En un pasillo azotado por la tormenta

Al ver la puerta abrirse saltó hacia el mayordomo cayendo al piso abrazándole los pies mientras sollozaba - No me dejes afuera Sebas-chan, a… aaaa… ACHUS! .- su estornudo sacudió su cuerpo violentamente e hizo que se abrazara con mas fuerza a ambos tobillos del pelinegro mientras alzaba su mirada lastimera en forma chiby – Te dije que seré bueno – se excusó ocultando su rostro contra las piernas del susodicho y pobre mayordomo.

Con la sabana sobre su cabeza miraba con ojos de enamorado/obsesionado al pelinegro mientras concentrado secaba su cabello el cual todo despeinado calló salvaje con volumen por su espalda y varios mechones por sobre su rostro enmarcando su coqueta mirada. Vio la cama y llevó sus manos a su boca tapando una exclamación - ¡Kyaaa! Sebas-chan. Dormiremos juntos~ - se abraza a si mismo obviando totalmente el hecho de estar desnudo al ser quitada, por el mismo mayordomo pelinegro la sabana que le cubría - Me darás tu calor para que la cruel enfermedad no me ataque y me protegerás como el caballero que eres – fantaseó entre corazones acercándose a la cama sentándose en el borde antes de dejarse caer en la cómoda superficie. Como un felino gateó hasta el centro de la cama y le miró de costado coquetamente, su cuerpo delgado era cubierto en gran parte por su cabello rojo.

Completamente fastidiado del shinigami soltó un suspiro resignado, caminando hacia la cama para acomodarla y añadirle otra almohada.- Si duermo contigo ¿Te callarás y dejarás de hacer escándalo? -Se sentó en la cama y algo inseguro se recostó en la misma, haciéndole un espacio al molesto shinigami, al que ni si quiera miraba después de cerrar los ojos.

Dos estrellas en lugar de ojos brillaron en la ilusión del pelirrojo quien se apresuró a introducirse entre las frazadas - ¡Me quedaré callado, Sebas-chan! - dijo tapandose hasta la mitad de su pecho y cubriendo con ellas al pelinegro, acto que le fue conveniente para terminar con su brazo cruzando su pecho en un abrazo acurrucando su cuerpo contra el del demonio con su mejilla apoyada contra su hombro y su pierna entrelazada con la ajena. Su piel desnuda rozaba las suaves telas de la pulcra vestimenta del mayordomo que poco a poco se desalineaba pues el shinigami parecía no quedarse quieto apretandose contra su acompañante de cama.

Bufó resignado, llevandose uno de los antebrazos hacia los ojos para cubrirlos y buscar despejar su mente con una tranquilidad nula, puesto que el cuerpo del pelirrojo le apresaba con tanta fuerza que le resultaba imposible siquiera moverse unos centímetros, por lo que se le ocurrió algo: pasó su brazo libre por debajo del shinigami y le rodeó la cintura hasta la espalda baja, la cual acarició con el tenue rozar de sus uñas negras, después usando las yemas de los dedos para frotar muy fugazmente la tenue vellosidad de su piel, subiendo en un delicado deslizar a traves de toda su espalda, delineando su andrógina figura.

Se quedó estático al sentir el brazo que le rodeaba y una exaltación hizo temblar su cuerpo pero a su vez se sentía incapaz de moverse. Subiéndose sobre el demonio su pecho se apoyó contra el pecho del pelinegro y su rodilla se apoyó entre las piernas del mayordomo arqueó su espalda soltando un corto gemido contenido mientras la caricia de las negras uñas le erizaba cada centímetro de piel y más aún el sutil roce de las yemas de los dedos subiendo a lo largo de su columna lo que hizo que un escalofrío lo recorriera apretándose más aún contra el demonio.

El shinigami no tenía remedio, por lo que tuvo que sacar provecho a las acciones de este: Afirmó su brazo con fuerza en torno a él y comenzó a sumir su mente en el sueño, el brazo le había afirmado tan fuerte que aunque él quisiera levantarse de la cama no podría, al igual que una de sus piernas se enrozcó en las suyas, ahora no podría salir a hacer destrozos a la mansión.

También le abrazó moviéndose un poco contra el cuerpo del pero al no encontrar más respuesta se quedó tranquilo algo vencido por el cansancio. Permaneció así, abrazado al demonio por varios minutos hasta que intentó moverse y no pudo por el fuerte y firma agarre del demonio, como si fuesen grilletes de metal no le permitían más que respirar. Entrando en pánico intentó sacudirse resultándole inútil y rindiéndose a quedarse a los brazos de su amado mirando su apacible rostro dormido.

Sin resistirlo relamió sus labios dejándolo brillantes por su saliva antes de bajar su rostro y besó suavemente los labios ajenos primero en un roce y volviendo más fuerte la presión intentado separarlos para colar su lengua en la cavidad del demonio.

Lentamente fue abriendo los ojos que se transformaron en fulgorozas rocas ígneas que ardían en rojo, a la vez que un tic nervioso se apoderó de uno de sus ojos al encontrarse con la lengua del pelirrojo palpando la suya, puesto que había relajado los labios involuntariamente. Su rostro parecía sacado de una película de terror y sus ojos le fulminaban con tal enojo que parecían salir llamas de sus ojos, pero cuando hecho una mirada a la ventana para comprobar su suerte se dió cuenta de que ya casi amanecía.- Tu tiempo aquí va terminando poco a poco, Grell .. Y cuando Bocchan despierte y desayune, no sabes cuanto placer me dará patearte lejos.

Sus brazos seguían abrazando al demonio y su mirada de ira y furia solo le enamoraba más pues aquellos orbes centellantes carmesí que reflejaban la verdadera esencia demoníaca del mayordomo era como un sueño hecho realidad para el shinigami carmesí. Al escucharle también giró su rostro a la ventana y se apretó más contra el cuerpo del mayordomo - Nos queda poco tiempo Sebas-chan. Como amantes prohibidos que no deben ser descubiertos tu en poco tiempo deberás presentarte a tus labores y yo deberé irme lejos donde tu amo no me vea ~ - dijo de forma dramática y acercó su rostro al del demonio - Por eso debemos aprovechar el tiempo lo mejor que podamos. Hazme tuyo Sebastian~ - sin dejarle contestar volvió a besar sus labios mordiendo el labio inferior del demonio con sus agudos dientes produciéndole una pequeña herida.

Le sostuvo el mentón y lo miró con una aguda frialdad, toda la noche soportando al shinigami le había hecho sucumbir, estaba realmente arto.- Si cedo por un momento a tus deseos ¿Te irás de aquí? - Comprobó la respuesta con la mirada y no tuvo más opción: rodó su cuerpo sobre el del pelirrojo y se colocó encima de este, mientras sus manos se colocaban en sus muslos interiores y le abrieron las piernas con algo de brusquedad, dejando una a cada costado propio. Sus labios respondieron al beso con intensidad, aferrando sus suaves labios a los suyos y tomando el riesgo de sus dientes comenzó a besarle, cumpliendo su deseo con su lengua la cual se enrozcó con fuerza ante la suya y repitió el movimiento con fuertes lamidas que parecían querer tomar todo de su lengua.

No esperaba que Sebastian cediera de aquella manera por lo que su reacción fue quedarse inmóvil, sorprendido, sin caer en la realidad, por varios segundos hasta que sintió como sus piernas eran separadas y el cuerpo del pelinegro se apoyaba contra el suyo desnudo. Un corto gemido fue ahogado por los labios del demonio que le besaban y el pelirrojo respondía, la lengua diestra y hábil del negro mayordomo controlaba la del shinigami mientras este en un intento casi en vano intentaba seguirle el ritmo pero su mente nublada por la confusión y la exaltación no le dejaba coordinar correctamente.

Sus brazos abrazaron al demonio al igual que sus piernas rodeando el cuerpo del pelinegro a la vez que arqueaba su espalda apegando su pecho contra el ajeno. Sus manos enseguida le acariciaron y se colaron entre sus cuerpos literalmente arrancando los botones de su camisa al jalar de esta abriéndola y desnudando su níveo pecho.

Notó que el Shinigami cerró los ojos y él los abrió, sus fulminantes ojos rojos miraban el rostro sorprendido del pelirrojo, pero que sin duda hacía el esfuerzo por seguir el ritmo a su activa lengua, que no dejaba de recorrer su cavidad bucal buscando explotar todo el sabor de esta, lamiendo su paladar e incluso debajo de su lengua, frotándose con intensidad pero añadiendo algo de cariño, lo que hizo el beso mucho más delicioso.
Sus piernas continuaron abiertas y aunque no le permitió llegar a las propias, su mano bajó entre sus piernas y acarició la entrada del mismo desde sus gluteos, subiendo a su miembro para sostenerlo firmemente y comenzar a frotarlo de abajo hacia arriba con sus fuertes dedos, que presionaron su carne con suavidad y empezaron a estimularle; tenía la intención de satisfacerlo manualmente para que se marchara.

Se movió inquieto abriendo sus ojos aún con su boca prisionera de la ágil lengua de Sebastian fijando su mirada amarilla contra la carmesí encendida del demonio que parecía brillar en la semi oscuridad de la habitación. Su lengua comenzaba a acostumbrarse al ritmo del pelinegro y pese a no poder llevarle la par le daba pelea enredando su lengua también con la propia y atrapando la lengua ajena con sus agudos dientes llegándola a lastimar en una ocasión pues cada diente parecía la punta de un agudo chuchillo. Su cuerpo se movió inquieto y un escalofrió le hizo gemir al tacto fugaz sobre su entrada y volvió a repetirse al ser estimulado por la mano del demonio, nuevamente gimió ahogadamente en la boca del pelinegro mientras sus manos bajaron abriendo el pantalón negro del mayordomo acariciaron su intimidad apenas rozándolas con sus uñas carmesí algo crecidas como si fuesen las de una dama.

Su cuerpo se estremeció al ser víctima de sus manos, algo que había querido evitar desde hace cualquier instante. Su rostro enrojeció involuntariamente en conjunto con sus escarlatas pupilas que miraban seriamente al Shinigami, casi fulminándolo con la mirada por haber obligado a su cuerpo a despertar, el cual respondió al curvar sus caderas en dirección a su mano para hacer más evidente la caricia. Mientras tanto sus labios se habían separado de los suyos y ahora vagaban hacia su oreja, cuyo contorno lamió lentamente hasta tomar el lóbulo y estirarlo con los dientes, después lo succionó con suavidad. Su mano tomaba un ritmo mucho más rápido que no tenía pausa, que le haría venirse incluso si él no lo deseaba.

Cerrando sus dedos en torno al duro miembro del demonio lo acarició con sus dedos ejerciendo una suave presión mientras su mao opuesta empujaba abajo su pantalón junto con su ropa interior para poder moverse con más naturalidad. Libre sus labios emitieron un corto gemido que se transformó en un jadeo por el vigoroso y hábil movimiento de la mano del pelinegro que le satisfacía. Su corazón acelerado apenas daba la par a su respiración, ansioso su mano también empezó a moverse con más velocidad masturbando a su amante, aunque fuese solo por esa madrugada, en la bajada la uña de su dedo pulgar rosaba todo el largo del miembro desde la parte baja del glande hasta la mitad antes de apartarse para volver a subir su mano moviendo solo su piel.

Giró su rostro estirando su cuello ofreciendoselo embriagado de placer sin terminar de creer la situación en la que se encontraba. Su mirada no se despegaba del cuerpo del demonio como si ese fuese su único contacto con la realidad. Abriendo sus labios gimió un poco más fuerte - Ah... Sebas-chan.. -

Por un instante casi pierde el equilibrio al ser víctima de un espasmo involuntario, el Shinigami le estaba dominando demasiado, algo que no debía permitir que sucediera.
Para controlarse tuvo que colocar una mano sobre la cama para detenerse, justo a lado de la cabeza del pelirrojo, a la cual acercó la propia para mencionarle en un jadeo malhumorado.- .. Ya .. Lárgate.. ¡Mm.. ! - Arqueó la espalda cuando retrocedió la piel de su sensible miembro en una sensación que le resultó sumamente deliciosa, pero todo aquello debía terminar, forzándose por soltarle y empujarle hacia el frente, alejándose y cayendo sentado sobre la cama semi-desnudo, respirando con gran agitación a un metro del pelirrojo.

Sorprendido por la repentina reacción del pelinegro se sentó en la cama con sus manos entre sus piernas y estas aún abiertas mirando con sorpresa al demonio, su cabello calló por sus hombros como un celo rojo y algunos mechones más cortos y despeinados, aún algo húmedos por sobre su rostro. No entendía por que si al parecer el oscuro mayordomo también estaba disfrutando el momento - ¿Pero… que? – algo confundido enseguida comprendió lo que sucedía.

Se arrodilló y caminando en cuatro patas se acercó a Sebastian mirándole de manera felina, sus movimientos fueron algo lentos y femeninos pues cada paso cruzaba sus manos dándole un contorneo a su cuerpo en su mover. Apoyando sus manos entre las piernas del demonio bajó su rostro hacia su pecho lamiendo el mismo mientras con una de sus manos lo abrazaba por la cintura - No temas que te guste Sebas-chan~ - murmuró besando su vientre bajando beso a beso hasta que el miembro del demonio tocó su mentón. Bajando su rostro lo acarició con su propia mejilla levantando su mirada mirándole desde abajo - ¿Es tan malo que te guste? –

Su mano se aferró a los cabellos rojos y le levantó la cabeza para que se alejara de su miembro, el cual involuntariamente se encontraba más sensible que nunca, no solía frecuentar acciones carnales. Su mirada le amenazaba con degollarle si no se detenía, y seguro que iba a hacerlo, suficientes problemas ya le había causado esa noche. Su otra mano le tomó del cuello y le lanzó a un lado de la cama, justo al suelo, se encontraba completamente enrojecido, buscando una manera para tranquilizar su excitación.

Cayó al piso anteponiendo su brazo para no lastimarse - ¡Mgh! - se quejó al caer girando en el piso por la fuerza del demonio, se levantó lo más rápido que pudo mirando enojado al demonio. Su cabello caía por sus hombros y algunos mechones se adelantaban por su pecho zurcandolo como si fuesen hilos de sangre, su mirada afilada rodeada por sus espesas pestañas era gélida y asesina al igual que sus labios tensos. Sus manos estaban enpuñadas y apretadas tanto que llegaba a clavarse sus propias uñas, filosas como cuchillas, en sus propias palmas haciendose sangrar, sangre que se condensaba en una gota en sus nudillos y caía contra el piso de madera de la habitación - ¡¿Qué problema tienes Sebastian?! ¡¿No estás un poco grandecito para tener problemas con tu sexualidad?! - chilló molesto por la inseguridad del demonio.

Se acercó a Sebastian y sin dudarlo le lanzó una cachetada que seguro le dejaría la mano marcada y demonio o no le dolería pues pese a no aparentarlo el shinigami poseía fuerza que facilmente rivalizaría con la de su par. Una cosa era que lo rechazara y jugaran fuera de la cama, pero comportarse de esa manera dentro de ella era algo que el pelirrojo no toleraba.

Al recibir la bofetada comenzó a sonreír con un aspecto lúgubre, estallando en una maldita carcajada hasta que finalmente su cuerpo se calmó y fue cerrando sus ropas para volver a quedar vestido, sin duda necesitaba un baño, cuando caminó hacia el ropero para tomar ropas limpias le habló sin siquiera mirarlo.-.. Vete de aquí, ya deberían haber despertado todos.. Y ya no tengo inconvenientes para aniquilarte.

Bufó indignado por el comportamiento del demonio, de menudas personas venía a enamorarse... Tiró de la sabana cubriendo su cuerpo con ella - Devuelveme mi ropa al menos. No me iré sin ella - dijo cruzandose de brazos y sentandose en la cama con sus piernas curazadas. Sus labios formando "trompita" y sus mejillas levemente infladas le daban el aspecto de un niño al que no le hubiesen cumplido un capricho, y a fin y cabo era aquello lo que había ocurrido.

Emitió una ronca carcajada y desapareció de su sitio para volver con cada una de sus ropas secas, basándose en la visión de la ventana la lluvia ya se había detenido hace algunos momentos, vaya suerte tan espléndida que comenzaba a ser la suya.- Vístete rápido, debo hacer el desayuno. - Mencionó entrando a una habitación adjunta a la mencionada con ropa limpia, después de unos momentos se escuchó el sonido de la ducha.