Vuestro peluche~

No cambió su mirada en ningun momento, siguió fijo mirando a Muder y le respondió calmado y consiso. Estaba mirando su rostro, Murder, se ve bella cuando aquel rubor le cubre las mejillas. Sus ojos se cerraron acompañados de una sutil sonrisa y una elegante caminata hacia la cama sentandose en un borde de esta. Mirandole ahora con los ojos abiertos.

Por aquelo no se preocupe, tan pronto algunos trajes esten listos, se llevará a cabo una fiesta en esta mansion por cada uno de los integrantes que ojalá, lleguen a parecer una familia aqui en mi hogar.

- Uh... -se calló al mismo tiempo que oía lo bella que se veía sonrojada y su cuerpo, sin ella quererlo, obligó a su rostro a sonrojarse un poco más al oírlo. Ondeando su platinado cabello, giró la cabeza hacia el lado contrario donde se sentara el joven Kuroro y con los ojos entreabiertos se cuestionó el porqué de su rubor, de esta invitación, de su compañía y de todo.

"Una fiesta", oyó decir. Reaccionó.

- Entiendo -habló sumisa- ya quiero que ocurra... Así de repente pueda bailar con usted-. Sonrió cerrando los ojos: esta vez se preguntaba por qué rayos había dicho algo tan estúpido y cursi... No era de su gusto ese tipo de tratos.

Sería un placer. Respondió gustoso, no era quizas muy bueno bailando, pero se defendia bien en el tema.

Alzó su mano para tmar el mentón de su acompañante y giarlo suavemente en una delicada caricai hacia su proia vista, subiendo cicha mano entreabriendo sus dedos, entrelazandose estos en sus platinados cabellos mientras su piel acariciaba la ajena hasta llegar a su cien y su palma en la mejilla. Espero realmente disfrute tanto su estancia aquí como yo de ver su bellesa pasearse por la misma. Su voz fue casi melodiosa en un susurro bajo aunque no inexistente, su mano se quedó allí en el rostro de la vampiresa y sus ojos en los suyos.

Intimidada por el inesperado acto de Kuroro, intentó mantener la calma. Sus grandes ocelos de doradas iris se fijaron en los contrarios y vio en ellos al mismo hombre que había conocido en el callejón. Su mirada destelló por un efímero instante; sus labios temblaron: querían sonreír, pero como vampireza, quería morderle el cuello... Malditos instintos...

Movió el rostro en sentido contrario y sus cabellos se pasaron entre los dedos del joven sin problemas: el embelazamiento con el bello rostro y el perfecto cuello de Kuroro había terminado a propia voluntad. Cerró los ojos con fuerza y una expresión de fastidio se adueño de su fino rostro pálido.

- Disculpa... - susurró en un incómodo momento de silencio.

Arqueó sus cejas y parapdeó unos instantes, no se esperaba... en realidad ninguna reacció de parte de ella, pero si sabia que no algo como un acto tan desprecivo y repentino. Se levantó suavemente de la cama acomodandose el abrigo y un poco el cabello. Bueno, debe de tener mucho que hacer con su equipaje y cosas, será mejor que le deje estar. Se volteó a mirarle por sobre el hombro con una sonrisa simple a ojos cerados.

Acodándose sobre sus muslos, con la espalda un poco arqueada hacia adelante, se tapó el rostro viéndole alejarse por el rabillo del ojo. Guardó silencio... No quería hacerlo, no pretendía... Cerró los ojos y sus colmillos se alargaron.

- Sí, es verdad. Necesito un poco de tiempo para arreglar esto... - le dio toda la razón... Si no se iba y si ella no le trataba cortante, iba a terminar en lo peor, en un daño que no sanaría.

Sus dedos presionaron su rostro de una manera delicada: la vampireza se contenía se actuar como lo que era, de dañar a quien no quería. Disimuló dificultosamente una sonrisa y esperó a que el conde se fuera.

Al fin y al cabo nunca habia estado con una mujer, no sabia seducir ni mucho menos, más con la que tubo mayores acercamientos, Mufrder, fue ella quien habia empezado el juego aquella vez. Asi que él no tenía nada que hacer.

Susupiró para sus adentros algo apenado, era tortuoso ser asi, pero ya que... Cualquier cosa que nesesite, estaré abajo o si no en el jardin, Murder. Hizo un ultimo gesto con su cabeza y salio del cuarto cerrando la puerta tras de si.

Salgo del tema.

Tras cerrarse la puerta, mordió su brazo derecho tras descubrirse la cara. Mordió con rabia, odio y desesperación. Escuchaba en su mente voces que le susurraban, le ordenaban y jugaban con su sentir... Sus colmillos blancos se tiñeron de carmesí y de su brazo empezó a brotar sangre en medias cantidades; sin embargo, tras presionar la herida y soltarla, la sangre continuó corriendo libremente, por su brazo y por su mano hasta caer al suelo.

La vampireza se apresuró a beber de esa sangre y extrañamente, tras dar varias lamidas a su suave piel, empezó a llorar... No fue aquel día, pero su bello conde sería, en cualquier momento, presa de sus colmillos, de su lengua, de su "gula" y descontrol.

Guardó silencio. La herida se cerró y con ella, los labios húmedos y rojos de la vampireza que ya esbozaban una de sus sonrisas amplias y "pícaras", a pesar de tener lágrimas en las mejillas marcadas de sangre.

[Locked.][¿?]