~ Bebidas ~

Sintió la entrepierna del joven más pronunciada en el vaivén de su cadera, y la mano que había estado tanteando el libro rojo no se controló, regresó al frente y sobó aquella protuberancia sobre la tela de su pantalón. Sus labios descendieron poco a poco hasta llegar a su cuello, se abrieron más lentamente... No podía resistirlo, deseaba morderle, aunque fuera sólo un momento... Frunció el ceño al abrir por completo su boca. Dos colmillos perfectamente limados se asomaron, eran blanquísimos al igual que el resto de su dentadura...

Se oyeron pasos acercándose, apresurados, un jadeo interminable y un grito que palidizó el rostro de la vampireza-: ¡Duque Lucifur, Duque Lucifur!

Quedó en silencio. Su boca se entrecerró, sus manos se separaron de inmediato del hombre... Le miró a los ojos sorprendida, con una expresión insólita, el rubor en sus mejillas aún permanecía ahí... "Qué... verguenza".

Apareció de entre las penunmbras el dueño del bar, mismo que servía los tragos... Era obvio que aquel señor de edad tenía más conocimiento sobre la nobleza que la vampireza, y había reconocido, a pesar del encubrimiento, aquel rostro, claro que respetando su deseo de no ser descubierto no había hecho un escándalo, pero lo había estado buscando para pedirle el pago del trago.

-Duque Lucifur... -dijo entre jadeos- ... vuestro trago... Le ha faltado pagar... -agregó. Quedó viendo a la pareja... Y la vampireza, sólo tenía la mirada de sorpresa, de estar viviendo un completo bochorno, después de todo, tenía emociones, ¿cierto?

Pero que manera de arruinar un momento unico, aunque tal vez habia sido literalmente salvado por la campana, sus ojos se rasgaron eso si, como nunca antes en una clara emoción que podría enfriar el corazon de un demonio. Cuales perlas negras devorando alma de en quien se posaran. Por más, solo duró unos segundos antes de que trgase saliba, estaba avergonzado por que le encontraran asi, en un callejon con una damicela, eso no era de seguro de nobles. Mas podrian inclusopensar que se encontraba contratando a alguna trabajadora nocturna o algo por estilo.

Ahhh.. Suspiró cansado y a mala gana. Bien sabe que odría ponerlo en mi cuenta, soy bastante frecuente en el bar. Confesó delante d ela dama aunque sin mirarle, no se inmtaría por mentirle, pues si asi lo hiicera, tendria que disculparse ante medio pais, aunque fracamente sus salidas no le hacian daño a nadie.

La proxima vez... si la hay. Almenos evite el llamarme conde. Dijo mientras que el libro simplemente desparecía como si nunca estubiese allí y de su bolsillo trasero sacara un par de billetes que aunque nose lo mereceriera por el simple hecho de querer verle irse pronto y no volver, le dejó conservar el cambio.

Cuando el hombre se marchó, algo avergonzado incluso, Kuroro Seguía mirando abajo, ahora algo ruborizado por darse cuenta todo lo ocurrido, su espontaneidad y honestidad ante los actos de Murder y el definitivamente haber caido en sus encantos. Lucifur... Kuroro de Lucifur... ¿ Seria acaso una presentación ? Seguramete solo un reflejo en voz alta. Al final solo alzó la vista nuevamente ahcia Murder y intento no sonreirle, su rostro tenía una dudosa expresión tranquila ya que en verdad,no sabía que hacer.No creía se pudiera continuar pues toda sensualdiad se había perdido, pero quizas ahora la dama se enfermara en rabia y quisiera morderle y acabar con la nobleza o quizas... quien sabe.

Exhaló.

- Murder von Krad - reiteró su nombre al escuchar la verdad de Quol.- Debí suponerlo... Alguien tan hermoso como usted no se encuentra todos los días en un bar tan vulgar como ese... - el rubor en sus mejillas aún no desaparecía, pero preservaba la calma con una sonrisa: no quería usar de excusa su mentira para atacarle y complacer su deseo sanguinario.

Acomodó su platinado cabello con tranquilidad, viendo el aspecto apenado del Kuroro. Después a arreglarlo bien, acercó sus manos a la camisa del joven y lo abotonó, esta vez, con más calma. Terminó en el cuello; su mano derecha acarició su quijada, su oreja, sus cabellos tan negros como su mundo... Le sonrió y mostró los colmillos que hacía un rato se habían escondido bajo sus labios.

- Te buscaré otra noche, aunque no quieras... Cuando se me haya pasado la euforia de este momento - regresó su mano derecha por donde había paseado. Dio dos pasos hacia atrás aún con su sonrisa esbozada... Las sombras la abrazaban apresuradas ocultando su presencia en ellas... Ahora sólo se vislumbraba su rostro pálido; sus rojos labios le susurraron una última frase obsena, referida al momento que el dueño del bar había interrumpido, y con una sonrisa fatal, desapareció.

No pudo evitar el sonreir casi conmovido cuando su camisa era abotonada nuevamente como agua que se lanzaba sobre un anterior e incontenible incendio. Sus ojos eran demasiado oscuros y se camuflaban por igual de bien con la noche y el callejon para que se viera en si lo triste que estaba, aunque quizas era lo mejor, si en su primera experiencia con una chica pasaba asi de rapido todo, segruamente se enamoraría o se obsesionaría al instante.

Puede ir a mi mansion cuando lo desee, aun asi tendra un lugar asegurado y reservado en mis aposentos. Nada más pudo decirle mientras esta acariciaba su menton y rostro para luego comenzar a retriarse tan sombría como la mirada que se tornaba en el conde mriando al bar.

Aun asi, noada más iba a hacer. Comenzó a caminar despues de dar un lastimero suspiro y en dirección a su hogar, se detubo y levantó la cabeza sonriendo al cielo.
Murder von Krad... Hm ~ Sonrió más ampliamente, de seguro le complaceería volver a verla. Sin más, siguió sus pasos ahcia la gran mansion Lucifur.