¡De Compras!

Siguiendo de cerca los pasos de su ama vestía como siempre pulcramente con su traje negro y corbata de moño roja y amarilla y su largo cabello castaño amarrado a una cola con un moño rojo a su nuca, Sus manos enguantadas en blanco se mecían a los lados de su cuerpo mientras avanzaba. Al comentario de Lady Auroxia el mayordomo sonrió alegremente - Si, My Lady – y sin más entró a la tienda con ella sin siquiera reparar en que clase de lugar se metía. Al mirar alrededor, de distraído siguió sin notarlo pero su atención se centró en unos listones para el cabello de seda con brocados en plateado.

Giró su mirada hacia su ama al escucharle y recién allí entrando en conciencia donde se encontraba, giró su rostro de lado a otro nervioso viendo mujeres por todos lados. Cerró sus ojos y negó fuertemente con su cabeza llevando sus puños cerrados a sus labios intentando quitarse esa sensación de encima y conteniendo aquel gritillo que amenazaba con manifestarse. Nuevamente la voz de su ama le llamó la atención vislumbrando como esta se peleaba con al parecer un globo terráqueo por una diminuta prenda de ropa.
Se acercó y miró a ambas con una gota cayendo de su sien - ¿Necesita ayuda, My Lady? - ofreció tímidamente ya que las miradas chispeantes de ambas mujeres parecían fulminar todo lo que estuviese cerca.

Un fuerte color rojo invadió sus mejillas y poco después todo su rostro cuando su ama aludió a que portase la tanga y todas las mujeres le miraran. - ¿Ehhh? - fue el único sonido que pudo emitir cuando el semblante de terror abrumó su cuerpo plasmandosele en su rostro. ¡¿Desfilar con esa tanguita en frente de toda esa gente?! Miró a todos lados, quizas buscando un lugar donde huír pero estaba rodeado y su ama ya portaba felizmente la tanguita en sus manos y al parecer ya adivinaba su siguiente orden.

Retrocedió un par de pasos levantando ambas manos delante de si y negando con estas la miraba nervioso - M... m... My Lady... No... No... ¿No cree que es un ...p...p... poco inapropiado? La... La imagen de la servidumbre de... de la mansión Voltaire... su... su imagen como noble... - tartamudeaba aún con el rubor en su rostro aunque debía admitir que la tanguita era de buen gusto.

Empujado al interior del probador no pudo refutar palabra cuando ya se encontraba a solas con la rosada prensa entre sus manos. Miró la ventana y suspiró bajando su mirada a la tanguita, sus mejillas se tiñieron de rojo nuevamente al pensar en usar esa prenda... y más frente a todas esas personas.

Barajó sus opciones en su mente pero solo tenía una y era obedecer. Un corto gemido de queja se escuchó antes que el mayordomo comenzara a quitarse la ropa, sentía que sus mejillas ardían y solo se había quitado la chaqueta y los guantes. Se mordió el labio al ver sus manos, sus uñas levemente más largas de lo normal y de un fuerte color carmesí, volvió a ponerse los guantes. Se quitó los pantalones y su ropa interior junto con sus zapatos y acto seguido se puso la prenda.

Se rehusó a si mismo a quitarse la camisa y los guantes, aunque su trasero quedase casi por completo al aire apenas cubriendo a media nalga la tanga rosa. Su cuerpo lampiño y de piel clara y lechosa era delgado y casi que parecía femenino por lo que no le sentaba tan mal aquella prenda, aunque definitivamente no estaba diseñada para hombres y se tornaba un poco incomoda y apretada en la parte delantera.

Inconforme se quedó en silencio mirandose a si mismo, una parte de él le encantaba la prenda y vestirla pero otra le daba una verguenza que le hacía arder su rostro del sonrrojo.

Titubeó pero alzó su voz lo suficiente como para que pasase a travez de la puerta y no más allá - E... E.... Eso creo My Lady... - dijo con timidez volteandose hacia la puerta con sus manos cubriendola prenda. Estaba asustado... quizas.

Se quedó estatico con su mirada baja jugando nerviosamente con sus dedos los cuales se quedaron quietos al sentir a su ama abrazarlo por la espalda levantando su mirada para mirarle por el reflejo del espejo. Se veía encantadora con ese color en sus mejillas.
Al escucharle sonrió apenas con una mueca y asintió con su cabeza - Si, My Lady -

Pestañó un poco confundido y si hubiese sido posible se hubiese sonrrojado más a la nalgada pero su rostro ya no soportaba más rubor. Un suspiro de alivio avandono sus labios y sonrió cuando su ama se retiró, se había salvado...

Tomó su chaqueta colocandosela, comenzó a quitarse la tanga pero lo pensó y se la dejó poniendose el pantalón por encima y terminando de alinearse abrió la puerta esperando ver a su ama.

Vuelto a ser empujado al vestiror escuchó a su ama y nuevamente sus mejillas se tiñieron de carmesí y miró el vestido la peluca, la cual consideró de mal gusto pues pese al color no era ni la decima parte de hermosa de lo que él consideraba su verdadera cabellera carmesí. Tomó el vestido, le encantaba sin duda pero su actuación no le dejaba reacciónar como era debido - Su... amiga, My Lady... yo... yo estaría encantado... - dijo titubeando bajando su mirada jugando con el bolado del vestido apretandolo levemente contra su cuerpo.

En la soledad del vestidor sonrió abrazando el vestido y dejando a un lado la peluca con una mueca, definitivamente ni se aproximaba a la belleza de su propia cabellera, lastima que no podría lucirla si no que debería conformarse con aquel color castaño. Nuevamente la duda... le encantaba el rojo, pero no quería una imitación de su propio cabello... Suspiró desgabado.

Comenzó a desvestirse y en algunos minutos ya lucía el vestido rosa el cual se amoldaba a su figura de una forma envidiable, tirando del lazo dejó que su cabello se soltase y cayese libre por sus hombros y procedió a quitarse las gafas. Parecía un adolescente, sobretodo por su pecho plano. Se quitó los guantes dejando a la vista sus uñas rojas y haciendose un pequeño corte en su labio inferior arrastró su dedo pintando sus labios con su propia sangre. Se colocó los guantes blancos que eran del vestido y se miró al espajo dando un giro sonriendo feliz. Volvió a colocarse los lentes y se peinó con sus dedos haciendo que un mechón castaño cayese sobre su frente.

Satisfecho con su imagen abrió el vestidor apenas unos centimetros buscando a su ama con la mirada.

Tomando el vaporoso vestido con sus delicadas manos enguantadas lo levantó un poco para poder caminar velozmente hacia su ama, el sonido de los tacones resonó en el lustrado piso y cuando llegó soltó el vestido bajando su mirada completamente sonrojado. Timidamente subió su mano y se llevó un mechón de cabello detrás de la oreja en un gesto bastante tierno e infantil al igual que femenino - ¿L... Le complace My Lady? - susurró afinando un poco su voz para sonar más femenino.

De ser posible se hubiese sonrrojado más pero solo llevó su mano a sus labios y negó suavemente con la cabeza moviendo sus cabellos castaños que algunos resvalaron por sus hombros para caer hacia adelante - My Lady... yo... - se quedó seri@ y pensativ@ - Mi persona especial, My Lady, no me quiere... - dijo con pesar y un poco de dramatisco el cual no pudo disimular. Levantó su rostro bajando su mano y le dedicó una sonrisa con un deje de tristesa - Pero no piense en eso, por favor. Vallamos de compras como usted desea - terminó alegando jugando con uno de los bolados del vestido

Sus ojos parecieron iluminarse al entrelazar sus dedos llevando sus manos a su mentón viendo a lencería - Es hermoso My Lady pero... no creo que a él le gusten esa clase de cos... - enseguida se cubrió los labios desviando su mirada completamente avergonzado. ¿Como se le había podido escapar algo así revelando su sexualidad FRENTE A SU AMA? Pero era que el simple hecho de pensar en su amor platonico, aquel demonio de sensual mirada carmesí y cabellos negros como el mism ebano, le ponía la piel de gallina y le hacía temblar sus rodilla.