¡De Compras!

Negó desesperadamente con su cabeza - No no no no no es loq ue parece, My Lady... No.. No es necesario.. él.. yo no... no hay nada... - sus palabras se agolpaban intentando salir de sus labios mientras cerraba sus ojos aún negando con su cabeza y manos.

¿Como había podido ser tan descuidado y enmarañarse en una situaciín así? Aunque la simple idea de Sebastian sosteniendo un latigo tensandolo al sujetarlo diestramente con su derecha y la cola con su izquierda con aquella mirada carmesí encendida como el mismo fuego del infierno y su sonrisa altanera acercandose hacia él...

- ¡Ah! - soltó en un pequeño grito comenzando a abanicarse con su mano, no había dudas para ninguno de los presentes que aquella criatura de cabellos castaños era una dama... y una bastante dramatica e histerica.

Tomó entre sus manos algo confundido la bolsa reaccionando tardíamente a las palabras de su ama - ¿In... vitarlo? ¡¿Pero que?! ¡¿Esta usted loca My Lady?! - al darse cuenta de su insubordinación bajó su cbez ay se arrodilló frente a la pelinegra - ¡Perdón! No... no era mi intención... yo... Los iento My Lady... no debí gritarle, no debí... no debí decirle loca... - sus ojos estaban al borde de las largimas y sus manos apretaban la bolsa que le había dado.

Alzó su mirada criztalizada al borde de las lagrimas y abrazó la bolsa sobre su pecho - Es que My Lady... Si usted le conociese entendería la razón demi pesar... él... no es como cualquiera y... y no me quiere... No podría parecerme frente a él con esta hermosa lencería... - bajó su mirada a la bolsa mirando como la punta del latigo salía de un costado de la misma - Él es alguien serio, recto, perfecto, disiplinado, educado... todo un caballero... - la desepción en su voz era obvia. Al parecer tenía asumido que era alguien inalcanzable y había abandonado toda esperanza... aúnque la realidad fuese otra.