Cumpleaños de María.

Aún permanecía en el balcón. Había escuchado cómo anunciaban a varios invitados más y, aunque muchos de ellos no eran de su agrado por la peligrosidad que conllevaba para con su hermana, permaneció tranquilo. Sus padres eran demonios, como su hermano, y él un vampiro que podía llegar a ser muy sanguinario si hacía falta. Por no hablar del servicio, de gran ayuda también. Tendría que mantener la calma hasta que acabara la celebración.

Cuando su hermano salió al balcón, no le miró. Siguió con los ojos perdidos en la nada, más allá de las luces de la mansión.

-Ya me conoces, "amo" las fiestas. - Dijo obviamente sarcástico.

Vio la copa de vino que tenía Edward y la cogió, dando un sorbo pequeño, devolviéndosela después.

-Maria estará bien... - Le contestó sonriéndole con esa sonrisa misteriosa, que nunca sabías si era verdadera o una máscara.

Apoyó todo el cuerpo en la baranda y encendió un cigarrillo.

Su mirada pasó por los invitados y sonrió a la reacción de su hija, entendía que estubiese tímida ante tanta gente y tanto despliegue solo para ella. Le agradaba que fuese así y no una niña ostentosa y vanidosa, ella era su pequeño orgullo.

Avanzó con ella hacia la reina de Inglaterra mirando con algo de recelo al caballero de platinados cabellos que le acompañaba, el estremecimiento que su sola presencia le causaba revelaba su raza como un cartel luminoso sobre el mismo, un básico instinto le advertía peligro y le alentaba a atacarle pero su razón le hacía sumir aquello en una mascara de cordialidad. Con una reverencia saludó a la reina - Bonjour Reine Sara, bienvenida sea a Francia, espero que su viaje haya sido ameno - ladeando su rostro a la pelinegra que le acompañaba - Bonjour Lady Voltaire- realmente le causaba curiosidad que acto presentarian ambas damas tan distinguidas y le entraba en gracia ver a dos humanas actuando para la hija de unos demonios, ciertamente le regocijaba pues así era como él consideraban que debían ser las cosas, razas inferiores sirviendo de alimento o entretenimiento a las razas superiores... pero la misma reina de Inglaterra... simplemente era una situación que hasta algo de morbo le causaba.

Habían pasado 4 días de su caída en coma, y sólo había despertado una vez en su verdadera forma, tan sólo unos momentos para volver a su largo letargo, su cuerpo humano no había quedado bien, sin embargo su fuerza cada vez iba creciendo, un demonio no perdía su esencia.

Durante esos 4 días había reunido su energía para poder encontrarse en esa noche almenos unos momentos, no quería perderse la fiesta de su amada Maria .. Pero algo era seguro y es que no podía aparecer con su forma humana, así que tuvo que hacerlo a su verdadera forma.

Sabía que nadie iba a reconocerle, ni siquiera sus hijos, pero su orgullo no le permitía quedarse encamado en aquella celebración que con tanto esmero se había preparado, debía almenos ir al encuentro de todos ellos, sus fieles sirvientes y parientes. Se levantó de la cama y se bañó lo más rápido posible, cepilló su largo cabello plateado y demoniaco con cuidado y acto seguido perfumó todo su cuerpo con una deliciosa fragancia a rosas frescas, se vistió con un traje de pantalón blanco y camisa gris, adornando su cuello con un pañuelo de encaje blanco que sostenía un camafeo de concha color perla, los zapatos blancos no podían faltar e incluso aplicó una gabardina blanca con detalles azul marino en los bordes.

Se desvió del castillo hasta la puerta principal y pidió no ser anunciado cuando entró, entre más desapercibido pasara mejor. Notó la decoración y sonrió para sí mismo, había confiado en que Alastor se las arreglaría perfectamente y así lo hizo. Pudo verlo saludando a la Reina de Inglaterra y a otra dama y eso le hizo sonreír, pero de inmediato se mezcló entre las otras personas para seguir mirándolas, no quería que su marido descuidase su puesto.

Y como era de esperarse, nadie reconoció al alto demonio blanco de largos cabellos plata.

Todo era nuevo para María. La gente se acercaba a ela apra felicitarla y depositar sus regalos en la mesa central, donde residía el maravilloso pastel con froma de castillo de cuento.

Cuando su padre fue a presentarla ante la Reina de Inglaterra sintió un poco de vergüenza, pero hizo lo propio y la saludó elegantemente haciendo una reverencia, aunque no dijo nada, por que si hablaba se notaría su nervisismo. Y ya era mucho esfuerzo para una niña de su edad no hacer que el temblase el labio inferior al sonreír. Eso sí, seguía roja como un tomatito.

A esas alturas de la fiesta, lo que más quería María era ir hacia su pastel de cumpleaños y devorarlo entero ella solita, auqnue sabía que eso era de mala educación y que había que compartirlo con lso invitados.

Aún así, observó con atención cómo la Reina y la dama que la compañaba se dirigían a la tarima que yacía en el lateral izquierdo de la sala. Al parecer iban a hacer uan especia de espectáculo, así que no pudo evitar sentirse ilusionada e impaciente por verlo.

me hacerque a la señorita maria de nuevo para ver si la ciumpleañera deseaba algo por haora y la vi viendo atentamente lo que la reina tramaba, la pequeña seguia muy nerviosa y note que no hablaba con nadie.


-princesa maria...-me hacerque a ella-sigues nerviosa?...-sonrrei con dulcura-seguro que si es algo muy nuevo para ti, yo estoy algo cansada..pero podemos superarlo, debverias divertirte un poco,ese pastel esta prepara do para una princita que debe superarlo todo y lograr lo que desea..y sera tuyo...-me levante pues me habia agachado para estar a su tamaño-que tal si vemos que trama su majestad la reina de inglaterra..yo te servire en lo que desees...esta bien?-dije con una sonrrisa divertida esperando si respuesta-

mi hermano me quito mi copa y le dio un sorvo sin siquiera pedirmela..-oye..si quieres una dile a tu sirvienta o a tu mayordomo que te la traiga....-dije con un puchero que asta yo senti que era de un niño,pero uno travieso-eres..un...bueno..ya da lo mismo....cres que seamos como nuestros padres....? porque dejame decirte que eres bastante atractivo...-rei divertidamente pues nunca se me habia ocurrido decirle eso a mi hermano-jeje es bastante divertido si lo piensas... te aria sufrir cada noche..jjejeje

Miró a su hermano de reojo como si acabara de decir algo muy estúpido. Bueno, en cierto modo él pensaba que sí fue algo estúpido.

-Mis sirvientes andan atareados esta noche, no pienso molestarles. Ante todo, soy respetuoso. - Dijo con cierto aire de superioridad. Sólo le ocurría cuando estaba con los de su familia (a excepción de Marie) porque siempre andaban reprochándole todo.

Ante las siguientes palabras de su hermano, no pudo más que alzar una ceja completamente divertido, como si su hermanito hubiera soltado una broma bastante buena, pero no a su nivel.

-Estás hablando en serio? Ya sabía yo que esos dos incestuosos terminarían trayendo problemas... - se pasó una mano por la frente, en plan dramático. - Déjame decirte, "querido" hermano, que más bien sería al revés: tú sufrirías todas las noches...

Se terminó todo el vino de un trago, tirando la copa lo más lejos que pudo hacia el jardín. Siendo vampiro, esta desapareció varios quilómetros allá, sin poder seguirla por la oscuridad.

Tal como esperaba vario de los nobles se acercaron a saludar a la pequeña, el platinado notaba su nerviosismo por lo que simplemente se adelantó un paso dejandole un poco resguardada con su cuerpo de modo que cada noble que se le acercara debía, por etiqueta, aunque fuese, saludarle a él primero y dejarle introduicir a la pequeña. Apenas había seguido con su mirada el camino de la reina y la dama hacia la tarima hasta que sintió la presencia del pelinegro acercarse llamandole su atención.

Sonrió cordial a la reverencia y la presentación apartandose un paso para permitirle saludar a María - Conde de Lohengrin, un placer contar con su presencia - le dijo observando con cierto recelo sobreprotector las palabras del demonio con su hija, siendo de su misma raza sabía que poco debía de confiar sin embargo algo en el le caía bien... aunque siempre había tenido un pesimo sentido de la afinidad.

Ladeando su mirada al vampiro de negros cabellos volvió a sonreír con una inclinación de cabeza hacia la pequeña en u gesto que pareciese que le diese permiso a saludar a su hija. No le dirigió palabra puesto que casi al instante divisó al rubio humano que también se acercaba con mismas intenciones.

Estaba sumamente complacido con la variada fauna de aristocracia que allí se juntaba, era una verdadera ensalada de razas y estilos, incluso de nacionalidades. Su mirada vagó por algunos segundos entre la multitud y cerciorandose que la pequeña quedase en compñía de la sirvienta castaña de especial apego a su hija se apartó de ella perdiendose entre la gente acercandose a ambos bélicos germanos son una sonrisa como si se acercase a viejos amigos, y así fue, por lo menos a la vista de la sociedad - Lord Feuermann, Lady Van Winkle verdadero es mi placer de contar con vuestra presencia - tras aumentar su sonrisa cerró sus ojos aprobechando la música y el sonido de la gente conversar y reir para al pasar junto a la fémina soltar en un murmullo - Les espero en unos minutos en la biblioteca - y simplemente se alejó a saludar a otros invitados.

El muchachó después de observar el lugar escuchó como era anunciada la llegada del Rey de Francia junto con su hija y allí bastante imponiendo en todo su esplendor se encontraban Alastor Esparda y su hija Maria Beatrice princesa de Francia, todo el mundo giró sus rostros para mirar a padre e hija bajar por la escalera siendo alavados entre aplausos por los invitados, la gente se acercaba para recibirlo entre ellos..., la reina de su país Sara Marie Vanderbilt a quién tenía un profundo respeto, era la primera vez que la veía tan de cerca y era un gran privilegio. Poco después observó como su señor se acercó también felicitando a la joven Maria gratamente, a lo que el muchacho solo pudo sonreir levemente.

- "Y haí va mi señor" - pensó divertido el joven sin dejar de sonreir, la gente seguía acercandose a la joven mientras que él seguía parado y apoyado en aquella columna - "Nobles y ricachones..., uff, no saben que si se acercan tanto y en multitud solo agobiaran a la princesa y se asustará" - pensó el joven con las manos en sus bolsillos suspirando y negando levemente con la cabeza.

Miró de soslayo a su compañera de cabello negro, para luego dirigir una cálida sonrisa a la Princesa y a su padre. El jóven que conducía la carroza se veía seguido por otro lacayo inglés que, con paso seguro pero un poco de prisa se dirigía al salón que aún mantenía sus puertas abiertas. En sus brazos llevaba - con mucho cuidado - una caja rectangular de considerable tamaño, blanca, con un largo lazo rojo que atravesaba la misma por sus cuatro lados y en la parte superior hacía un gran moño del mismo color. Dentro de la caja yacía una muñeca aproximadamente del tamaño de la jóven princesita con un vestido compuesto por una combinación de telas estampadas, a blanco con bolitas doradas y verde con flores rosas. Lleva un coqueto cuello alto de bobos de tul, que se repiten en las manguitas tres cuartos. Para hacer el vestido aún más delicado, lleva un gran lazo rosa pálido definiendo el corte del vestido.

Spoiler:

El jóven lacayo, como pudo, inclinó un poco su cabeza a modo de reverencia para luego posar la caja donde se encontraban los demás; se retiró casi de manera instantánea, reverenciándose una vez más. Así pues, la jóven Reina ahora sonreía a medio labio, observando a los anfitriones

- Princess Marie, me encantaría presentar mi regalo ante vuestra merced. Yo espero que sea de su agrado, tanto como para su padre. ¡Estoy segura de que les parecerá adorable! Ya verá usted qué cosa es. - Dejó escapar una risilla casi infantil, mirando pues, a su acompañante una vez más. Le dejó entender que el espectáculo debía comenzar. ¿Qué sería aquello que la jóven bruja haría? Ciertamente, se encontraba al tanto de los poderes que poseía aquella jóven mas...nunca pensó que realmente experimentaría algo así. Por un momento, el miedo se apoderó de ella mas, casi automáticamente, aquel sentimiento se disipó convirtiéndose más bien en emoción, casi infantil. - Si nos disculpa, tenemos una presentación que ofreceros.

Tomó la mano de Auroxia, caminando entre los presentes. Se escabulleron entre todos los demás, como si hubieran ya desaparecido mágicamente. Ahora sí debían prepararse y entrar en la tarima; aparentemente, había casa llena y todos se preguntaban qué es lo que harían, qué cosa sucedería en esa noche. La orquesta que acompañaba la fiesta entonó una singular melodía, era una melodía que irradiaba un poco de suspenso, sin perder el aire de regocijo y festejo por el motivo ya mencionado. Sólo faltaba esperar que, ambas mujeres y sus "props" se encontraran en el escenario, listas para comenzar justo después de que el telón comenzara a subir.

Dejó a su hermano en el balcón y entró de nuevo a la sala, tragando fuerte y suspirando frustrado. Era el hijo del rey, tenía que estar presente en la celebración y que los invitados le vieran. Cogió una copa de vino de uno de los camareros que servían y se acercó a su hermana un momento, saludándola con un dulce beso en su mejilla.

-Marie, eres la más bonita de esta sala. - Le susurró al oído, sonriéndole cariñoso.

Pudo notar que la atencion de la gran mayoria de las personas ahi presente era llamada por el acto que la reina y su acompañante hiban a dar, algo que no era muy de su interes, a opinion propia, ellas solo buscaban llamar la atencion.

Dio un suspiro y miro a Michael su mayordomo, sonriendo levemente. - Ve y diviertete Michael, yo dare una vuelta por el lugar.- Dio una vuelta y, antes de emprenedr camino, le miro por sobre su hombro. - Y es una orden~.- Luego de decir estas palabras, con un tono un tanto infantil, guiño un ojo a su mayordomo y se dipuso a voltear el rostro hacia el frente, comenzando su suave caminata. Se dirigio al fondo del Salon, el cual se econtraba casi vacio ya que la multitud ahora se encontraba centrada frente al pequeño escenario que se habia formado.
Saco de entre sus ropas un abanico de igual color a estas, de un rojo oscuro, y comenzo a abanicarse levemente, a pesar de la hora, la noche se enocntraba bastante calida y tanta multitud no ayudaba a que su temperatura fuera mas agradable. Solto un leve suspiro en lo que mantenia su suave abaniqueo, el cual estaba centrado en refrescar la zona de cuello y pecho, cuando escucho la voz de hombro.

Volteo el rostro hacia este, sonriendo tras escuchar sus palabras, le entendia a la perfeccion; no le gustaban esa clase de espectaculos... sus gustos eran un tanto mas diferentes. - Tiene usted mucha razon...- Respondio a aquel elegante hombre que le hablaba, en lo que estiraba levemente su diestra hacia el en lo que cubria su boca levemente con el abanico. - Condesa Pandora Erzsébet Báthory.- Pronuncio su nombre a modo de presentacion como asi lo dictaba el protocolo, esperando a que el hombre cogiera su mano para completar el saludo y asi este se presentara tambien.

Aparto de una vez el abanico de sus labios para dedicarle una sonrisa a aquel que como era debido saludaba y se presentaba, dedicando tambien una leve reverencia en lo que se llevaba acabo el beso. Una vez el saludo dio por terminado, volvio a erguirse, sin quitar la suave sonrisa de sus labios. - El placer es todo mio.-

Nuevamente volvio a abanicarse, soltando un leve suspiro al ver como el hombre que acababa de presentarse daba un vistaso alrededor; tal vez lo mas agradable por el momento seria quedarse ahi en su compañia, ya que hacercarse al lugar donde se encontraba la pequeña princesa era imposible.

Cuando este volvio la mirada a si, volvio a sonreir, ahora mas ampliamente, le sorprendia en echo de que apenas unos dias de llegada ya se conociera su condicion y estado. - Lamentablemente aun no eh tenido la oportunidad de recorrerla aun.- Respondio a la primera pregunta formulada por el conde, en lo que dejaba de abanicarse y soltada un leve suspiro algo desanimada, la verdad es que esa era la primera oportunidad que tenia para salir fuera del pais, en Inglaterra con suerte solo habia podido recorrer unas cuantas calles y las afueras de la mansion Nightlord, nada mas.

- En cuando a la mansion, pues si, mi futuro esposo ah tenido que hacer un viaje por asuntos de negocios, por lo cual ahora me encuentro a cargo de la Mansion Nightlord.- Volvio a sonreir al conde, mirando ahora hacia el exterior del salon, el cual daba a un gran y hermoso jardin, en el cual se podia notar como corria una muy suave y leve brisa. Volvio la mirada el conde para ahora dirigirse a este. - ¿ Le importaria acompañarme al jardin? Ya no aguanto el agobiante calor que hace aqui.-

Había vagado entre la diversidad de personas sin un fin ya predestinado, sobraba mencionar que nadie le ofrecía reverencias debido a que se encontraba en su verdadera forma y nadie, absolutamente nadie a ecepción de unos muy pocos sirvientes le conocía de aquella manera. Aquello le inundó de una extraña paz, en su fuero interno le molestaba que la gente le molestase seguido de aquella forma.. Por supuesto que en su identidad humana aquello parecía gustarle.

Los silenciosos pasos que efectuaba en el salón, tan felinos y bastante ligeros comenzaban a atraer las miradas tanto de damas como de varones, que no se perdían el esplendor del platinado en su andar, tan claro y orgulloso como siempre había sido, agradeció que su Rey todavía no se hubiese percatado de ello.

Sin embargo sintió una mirada a sus espaldas, alguien que parecía haberle.. ¿Reconocido? .. Ladeó el rostro y le dirigió una glacial mirada a un muchacho rubio que miraba en su dirección, pudo sentir que era un bebedor de sangre.. Y que claramente había sentido la energía propia y la había reconocido.

Le fue difícil expresar la emoción que le causó ese pequeño, la ausencia de miedo ante su imponente forma demoniaca y a su dominante estatura que ya alcanzaba casi los dos metros, así, quizo poner a prueba su valor. Caminó hacia el rubio y percatándose de la pieza que sonaba y cómo los invitados comenzaban a bailar, ofreció una suave reverencia al vampiro ofreciéndole su mano, mientras la otra reposó en su espalda baja.

- .. ¿Me permite este baile?

Juró que escuchó una exclamación de asombro en el resto de las personas, nadie esperaba que el alto peliplata tuviera el interés de sacar a alguien a bailar, menos a un hombre, era costumbre en él hacer las cosas en contra de las expectativas de las personas, lo había hecho con su padre y seguía haciéndolo con todos, incluso con su hermano. La mano que le ofreció el rubio fue más pequeña de lo que esperaba, incluso más suave y delicada siendo este acto digno de una tenue sonrisa en sus labios, la cual era extraño que apareciera.

Le escoltó directo a la pista de baile y ahí, a un costado de los humanos que bailaban le sujetó la cintura con cuidado y entreenlazó los dedos con la pequeña mano de la cual se había adueñado y así comenzó a bailar al mismo ritmo que las personas, ya que había visto demasiadas veces aquel baile.

Le llevó alrededor del gran salón con movimientos ligeros pero ágiles y rápidos, esperando que él pudiera seguirle el ritmo, de lo contrario le apoyaba con la mano en la cintura para simular que podía con el hábil ritmo del demonio.

Sus labios entonces se abrieron para musitar palabras en voz baja, pero su tono de voz con aspecto grave daba la impresión de tener enojo aunque no existiera tal.

- ¿Me dirá entonces cómo ha podido reconocerme, jóven?