacía unos instantes, prosiguió:- Bueno... ¿Me llevará a mi habitación? - esta vez, formalmente.

Le negó algo divertido con la cabeza. Se levantó suavemente estirando su abrigo cuando el joven empleado llegó con el cafe en una bandeja de plata. Una tasa sumamente pequeña que tan solo duro un sorbo de unos tres segundos.

AL acabar dejó la tasa en el platillo sobre la bandeja, le agradeció al sirviente y le tendió la mano a Muder para que se la tomara y le acompañara. El empleado tomó el equipaje d ela dama y se dispuso a llevarlo unos dies pasos tras ellos dos.

Observó como un hombre, ajeno a la situación, ingresaba sin más, y dejaba, caballerosamente, una tacita en manos del conde. Supuso de inmediato que era el empleado de la mansión, por tanto, dejó que se llevara su maleta sin preocuparse. Al mismo instante miró a Kuroro ponerse de pie y extenderle la mano. Sonrío ampliamente y con total cuidado se levantó, tomó la mano del joven Kuroro y le siguió. La presionó levemente mientras andaba a paso lento, sensual y elegante, ondeando su negro vestido durante el recorrido... ¿Hacia dónde irían? Era un intigra: ya deseaba ver la habitación continua.

Al cabo de unos cuantos pasos, le habia almenos dicho quienes vivian en la mansion, dos invitados que eran ella y el señor Undertaker, sus empleados que eran Zamantha, Kurai, Hayley, Arval y Jekyll.

Finalmente llegaron a una puerta y tras abrirla, un cuarto no muy grande pero para anda pequeño, con muembles para ropa y otros articulos, una cama de plaza y media y un lindo velador ademas d eun balcon con buena vistaa los jardines. Aqui estamos, Muder. Le dijo entrando y sonriendole, haciendole un gesto con la mano que nunca le soltó como si danzara cuando le hizo entrar.

Largas cortinas abiertas eran las encargadas de opacar la luz exterior; los ventanales eran altos y delgados, como a ella le gusta; una cama de delgadas y finas mantas se vislumbraba casi al medio de la habitación; uno que otro velador se adecuaba al cuarto que poseía colores cálidos, un bello alumbrado blanquesino, adornos, velas. Todo impecable.Era de esperarse por parte de una persona tan ordenada y pulcra como lo era Kuroro.

Su expresión frívola de vampireza se iluminó intensamente, parecía volver a vivir. Tanta elegancia no se le había brindado en anterioridad. Sus ojos destellaron y sus mejillas se ruborizaron, abrió levemente los labios rosados tan sólo para susurrar-:

- M-Muchas gracias - presionandola misma mano que él no había soltado, y que ella esperabano lo hiciera. Sin darse cuenta, su mirada se clavó en el balcón y corrió a él de la mano del conde. Abriendo las compuertas salió y el violento viento violó sus cabellos blanquesinos; cerró los ojos aspirando el amargo aroma del jardín, mismo que se mezclaba con el encantador olor de las flores que allí crecían. - Es hermoso, muchas gracias -repetió.

No tiene por que.. Le susurró de vuelta estando tras de ella, con la mano sujeta, le habia hecho más gracia aquel desahogo de la platinada. Más aun cuando esta se posó en el balcon, inevitablemente el cuerpo del conde al ser jalado, chocó de frente con las redondeadas caderas de su invitada, impactando contra sus gluteos algo atolondradamente y soltando un "Oh !" al momento de.

Dió un paso atras y sonrió con algo de timidez. Mi casa es su casa. Musitó apra intentar pasar desapercivido.

Sintió el choque casual del conde, cosa que le hizo sonrojar un poco más, pero al igual que él, sintió una ligera vergüenza que correspondió a la sonrisa tras virar el rostro para escuchar la última frase.

Soltó la mano del duque... quizás la permanente presencia del mayordomo le incomodaba. Regresó al interior de la habitación, con el ser más frío debido al clima y con las manos ya libres tomó las cintas que ataban su albornoz al cuello y lo desató, dejándolo caer al suelo. Continuó avanzando y cayó rendida sobre la esponjosa cama. Su cuerpo se elevó levemente y sus cortos cabellos se exparcieron sobre las finas sábanas. Tenía los ojos cerrados y una pícara sonrisa, los brazos extendidos, las mejillas rosadas, las piernas delgadas y largas cayendo por el filo de la cama. Su pálida piel en contraste de su vestido negro y no tan largo, definitivamente le daba un carácter tenebroso, pero seductor.

( Hace rato dije que el mayordomo se retiró u.ú )


Bueno, espero le guste, Muder. Dió un suspiro algo acalorado y se llevó las manos a la espalda entrecruzandolas entre si. Ojeando de reojo todo el cuarto y leugo a ella postrada en la cama, se veia inda, era linda, hermosa. Por lo que no e molestó contemplarle un momento en silencio.

( No lo leí... u///u ... lol! xD)

Abrió los ojos. Una "grandiosa idea" se lehabía cruzado por la mente y deseaba ejecutarla ahora.

- Quiero conocer a los demás habitantes - musitó claramente para él... sólo para él. Sonrió levemente y su blanca dentadura se vislumbró. De inmediato, incorporándose, notó la mirada del conde clavada en ella y, claro, como siempre: malpensada, se sonrojó con un gesto de ofendida:- No debería andar viéndole las piernas a una dama mientras está indefensa~