Asesinato~ Hahahaha~~

Volvió a retroceder y casi cae al terminarsele la azotea, su talón quedó en el aire y ladeando su cabeza miró hacia abajo, solo estaban a un piso de altura pero pese a que retrocedía no pretendía huír. Respiró profundo recobrando su compostura, ¿como era posible que una diva como él retrocediese así al vampiro? Aunque sus sentimientos encontrados le hacían actuar de forma diferente. Negó con su cabeza aunque más que una negación solo la sacudió para acomodar sus cabellos al viento y como si de una mascara se tratase cualquier sentimiento plasmado en su rostro desapareció siendo sustituído por una sonrisa y una mirada coqueta, tan caracteristica a estas alturas, del - ¿Recompensa? Bloody-chan~ no haz hecho nada para que te recompensara. El trato era, salvame y te alimentaba - comenzó a caminar rodeando al vampiro manteniendo distancia acercandose al cuerpo de la chica hasta pararse al lado del mismo donde bajó su mirada a este - ... ella fue tu alimento. ¿Acaso no te complació? Jhm! Debí pensarlo, tonto de mi elejir una mujer... - su sonrisa se amplió y su mirada se alzandola al pelinegro -... ellas no pueden satisfacer a un verdadero hombre... - agregó en un tono un tanto bajo pero mortalmente cargado de lujuria.

Soltó un suspiro algo sonoro girando sus ojos al vacio en un movimiento sobreactuado - Ay Bloody-chan~ - gimió a modo de queja y volvió a mirarle con aquella sonrisa - Si quieres que te recompense, debes hacer algo que merezca tal recompensa - canturreó aquellas palabras con gran placer dandole un tono juguetón al asunto.

Distraído en su actuación ni siquiera pudo ver un mísero movimiento antes de sentirse apresado entre aquellos fuertes brazos. Su cabeza su tirada hacia atrás por su larga cabellera haciendole soltar un quejido asemejante a un gemido bastante agudo, quizas demasiado parecido al gemir de un pequeño mamifero. Sus piernas temblaron quedando por algunos segundos a merced del pelinegro, tensionaba su cuello y tiraba de sus cabellos al intentar levantar su cabeza para, literalmente, salvar su cuello. Su respiración se cortó al sentir la saliva pintando su cuello arrastrada por la lengua del inmortal produciendole un escalofrío que le haría abrir sus labios dejando a la vista nuevamente aquellos dientes triangulares afilados como los del vampiro que apretados unos contra otros formaban ua perfecta silueta en zigzag.

Su cuerpo se retorció entre los brazos ajenos buscando escabullirse subiendo ambas manos al pecho del pelinegro deteniendose solo para disfrutar por unos instantes las caricias de este contra su cuerpo.

Su seño se frunció y mostrando una fuerza que no parecía propia a su anatomía alzó una mano y desgargó una fuerte bofetada en la mejilla de su apresor, teniendo él mismo que relajar su cuello para hechar su cabeza hacia atrás y no ser alcanzado por su propia mano por la cercanía que estaban. Ante inesperada, o demasiado obvia, reacción por parte del pelirrojo este mismo alzó con fuerza su cabeza para impactar su frente contra la cabeza ajena con brutalidad para apartar al vampiro de encima del.

Aunque disfrutase de tenerle tan cerca, aunque fuese su deseo abrazarle y acariciarle tal como el pelinegro lo hacía en la sensualidad propia de los de su raza, su sangre era algo que no daría. Su carmesí no sería derramado en los labios de nadie.

Sintiéndose triunfante al ver como el vampiro caía por el borde de la azotea bajó su guardia sonriendo y pasando su mano por su frente limpiando la gota de sangre que manchaba su piel sin estar seguro si era propia o del vampiro, pero poco le importó en ese momento.

Viéndole aparecer nuevamente entreabrió sus labios colando su mano entre sus propias ropas para sacar su guadaña y defenderse pero quedó estático ante la actitud del pelinegro. Humedeció sus labios lamiendo la herida en estos y un gemido se ahogo contra los labios ajenos al ser los suyos cubiertos por estos. Su mano resbaló de entre sus ropas para abrazarle por la cintura estrechándolo contra su cuerpo mientras sus labios entreabiertos daban paso a la lengua ajena recibiéndole con la propia en una corta y suave caricia empujándole a un lado para el mismo abrirse paso. El sabor de la sangre se mezclaba con el de sus salivas siendo este primero más intenso por el movimiento que no permitía cerrar a herida.

Olvidándose cualquier “incidente” anterior a esto el shinigami era traicionado por sus propios vicios y se dejaba a merced de los brazos y labios del pelinegro inmortal. Sus ojos cerrados solo dejaban entrever un gesto de placer y entrega a la vez que sus manos acariciaban la espalda de quien le besaba recargando parte de su peso en el pecho ajeno apegándose cuanto la física se lo permitía.

Un estremecimiento le recorría a cada beso, parecía que cada contacto era una descarga eléctrica producto del deseo que llevó acumulando al verlo por la mansión de su ama sin poder tocarle, ahora le tenía entre sus brazos. Sus dedos se hundieron en la ropa del pelinegro aforrándose a él entreabriendo sus labios la dejar caer hacia atrás su rostro siendo sujetado por el cabello. Sus músculos se tensaron al sentirle ir a su cuello, su respiración se detuvo y esperó estático hasta que un estremecimiento le hizo temblar soltando un gemido entrecortado al sentirle en su cuello lamiendo la tersa piel blanquecina del shinigami. A la segunda lamida su cuerpo se relajó y tragó saliva volviendo a deslizar sus manos por la espalda ajena . Mm… sin morder.. – murmuró en medio de un gemido.

Su pierna se flexionó subiendo por la diestra del vampiro acariciándole hasta su muslo entrelazando acariciando ambas pantorrillas, su rostro se ladeó hacia el lado opuesto de las atenciones del vampiro en su cuello. Simplemente se derretía en sus brazos en lo más literal de las palabras.

Con sus ojos cerrados rozó con su mejilla la mano que le acariciaba en un gesto algo gatuno, incluso podría sentir el vampiro la vibración en su garganta al soltar un corto gemido similar a un ronroneo. Claramente su cuerpo le traicionaba y el vampiro ganaba la confianza del pelirrojo a cada caricia que daba, el shinigami se relajaba poco a poco perdiéndose entre las atenciones de tan habilidosas manos y boca.

Al contacto de sus dientes rozando su carne soltó un corto grito tensando sus músculos alejándose apenas medio paso del pero sin despegarse por el abrazo de ambos, solo bajando su pierna y retrocediéndola mostrándose arisco y desconfiado con el contacto de los filosos dientes en aquella sensible zona. Intentó alzar su cabeza para proteger su cuello pero los cabellos se tensaron privándole de libertad. Era más que obvio que pese a todo se encontraba algo nervioso, sobretodo a cada nuevo movimiento del pelinegro pero al notar que no corría aparente peligro volvió a acercarse y relajarse buscando apoyo en el cuerpo ajeno bajando sus manos hasta poder introducirlas debajo de su ropa acariciando su cintura por encima de su camisa.

Dejó que su cabeza se ladeara a un lado y sus labios besaron los dedos que le acariciaban pasando su lengua por estos volviendo a ser la criatura mansa entre sus brazos. El nuevo contacto de los agudos dientes sobre su cuello no le sobresaltó esta vez, si no que respondió con un corto gemido que interrumpió sus besos. Envolviendo su pierna con la ajena rozó su intimidad contra la cadera del vampiro dejándole sentir su estado de creciente excitación.

Todo su cuerpo parecía fuera de si, su cabeza dejada hacia atrás mantenía su cuello a merced del vampiro, su respiración agitada iba constantemente acompañada por cortos jadeos y gemidos entrecortados por cada contacto de la lengua ajena sobre su piel. Sus manos se aferraban a la tela tirando de ella desarmando su pulcra vestimenta, poco a poco el pelirrojo perdía la razón dejandose llevar más y más por sus deseos.

Su delgada figura parecía perderse entre los brazos ajenos, su cintura delgada y su delicado cuerpo así como sus rasgos, su ropa, su cabello e incluso sus gafas eran demasiados femeninos, lo único que le delataba como varón era su nuez en su cuello, algunos rasgos en su rostro, sobretodo en sus labios y por su puesto, la falta de senos y sus genitales. Más el resto de su apariencia y tacto eran los de una joven adolescente un tanto alta. Inclusos sus reacciones no eran propias de un hombre y menos sus gemidos bastantes más agudos que su propia voz.

- Bloodrer… te deseo dede la primera vez que te vi…- le susurró aún con su cuello estirado y su voz algo ronca por las constantes caricias, sobretodo en su miembro al ser rozado por el ajeno logrando que delantara sus caderas intencificando el roce. Su pierna se apretaba contra la ajena con tanta fuerza que le doblaba la rodilla al pelinegro. Sus manos, coladas por debajo de la camisa rozaban la piel del vampiro aún con sus guantes puestos arañando suavemente la suave superficie extasiandose con su tacto, contagiandole con su calor corporal.

Su pecho se hinchaba y contraía con su respiración agitada, intentando no separarse del cuerpo helado de su acompañante. Giró su rostro rozando su mejilla con las hebras ébano del inmortal intentando apartarle de su cuello pero solo por buscar sus labios, el apetito de su deseo carnal gritaba por ellos, sus labios sonrosados levemente manchados por la sangre de la pequeña herida ya cerrada, brillantes por la saliva que su lengua dejaba cada vez que pasaba solo para evitar que se secasen y a su vez buscando algo que no e era entregado. Sus orbes amarillos, como dos lunas eclipsadas por sus parpados no dejaban de buscar el vislumbrar a la perfecta belleza del pelinegro, aquella belleza y seducción sobrenatural de los hijos de la noche. Escuchando sus palabras no pudo evitar sentir un escalofrío. No se atrevía a hablar, el ambiente era muy intimo para quebrarlo con su voz, por lo que esta se manifestó en un susurro hibrido con un jadeo - ¿Qué es? … - no pudo decir más solo cerró sus ojos apartando sus manos de la gélida piel. Una ayudada por la otra se desnudaron para rozar la piel ajena, una suave caricia que se estremeció apresurándose a subir por la columna delineando con sus finos dedos cada músculo y cada vértebra del vampiro.

El cuerpo del pelirrojo se tensó y se quejó en un lastimero gemido cuando las garras le atravesaron la ropa y rasgaron su blanca piel como si fuese mantequilla, finos hilos carmín comenzaron a bajar casi a la par de la garra condensando pequeñas gotas como pequeñas joyas por sobre la herida, calida y brillante la sangre se abría paso por la estrecha salida que la garra había abierto. El cuerpo del shinigami temblaba y sus uñas se habían clavado en la piel de la espalda del pelinegro, no se alejaba, por el contrario el gemido de dolor se extendía mezclándose con el placer y sus uñas carmín solo buscaban un agarre para que aquel ser no se le escapara. Aquel agarre que junto con un gemido más agudo se afianzó en un estremecimiento que le hizo echar su cabeza hacia atrás dejando su cuello completamente estirado, la delicada curva que formaba solo era interrumpida por su nuez de Adán. El roce en su virilidad le había tomado por sorpresa y tan deseoso estaba su cuerpo que era una verdadera tortura.

Temblaba, o por el frío gélido de la lluvia acariciando su cuerpo y apegando sus cabellos a su rostro, no por el viento, no por los relámpagos, si no por el descontrol y el desastre que hacía el vampiro en su sistema nervioso y su lujuria. Sus dedos se deslizaban por la humedad de su espalda dibujando a ciegas el recorrido de los mismos rozando la piel de porcelana con sus uñas como cuchillas. Las intimas y lascivas caricias le enloquecían haciéndole jadear y arrastrar cortos gemidos mientras sus ojos permanecían cerrados y su rostro al cielo.

Las únicas dos palabras del vampiro fueron un detonante en la mente del shinigami, sus ojos se abrieron de par en par y sus músculos se tensaron dejando su cuerpo estático. No tuvo tiempo de reacción cuando ye se encontraba apresado entre los fuertes brazos de aquella manifestación de sensual salvajismo. Un grito un tanto agudo brotó quedo de sus labios siendo arrastrado en su final con un prolongado gemido al ser su piel desgarrada en una mezcla de dolor y placer por el beso vampirico. Sentía su sangre fluir por la herida, el enojo le embriagó, le estaba robando su carmín. Intentó apartarse pero un escalofrío le hizo gemir y detenerse apretándose nuevamente contra el vampiro cerrando sus ojos. Ese sentimiento era único, sus sentidos estaban completamente centrados en el pelinegro, su cuerpo temblaba victima y sumiso a las caricias de este y una sensación única de placer le embebía, sus movimientos solo desataban oleadas de dolor precedidas por placer. Sus propias uñas se clavaron como cuchillas en la espalda del vampiro y lo apretaron lo más que pudo contra su cuerpo relajando su cuello y ofreciéndoselo descaradamente al dejar caer al lado opuesto su cabeza.

El pensamiento de su agresor le llegó a su mente como si fuese su propia conciencia, sonrió asomando su zigzagueante dentadura y abrió sus labios para dejar escapar un gemido antes de sus palabras - mmh… solo… solo dejaré que sacies tu sed… mmmhh- un movimiento involuntario del vampiro al beber del le produjo otra ola de dolor que arrastró en un sonoro gemido que acabó en un estremecimiento de placer que finalizó en su risa, susurrada, lujuriosa y traicionera. Sin duda no era la reacción que esperaba el pelinegro, pero le dejaría en claro en su actitud que lo que acababa de hacer sería razón de arrepentimiento... y aquello regocijaba al pelirrojo.

Jadeó con su respiración entrecortada hasta que dejó de respirar en absoluto, soltó un corto grito en el oído del pelinegro al sentir como se cobraba en su cuello las uñas carmesí enterradas en su espalda, tomó aire y gimió cuando los colmillos abandonaron la herida y la suave lengua, ahora cálida, limpiaba la zona. Sus manos abandonaron la zona dejando las heridas a flor de piel las cuales comenzarían a cicatrizar por la misma habilidad del vampiro, más al ser realzada con la mortal sangre del shinigami.

Su mano derecha se descubrió mostrando sus palmas y dedos manchados con el carmín ajeno y se los llevó a sus labios rozándolos y manchando estos y su mentón al arrastrar su mano a su cuello cubriéndose la herida. No respiraba. Sus dedos tantearon su piel y como esta se cerraba derramando apenas un par de gotas que se mezclaron con las manchas que sus propios dedos dejaban en su piel y el agua de la pesada lluvia limpiaban. Sonreía de una forma demente, sus ojos le miraban seductores, como siempre, y sus lentes amenazaban con caerse al estar en la misma punta de su nariz. Tomó aire y rió de una forma traviesa - Deliciosa ¿no lo crees? Pero lastima que todo lo hermoso tiene que ser tan mortal… Bloody-chan, ilústrame puesto que conozco poco tu raza – comentó mientras las uñas de su mano izquierda, que aún se mantenían en la espalda del vampiro trazaban finas heridas en esta arañando su camino hasta la cintura - ¿Qué le sucede a un vampiro al beber sangre muerta? – volvió a reír apartando su mano izquierda acariciando la cintura del pelinegro mientras su derecha acariciaba su propio pecho bajando por su camisa desgarrada. Le miraba mientras sonreía y su lengua relamía sus labios saboreando la sangre ajena mezclada con las gotas de lluvia.

La garra contra su rostro le hizo fruncir el seño en una señal de molestia, su gesto se transformó en algo similar al asco apartando su rostro pero no lo suficiente como para zafarse de la herida. Aquel ser parecía violarlo en todos los aspectos, su sangre, su imagen, su raza, y de una forma que el no deseaba, su cuerpo. Y por una razón, solo una, que el shinigami desconocía, el no le atacaba, no se defendía si no que le dejaba hacer cuanto le plazca… pero esa razón fue rota cuando una costosa gota de sangre brotó de la herida en su mejilla la cual fue enjuagada con la lluvia dejando ver la piel tersa que su cuerpo regeneró casi al instante por lo superficial de la herida.

El piso pareció temblar a la descarga de luz que si no fuese por que no hubo sonido hasta un segundo después se podría decir que había golpeado justo detrás del vampiro, su figura recortada en los relámpagos de la tormenta solo le hacían dejar más a flor de piel su verdadera naturaleza depredadora. Mismo relámpago hacía brillar los ojos del shinigami con una iridiscencia no solo sobrenatural si no que ajena a cualquier raza, incluso extraña en la propia. Sus dientes se recortaban en la oscuridad mientras volvía a sonreír, la mano que acariciaba la cintura ajena subió por su pecho acariciando y liberando algunos botones en el camino, trepó por su cuello acariciando el mismo antes de tomarlo con firmeza sin herirle y probablemente sin hacerle doler para halar del con decisión y fuerza llevando el rostro del vampiro contra su pecho. Su mano le asía con fuerza impidiendo que se resistiera, pese a la falta de sangre, la cual no era mucha, sus fuerzas no se veían afectadas.

Presionó la cabeza del pelinegro contra su pecho pegando la oreja ajena en el mismo, su voz se tornaría más seria y le escucharía más profundo por tener la caja de resonancia que era su pecho contra el oído - Mi pequeño Bloody, dime que oyes – El sonido de la lluvia parecía acrecentarse, el silencio de su voz, de su ser completo, sin respiración, sin latidos, sin vida, solo el sonar de la lluvia y los cascos de un par de caballos de algún carruaje pasar apresurado por la feroz tormenta que era resguardo de ambas criaturas mensajeras de la muerte. Prontamente el sonido del rozar de sus ropas al perderse su mano entre las mismas, la opuesta que le sostenía por el cuello y un par de sus dedos por su mejilla comenzó a acariciarle el rostro - Querido Bloody-chan… me sorprendes, sigues con vida después de beber de la propia muerte, otro vampiro ya estaría agonizando en el piso. Pero presiento tu malestar… ¿Por qué no mueres? - preguntó sin dejar de acariciarlo, pese a las suaves caricias su agarre seguía siendo mas firme que el acero sosteniéndole contra su pecho inclinando su rostro hacia delante. Algunos cabellos carmesí mojados rozaron la mejilla del vampiro.

Le soltó cuando el pelinegro opuso resistencia a su agarre. Su mano se afianzó a la dura superficie que había palpado entre sus ropas - Un vampiro que se alimenta de la misma muerte. Realmente eresmás único de lo que pensé, mi querido Bloody-chan - murmuró en una sonrisa. El sonido de la lluvia azotando la superficie de la azotea era violento, charcos se formaban bajo sus pies como espejos rotos por las gotas que distorcionaban una y otra vez la imagen reflejada sin dejarles regenerarse lo suficiente como para ver algo reconocible. La negrura del cielo no dejaba filtrar más luz que los relampagos y las escasas farolas que había a ambos lados de las calles.

- Haz bebido de mi. Nadie lo había hecho antes... ¿Qué se siente el poder de un Dios en tu interior? Se siente bien, ¿no es así? Pero lamento decirte que no puedo dejarte ir después de esto. Contaba que murieses placidamente en mis brazos mientras la droga que es mi sangre se encargase de tu cuerpo inmortal... Pero tal parece que eres más duro de lo que pensé~ Ammm Bloody, Bloody, mi querido Bloody-chan~ las cosas hubiesen sido TAN diferentes si hubieses mantenido esos hermosos colmillos dentro de tu sensual boca - desenfundando de sus ropas como quien desenfunda una espada dejó ver su motosierra de hoja plateada y brillante y sierra más afilada que los propios diamantes. Un golpe de luz iluminó la escena por algunos instantes mostrando a la perfección el rostro desquisiado del pelirrojo.

Adelantó un pié y se detuvo, sintió la livianez y la perdida de noción del piso, sintomas caracteristicos de un mareo leve, al parecer el pelinegro había bebido más de lo que contaba... Se afirmó mientras le miraba. Había considerado simplemente arremeter hacia él pero ese suceso le hizo reconsiderar sus acciones.

Dió un paso hacia atrás al ver como el vampiro se acercaba, borró su sonrisa y le miraba con curiosidad y algo de precaución pues no sabía cual sería el proceder ajeno. Su sorpresa fue grande cuando el peso de su guadaña se incrementó al vampiro apoyarse sobre ella dejando que los dientes de la sierra se incrustaran en su carne y rasgaran su piel mezclando los hilos de sangre con la cristalina agua que acariciaba la hoja. Su voluntad seguía menguando a cada acción del pelinegro, a cada gesto, a cada seducción que no pasaba desapercibida para el pelirrojo sediento de él.

Sus labios se abrieron recibiendo aquellas gotas de sangre saboreandolas al relamer sus labios antes que el agua de lluvia los limpiase, ese carmesí añejado, poderoso e inmortal, nada comparable con ninguna otra sangre que nadie pudiese ofrecerle, ni la sangre de un demonio era tan deliciosa para el shinigami como la de un vampiro que se alimenta de la muerte, más si ese vampiro le seducía tan descaradamente ofreciendosela. Pronto quiso saber más, quiso que el fuese suyo, no en el libro, no en unos besos. Lo deseaba de una forma enfermiza.

Escuchó sus palabras, sus labios seguían entreabiertos cuando el shinigami alzó su mano para acariciar su rostro y sus labios viendo el gesto de dolor que zurcó este al hacerse más profunda la herida en su vientre - Se mio... - le susurró bajando sus dedos por el cuello ajeno arañando muy suavemente la tersa piel. No apartó su arma, la seguía sosteniendo firme mirando serio al ojinegro - Se mío y te alimentaré diariamente con mi propia sangre si lo deseas, pero se mío - nunca sus palabras habían sido tan desididas.