Después de desayunar y vestirse Ayame fue en busca de Sara, la mujer que la había adoptado y la había dado una nueva vida por la cual luchar, siempre la estaría agradecida después de que su familia renegara de ella aquella mujer de cabellos dorados fue como un ángel caído del cielo dispueta a ayudarla, pero nunca pensó en lo que se convertiría cuando fue con ella, pero no se arrepentía de nada ahora su sonrisa había vuelto nuevamente gracias a toda la ayuda que ella le ha brindado.
Ni siquiera después de que sus familiares la buscaran por el interés al enterarse de que fue adoptada por la reina, no les hizo caso no quería saber de ellos después de que la había dejado sola en el peor momento de su vida cuando sus padres y su hermano murieron y ella estaba casi al borde del mismo, pero su fuerza y esperanza le ayudaron a sobrevivir.
- ¿Dónde podrá estar? - se preguntó la peliblanca buscando a la mujer mientras andaba por los pasillos sin encontrar resultado de su busqueda, estuvo preguntando a varios mayordomos y sirvientes del lugar pero ninguno la había visto en todo el día.
Al no obterner respuesta alguna que necesitaba la joven ángel salió a los jardines para ver si por aquel lugar podía tener mejor suerte buscando a su majestad. El lugar que pisaban ahora sus pies era bastante amplio y colorido, con sus fuentes, grandes y hermosos árboles, caminos para pasear, etc. A lo lejos la joven pudo distinguir la figura de la mujer que estaba buscando sentada en una terrazita donde solían tomar el té y sin duda alguna comenzó a andar hacía el lugar con una sonrisa en sus labios.