En un pasillo azotado por la tormenta

Tomó la ropa de mala gana y a dejó a un lado mientras se quitaba la sabana, refunfuñaba en voz baja hasta que escuchó la ducha. Se quedó quieto dejando caer la sabana al piso. Imaginó a Sebastian bajo la ducha, su cuerpo desnudo pálido como un vampiro y piel tersa como la de un bebe demonio, húmeda y recorrida por infinitas gotas de agua acariciandole en su trayecto, su cabello negro pegado a su rostro mientras sus propias manos acarician su cuerpo cubriendolo de espuma...

Sin dudarlo se escabulló hacia la puerta del baño y la abrió suavemente sin emitir sonido, el aroma de la cálida humedad y el jabón floral junto con el propio aroma del demonio era algo simplemente embriagante, el vapor en el baño apenas le dejaba ver lo que pensaba era la silueta ajena por lo que se escabulló al interior cerrando a su espalda la puerta in hacer el menor ruido.

El vapor de la ducha era tan inmenso que la visión del ambiente era difícil de enfocar, pero eso no le importaba, ya que sus ojos se encontraban tan tranquilamente cerrados, recibiedo el agua de la ducha sobre su rostro el cual tenía algunos mechones azabaches pegados a su rostro, el cual parecía disfrutar de la sensación del agua, realmente le gustaba, aún más después de deshacerse de ese maldito shinigami.

Basándose sólo en su tacto tomó el jabón de su pequeña repisa adherida a la pared y lo untó con suavidad en una esponja amarilla, la cual comenzó a deslizar sobre su cuerpo creando gran cantidad de espuma, primero a través de sus brazos los cuales se aseguró de cubrir bien, después sus hombros con cuidado, bajando a su propio torso se tardó algunos momentos en enjabonarlo por completo y después pasó a las axilas, todo aquello con un relajante masaje reemplazando la esponja por sus manos, las cuales distribuyeron mejor el refrescante jabón en su cuerpo. Involuntariamente retrocedió un paso, sintiendo bajo su propio pie otro..

Lentamente se fue dando media vuelta con una enfurecida mirada hasta ver al .. pelirrojo shinigami.

Al ser descubierto sonrió y estando tan cerca del demonio lo envolvió con sus brazos pegando su cuerpo desnudo al ajeno el cual se encontraba resbaloso y suave cubierto con la blanca espuma. Sus manos y dedos se apegaron a su pecho y vientre respectivamente acariciándolo con suavidad mientras sus brazos se afirmaban contra el para evitar que escapase - Sebas-chan~ Te ves tan irresistible que simplemente no puedo controlar mis manos que actúan por voluntad propia - apegó su mejilla contra el hombro del pelinegro y el agua ya mojaba también su cuerpo y cabello apegándolo a lo largo de su espalda y algunos mechones contra la espalda del demonio.

La mano en su vientre rápidamente bajó envolviendo el miembro del demonio y ejerciendo una suave presión con su palma y sus tres dedos últimos aprisionó el glande entre su índice y pulgar comenzando a acariciar en un movimiento ascendente y descendente brindándole suaves masajes a la rosada cabeza de la masculinidad del mayordomo. Sus labios besaron el hombro ajeno bebiendo de las gotas de agua que enjuagaban en cuerpo ajeno llevándose la blanca espuma.

Su órgano había quedado tan sensible anteriormente que no le fue difícil al Shinigami volverlo a despertar, aquello le hizo emitir un quejido de placer sumado a una mirada enfurecida, detestaba que el pelirrojo le tuviese a su merced en algo que su cuerpo humano claramente estaba deseoso por recibir y disfrutar.
Pero la mansión pronto estaría despertando y se sentiría sensible y excitado todo el tiempo, quizás debía usarlo únicamente para que lograra extinguir su deseo sexual, por más repulsivo que le resultara todo ello. Sus dedos tomaron la mano ajena sobre su miembro y le incitaron a pronunciar más fuerte las caricias, las cuales hinchaban su carne ardiente que palpitaba contra la mano del pelirrojo, rogando más pasión.

Su cuerpo se pegó a la espalda de Sebastian apretando su abrazo con su mano izquierda la cual exploraba la extensión de su pecho rozando su pezón con sus uñas carmesí intercalando suaves carcias con la yema de sus dedos con un poco más fuertes arañazos sobre el pequeño monticulo de carne. Su rostro, hundo en el cuello del pelinegro, se movía acorde a los besos que sus labios depositaban dando cortas lamidas y suaves mordidas solo rozando su piel con aquellos dientes como cuchillas solo para vover a besar, su mirada entreabierta revelaba entre sus pestañas los amarillos orbes clavados en las orbes igneas carmesí del demonio. La misma caída de agua acariciaba su cabello rojo peinandolo contra el cuerpo de Sebastian siguiendo la curva de su brazo y parte de sus musculos finamente marcados.

Su derecha continuaba con su tarea, la presión se intencificó y con ayuda del agua y el jabón su mano se deslizaba sin problemas por la deseosa carne demoniaca. estirando hacia atrás la piel que cubría el glande comenzó a acariciarlo directamente con su pulgar. Buscaba arrancarle más gemidos de placer al pelinegro, cada sonido emitido por su garganta producto del placer era placer propio para el pelirrojo quien ya exitado presionaba contra la nalga del pelinegro.

Era imposible ocultar los escalofríos que marcaban su cuerpo, cuyo miembro era estimulado tan placenteramente por aquellas osadas manos, nunca hubiera pensado que aquel ser pelirrojo le fuese a brindar tanto placer en algún momtento. Sus caderas comenzaron a moverse de atrás hacia adelante con suavidad, frotando su órgano entre sus dedos y palma.
Pero su paciencia hacia un placer más creciente se agotó de golpe, así que se giró hacia el cuerpo del shinigami y le abrazó por la estrecha cintura hasta acorralarle contra el rincón de la ducha, la cual al estar hecha de mosaico celeste y una estrecha puerta prohibía toda la vista hacia y desde el exterior, además de que el agua caía perfectamente sobre ambos.
Sus labios se rozaron encima de los suyos percibiendo el aroma al jabón que había tomado.- .. Te queda bien ese aroma..

Le soltó sumiso a las acciones del pelinegro dejandose acorralar retrodeciendo hasta que la esquina de la ducha se lo impidió, el agua que caía sobre ellos apegaba sus hebras casmesí contra su cuerpo y su rostro haciendole perder volúmen y movimiento mostrando una cabellera larga, lasia y llovida. Ladeó su rostro soltando un leve jadeo volviendo a mirarle cuando sus labios fueron rozados, involuntariamente sus mejillas se tiñieron de rosado entreabriendo dichos labios - Es bueno saberlo, Sebas-chan~ - murmuró con una sonrisa y su voz suave.

Sus manos se alzaron rodeando la cintura ajena bajandolas para acariciar su cadera atrayendolo hacia él rozando su propio miembro exitado contra el del demonio mordiendose el labio inferior a dicha acción liberando un corto gemido. Le deseaba con locura, horas pasaba pensando e imaginando al pelinegro y el tenerlo para él en aquella situación simplemente le dejaba completamente sumiso y complaciente.

Sus manos osaron bajar sin siquiera pedir permiso mediante el cuerpo del pelirrojo, donde acarició por primera vez para disfrutar su cintura, deslizándose con el suave tacto de los dedos hacia sus muslos los cuales sostuvo por debajo lentamente, haciendo la fuerza necesaria para levantarle sin despegarle de la resbaloza pared mojada, la cual hacía más cómoda la estancia del pelirrojo. Le abrió las piernas lo necesario para que con estas pudiera abrazarle por la cintura y así se pegó al Shinigami para comenzar a besarlo con los labios abiertos, buscando la compañía de su lengua pero teniendo cuidado de los puntiagudos dientes. Su vientre se aseguró contra el suyo para que sus miembros pudiesen pegarse y frotarse, intensificando más la intimidad.

Sus piernas rodearon la cintura del demonio al igual que sus brazos que le rodearon por el cuello aferrandose a él de manera dependiente como era su situación, pues si no lo hacía caería. Jadeó al primer roce de sus virilidades en aquel estrecho abrazo y tensando sus piernas se acercó más a el volviendo a rozarle. Sus labios se abrieron recibiendole con gusto acariciando la lengua del pelinegro con una caricia que le empujó hacia arriba rozandole con su aguda dentadura sin llegar a lastimarle.

Su cuerpo, bañado por el agua caliente de la ducha se estremecía a cada contacto con el pelinegro, se abrazaba con fuerza y se movía buscando el mayor y más placentero contacto para ambos casi que masturbandolo con su vientre al presionarlo con el ajeno moviendose de arriba hacia abajo por la fuerza de sus piernas.

Su erección estaba tan hinchada que podía sentir como le dolía, quería sumirse en un placer mucho más profundo así fuese con el pelirrojo, que hasta ahora se estaba portando bastante bien, quizás podía compensarle sólo esa noche convirtiéndose en un amoroso amante dispuesto a tomarle..
Sus manos viajaron hasta sus nalgas y las abrieron lentamente, presionando su pecho al suyo para evitarle caer, así sus dedos comenzaron a palpar la estrecha entrada en la que planeaba derramar su placer, y con el uso de un dedo fue acostumbrando el sitio a su llegada, puesto que la yema del índice se introdujo en su espacio con una ligera pero deliciosa brusquedad que expresaba lo impaciente que estaba por tomarle.- .. Grell .. Quiero hacerte mío..

Separó el beso y hundió su rostro en el cuello del demonio al sentir sus nalgas siendo separadas y la intromisión en su cabidad, gimió contra su piel mordiendo con suavidad el hombro ajeno sin lastimarle pero si dejando sus agudos dientes marcados sobre la piel. Sus uñas se clavaron en su carne por segunda vez apretandose contra el pelinegro - Hazme tuyo, Sebastian... - murmuró en un jadeo separando su rostro para besar el lobulo de su oreja. SU cuerpo se había quedado quieto y esperaba las acciones ajenas no siendo tan diestro en esa situación como su comportamiento pordía hacer suponer.

Con sus manos le bajó un poco más hasta que su cadera quedase a la altura de su pubis, donde su miembro ya erecto esperaba impaciente a la explosión de placer que venía cerca.
Adelantó las caderas para rozar la punta del glande sobre el escroto del pelirrojo, continuando a la búsqueda de la entrada a la que tanteó con un pequeño empujón, comenzando a introducirse en esta lentamente, sin embargo con poca piedad ya que le había preparado poco.
Continuó lentamente entrando hasta introducir la mitad de su miembro, el demasiado estrecho espacio le estaba arrancando escalofríos del cuerpo e incluso un jadeo involuntario que le mostró más vulnerable que nunca, el placer y el dolor le volvían loco.

Sus uñas le arañaron dejando que el agua se tiñiese de carmesí al esta caer sobre las heridas producidas por las rojas uñas del pelirrojo, sus dientes se hundieron en la carne del hombro demoniaco apretandose contra el incluso con sus piernas. No tenía escapatoria aunque quisiera, estaba en una posición demasiado vulnerable y entregada al pelinegro. Gimió mudamente siendo esos muertos al no poder salir interrumpida por la carne del demonio que comenzaba a sangrar en su propia boca. Un temblor le sacudió al ser penetrado tan cruelmente sin preparación, le sintió enorme desgarrandole a medida que ingresaba, aunque en la realidad apenas un hilo de sangre acarició el tronco del miembro de su amante, ese dolor solo le exitanba más presionando su hinchado miembro sobre el vientre ajeno buscando algún roce furtivo.