Las ocho de la mañana, la hora perfecta para ir al mercado, así no habría mucha gente… ¿No?
Después de preparar el desayuno a su quería princesa se preparó para ir a donde quería, para poder comprar aquello que antiguamente hubiera realizado si no llega a ser por cierto “accidente”
Se despidió de ella diciéndole antes de irse que no tardaría y sin más salió de la mansión de los Voltaire.
Se estaba bien por las calles, no llegaba hacer frío como otros días, se notaba que la primavera había realizado un buen trabajo.
Caminó elegantemente mientras que vestía de sus típicas ropas, traje de mayordomo, sin embargo no era como todos; negro, si no que en este caso se trataba de una elegante camisa blanca, cubierta por una semblante “chaqueta” amarilla, decorada por la parte de los codos por un cinto negro, mientras que el pantalón que poseía era blanco, pegando con lo que llevaba.
Y así poco a poco fue llegando a su destino, cosa que parpadeó una vez que vio la cantidad de gente que circulaba en busca de sus cosas.
Estaba completamente equivocado al pensar que no habría nadie… Resopló y se encaminó de nuevo.
Sus pupilas iban de un lado a otro en busca de la tienda perfecta y allí la encontró; repleta de elegantes trajes, tanto para mujeres como para hombres.
Sonrió satisfecho ante ello y se acercó a paso lento, bien, ahora a buscar realmente lo que quería.
Con su mirada azulada fue observando cada traje que había allí, sin dejar escapar un mínimo detalle, quería algo que le convenciera y claro esta que le gustara…