Cumpleaños de María.

*una sonrisa de medio labio parecía haberle formado una especie de mueca y es que sanzo nunca sonreía y para que iba a sonreir ahora si no habia motivo colocó una de sus manos hacia la cintura en un contraposto realmente hipnotizador que no iba dirigido a nadie, volvió entonces a mirar hacia aquel de alta cuna a la cual la condesa habia transmitido sus "ganas" de conocer, tenía un oido fino que demonios quería que hiciera ¿oidos sordos? jamás y mucho menos en lo que el llamaba horario de servicio, le dejó que se confiara ya que se mantuvo entre la gente "escondido" no, mejor dicho asi era una forma que tomaba su presencia para no pasar desapercibida, a modo de interés dirigió su mirada hacia el jardin por donde señalaba la condesa bathory no se libraria de sanzo tan facil, mantenia ojos avisor y como quien dice contaba con buenos conocimientos. No por nada era el mayordomo de nightlord* permiso

*no lo menciono a nadie pero se permitió el susodicho deseo de sujetar en sus dedos un diminuto alimento, que era, no, no lo sabia pero haber como era su sabor al probarlo no puso ninguna expresion pero mantuvo su posición vigía, habia algo que diferenciaba a michael y a sanzo, sanzo no obedecía a otro que no fuera Caín y eso supondría un problema no haria nada si no pasaba nada pero como siempre sus ojos y su presencia permanecia atentos a cualquier movimiento que se realizase*

La noche brillaba con todo su esplendor. La Luna se alzaba en el cielo, coronándolo y acariciando la tierra con una suave luz de aspecto blanquecino y sutil, silencioso pero hermoso por ello. Parecía que la naturaleza se había puesto de acuerdo en hacer de esa noche un verdadero paraíso y el momento idóneo para aquella fiesta que ahbía sido planificada con mucho tempo de antelación.

Todos y cada uno de los detalles con los que alguien podía deleitar su mirada parecían haber sido creados única y exclusivamente para esa esperada velada. A simple vista, todo estaba en su sitio y nada podía quitarle el adjetivo de "perfecta" a aquella fiesta donde casi toda la nobleza de ambos países y, por consiguiente, la nobleza de los mismo se hallaba entre aquellos trabajados y antiguos muros.

Definitivamente era el mejor lugar donde cometer un atentado, aunque sería algo digno de ver si alguien ajeno a la susodicha celebración se atreviese siquiera a pensar en arruinar o intentar asesinar a alguno de los invitados. Cualquier terrorista o asesino que intentase entrar a aquel lugar no tardaría en ser arrasado por la seguridad de Versailles o, si llegaban a poner un solo pie en la sala, por algunos de los mismos invitados.

Nadie, ni un solo de los sirvientes, nobles o seres de linaje "real" había dado señales de darse cuenta de la presencia de la mestiza en la sala. Pero claro... ¿Quién le prestaba atención a una pequeña gatita cuyo único rasgo distintivo era unos ojos rojos como el más intenso fuego?

No le había hecho falta alguna seguir a su señora desde Inglaterra, se había adelantado y estaba en el país desde hacía apenas uno o dos días antes, recorriendo sus calles y visitando los lugares de los que se enorgullecía aquel país y, más concretamente, aquella ciudad en la que se había provocado la mayor unión de razas desde hacía mucho tiempo.

Pocas veces había sido testigo de como humanos, demonios, brujas, vampiros y ángeles, entre otros, se mezclaban sin matarse unos a otros y mostrando falsa cordialidad y amabilidad. Aunque no todos eran así, y la mayoría tenía una máscara fácil de atravesar por una u otra razón.

Llevaba tumbada sobre el alfeizar de uno de los grandes ventanales del lugar desde mucho antes de que cualquier invitado llegara. Después de todo, era fácil pasar desapercivida a la mirada de los sirvientes ajetreados por los últimos retoques y su aura y esencia demoníaca no se notaba en lo más mínimo a menos que se tuviera una gran sensibilidad para aquel tipo de cosas y pocos de la sala cumplían los requisitos para tenerla o tiempo que desperdiciar en buscar su origen, por lo que su identidad estaba a salvo de las miradas curiosas de algunos no humanos.

Sus orbes rubí se paseaban de vez en cuando por cada nuevo lord, lady o sirviente que aparecía en la gran sala llena de diferentes aromas, a cada cual más delicioso que el anterior. Una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro cuando escuchó, aún a pesar de la distancia, que Sara planeaba hacer una especie de espectáculo de magia junto a la Voltaire quien, según los rumores que circulaban, parecía ser una bruja con mucho tiempo libre.

De no ser por el carácter medianamente infantil que la reina podía mostrar en ciertas ocasiones le habría sido difícil comprender como Auroxia había conseguido convencer a la mujer de sangre azul para hacer algo como aquello. Vale que fuera una humana, pero era la reina de Inglaterra y tenía una imagen y reputación que mantener.

Lo dejó pasar por el momento, no tenía ganas de volver a su forma humana a menos que Su Majestad corriera algún peligro y, para defenderla a pesar de que a ella no le gustase la idea, ya estaba el ángel de blancas vestiduras y negros pensamientos que había entrado poco antes que la rubia y cuya presencia había puesto los nervios de punta a más de un demonio del lugar, ella incluída aunque sabía disimular muy bien, aún más siendo una felina en aquel momento.

Agachó su rostro hasta posarlo sobre sus patas delanteras y dejó que su cola se balancease suavemente de un lado a otro en el interior de aquella sala mientras entrecerraba sus pequeños ojos, dejándose embriagar un poco por la música. No le prestó atención alguna a la "reina" de Francia que entró con su verdadera forma, era fácil diferenciarla si, como el vampiro con quien bailaba, se ponía un poco de atención en su esencia y porte aún a pesar de no haberlo visto nunca en persona.

No había ocultado su mirada curiosa ante la variedad de raza dentro de la misma familia real francesa. Aún así, y a primera vista, era fácil saber que los dos príncipes y la pequeña princesita que, probablemente, la reconocería por ser la única "gata callejera" que había logrado colarse en palacio, no tenían parentesco alguno más que el mer sentimiento de algunos de ellos.

- "Un príncipe demonio y uno vampiro, rey y "reina" demonios y una pequeña jovencita humana... Una mezcla original sin duda~" -pensó divertida después de que tanto sus orejas como sus ojos se clavaran de nuevo en aquella castaña de humilde y gracioso carácter.

El platinado mayor la había dejado sola no hacía mucho con una vampireas como escolta y criada, lo que la ahcía una "víctima" perfecta y una tentación que hacía a la diablesa querer atraer la atención de la joven María y de quien no apartaba la vista. sus mejillas sonrojadas y aquella leve e inocente sonrisa la hacían ver como todo ser de su edad debería, tierno y cuya única procupación, por ser de la realeza, era no deshonrar a sus progenitores y complacer a los invitados con su presencia y sus refinados y poco pulidos modales por su corta edad.

Tras alejarse y cumplir con unos cuantos formalismos y saludos obligados finalmente se veía libre de esa clase de tareas. Su mirada escaneó el lugar mientras tomaba de una de las bandejas una copa de licor ambarino y espumoso el cual llevó a sus labios. Su mirada se frunció cuando pudo ver entre las personas un gato, sin siquiera molestarse en indagar más hizo una señal a uno de los mayordomos del lugar el cual se acercó y dio orden inmediata de echar a dicho animal de su celebración, claro estaba que dicha orden iba en un tono de ira y acompañado de regaños hacia la servidumbre que dejaba entrar dicho animal.

Su mirada enseguida se posó en una criatura de larga cabellera plateada pero esta enseguida se perdió entre las personas, bailaba con un rubio… rodeó la pista de baile volviendo a buscar entre la gente aquella criatura y al acercarse, pese a no verla aún, como si fuese un golpe en el rostro le llegó su esencia más pura - Zyon… - murmuró casi en completo silencio apretando la copa hasta que el pie de la misma se quebró en sus dedos, la dejó caer haciéndose pedazos en el piso derramando el contenido. Su mirada finalmente divisó nuevamente a la pareja comprobando lo indudable y él mismo fue quien se mezcló entre la gente para no ser visto. A paso decidido y furioso se alejó del lugar volviendo a buscar a la pareja de alemanes con su mirada.

Dió un giro más llevando el frágil cuerpo del vampiro entre sus brazos, pronto las miradas de algunos invitados humanos se habían enfocado en la figura danzante, que parecía impacable en cuanto a su fuerza y ritmo, bastante fugaz y armónica.

La música del sitio no faltaba y tampoco se hacía esperar, puesto que las melodías en torno a piano, violines y entre otros instrumentos continuaban con la emoción del baile sin parar, sin romper la burbuja de mágia entre ambos.

Su aura había sido un problema, sin embargo al parecer sólo pocas personas se podrían haber dado cuenta, qué martirio habría sido.

- .. Hm.. Con que era eso.

Sonrió con sarcasmo pero de inmediato su rostro se volvió lúgubre, había sentido una presencia inconfundible.. Su Rey maldito se encontraba cerca de él, peor aún.. Le había visto. Soltó las manos del rubio con cuidado y se apartó al hacer una reverencia.

- Disculpe.

Se escabulló en las personas con una agilidad sublime, apresurándose todo lo posible para alcanzar a su Rey, cuya muñeca sostuvo con una mano en tal arrebato de fuerza, deteniéndole.

- Alastor.

Tal y cómo vino, toda la magia se esfumó cómo el agua entre los dedos. Sonrió débilmente cuando vio cómo la reina corría en dirección de la conocida figura y se encogió meramente de hombros. Algo así cómo un juguete fue, a fin de cuentas.

Con lentitud se dirigió a salida del gran salón y de allí procedió a tomar su carruaje, dejando Versailles atrás, tan atrás cómo intentó que quedase lo que sentía.

Se detuvo al sentir que su muñeca era atraída hacia atrás girando quedando frente a frente con su hermano. Le miró severo, con ira que parecía encender su mirada gélida en fuego puro - Zyon. – dijo seco y dejando ver en su voz el enojo que le consumía. Tiró de su mano para liberarse del agarre de su reina, cosa que si este le tenía firmemente no sucedería.

Pocas fueron sus acciones pues estaba sumamente tenso intentando mantener ese esfuerzo sobrenatural que hacía para mantener la compostura y no simplemente desenvainar una espada y partir a uno de sus invitados por la mitad. Sobretodo por que algunas personas les miraban, no solo por que un desconocido tomaba de esa forma al rey si no también por la belleza de aquella criatura de largos cabellos platas.

cuando mi hermano me abandono en el balcon simplemente tome una copa mas de vino tinto-menudo..coñazo....con este tio-dije algo enojado pero divertido-talves no sea lo mejor quedar como ustedes ....verdad..-dije para mi refiriendome a la situacion de mis padres-pero de verdad que quiero nllevarme bien con la pequeña marie y ese necio que tengo como hermano-rompiendo la copa con mi mano y sangrando un poco, dije serio-no va a ser facil....

Sonrió ante las cariñosas aplabras de su hermano. Le gustaba que le dijesen que estaba guapa (¿a qué mujer no le gusta?) pero aun más si se lo decía su hermano mayor favorito. Le dio las gracias en voz baja, con las mejillas sonrosadas y volvió a prestar atención al baile.
Pasaban los minutos y su hermano seguía con ella. Eran ya cerca de la una de la madrugada y los párpados empezaban a pesarle a la pequeña, que ya debía de estar acostada. Al pensar en lo confortable y calentita que tenía que estar su camita, María bostezó, frotándose los ojos con las manos. Tenía tanto sueño... que hasta le pareció ver al gatito que habia conocido noches atrás paseandose grácilmente entre los pies de los invitados.

Phillip vio que su hermanita empezaba a estar cansada, y tuvo una idea para despejarla un poco y, si la situación lo permitía, llevársela de ahí. La cogió de la mano como en los cuentos que solía contarle, cuando el príncipe ve a la princesa, y clavó una rodilla en el suelo ante ella.

-Bailarías conmigo, hermosa princesa? - Preguntó con una sonrisa divertida, arrastrando el pequeño cuerpo de su hermana hacia él para empezar a seguir el son de la música.

Tal vez, como las presentaciones ya estaban hechas, podría bailar hacia la salida y llevar a su hermanita al dormitorio, que es donde debía estar, descansando.

Se quedó asombrada cuando su hermano el pidió bailar con él y sonrió con entusiasmo, asistiendo con la cabeza, aunque aún se le escapaba algún que otro bostezo, pero le hacía mucha ilusión bailar con Phillip.

Le cogió la mano libre con su otra mano y se subió encima de los pies de su hermano mayor. Así como estaban, María apoyó la cabeza a la altura del vientre de Phillip y cerró los ojos, dejando que este dirigiese el baile. la musica quee staban tocando en ese momento era una lenta sonata.

Sonrió feliz de que su hermanita aceptara y la cogió bien de la cintura para que no cayera ni tuviera que hacer ningún esfuerzo, viendo que estaba tan cansada. Bailaron por el centro del salón, sin mirar a nadie más, solo tenía la vista clavada en el cabello de su hermana que se movía conforme daban vueltas.

-Lo has pasado bien, Marie? - Preguntó en susurros.

María empezaba a quedarse dormida mientras bailaba con su hermano, tanto que daba cabezazos de vez en cuanto. Así que oyó lejana la pregunta que le hizo Phillip.

-¿Uuuh...?- le pesaban muchos los párpados- Sí, María lo ha pasado muy bien... -esbozó una sonrisa, pero esta se deshizo en un bostezo- ¿Y Phillip-oni-chan cómo se lo pasó?

Simplemente sonrió en respuesta. ¿Qué decirle? ¿Que él odiaba esas fiestas, porque odiaba todo contacto con gente que no le importaba? ¿Que odiaba lo falsos que eran muchos de ellos? ¿O que prefería la soledad a estar pendiente de mostrarse como un buen príncipe?

Pero no podía decirle nada de aquello. Así que simplemente asintió suave con la cabeza con esa sonrisa y fue haciendo que sus pasos de baile se dirigieran hacia la salida, desapareciendo del salón sin ser apenas vistos.

María se iba dando cuenta poco a poco de lo que pretendía su hermano y le sonrío, agradecida. Cuando llegaron hasta el vestíbulo, pararon de bailar justo cuando la sonata terminó de sonar y se oyeron algunos aplausos a la orquesta desde el Salón Real. María apoyó la cabeza en el hombro su Phillip y le abrazó el cuello, con los ojos semi cerrados ya.

-Phillip-onii-chan...- murmuró, somnolienta- María quiere irse a la cama...- de nuevo sus palabras se tornaron en un amplio bostezo y se frotó los ojos con una mano.

Su mirada no se despegó del rey albino hasta que este dio orden a sus sirvientes de hecharla del lugar. Era normal, ningún soberano solía gustar de tener animales rondando por el salón en medio de una fiesta, y eso era precisamente lo que incitba a la felina a escabullirse, sin mucha disficultad, de los asustados sirvientes que temían una reprimenda mayor si ella no desaparecía de allí.

Al ver que la joven princesita salía de la sala estuve tentada a seguirla, pero estaría cansada y lo mejor para ella sería dormir, aunque el hecho de que un vampiro, por muy hermano suyo que fuera, la acompañara, la dejaba intranquila. Aún así, no se metió. Se preocupaba por la pequeña simplemente por que era una infante, algo que nadie creería capaz en un demonio pero a lo que Ruby ya estaba acostumbrada.

Bajó del alfeizar en el que se encontraba, pasando entre las piernas de algunos de los mayordomos como si les retase a intentar atraparla antes de perderse entre la multitud, pasando desapercivida entre las amplias faldas de las mujeres ebrias de atención y de los orgullosos hombres que por nada mirarían hacia abajo a menos que algo les llamase la atención, cosa que la pequeña felina no hacía por el momento.

Hubiera gustado de seguir en aquella forma observando su alrrededor, pero la música que sonaba no le agradaba, así que no dudó un solo momento en hacer una pequeña entrada en escena. Se dirijió hacia el piano que se hallaba en el lugar, aprovechando el ajetreo para pasar de una apariencia a otra en tan solo un instante, liberando escasa parte de su energía demoníaca, aunque la suficiente para ser descubierta por cualquiera que no tuviera ya algo en mente.

Su largo vestido negro de falda ligeramente holgada que cubría poco más de los tobillos y un corsé a modo de prenda superior con una dorada mariposa bordada la hacían resaltar entre la muchedumbre, no solo por una falda que se mantenía ceñida a sus piernas y cintura y la fina seda que apenas parecía cubrir su nivea piel. Sus largos cabellos blancos caían sueltos, libres y algo rebeldes por su espalda como si de una cascada de blanco platino se tratase, cubriendo así la escasa zona de su espalda dañada por la cicatriz de su hermana que el susodicho corsé dejaba a la vista. Aquello, junto a sus ojos de fuego ardiente, con una pupila redondeada para no extrañar a los inviados, eran rasgos que no podía ocultar, ni quería hacerlo. Aunque tampoco es que su figura no destacara por sí sola.

Despachó bastante rápido al pianista una vez hubo llegado hasta él, sentándose ella en su lugar. La música del piano no volvió a sonar, no hasta que la vampiresa se acomodara de aquellos guantes de encaje negros de porte gótico sin dedos y acariciara las teclas, pulsando tras esto apenas dos de ellas. En su mente vagaban notas de una antigua canción que escuchó en una de las antiguas cortes de la Edad Media, muchos años atrás aunque en aquel mismo país.

Una Courante cobraba vida a través de los hábiles dedos de la mestiza, una canción seguramente ya olvidada de carácter bailable cuyo ritmo no era lento, pero tampoco excesivamente rápido. Una melodía perfecta para bailar, pues esa era su finalidad antaño, o para escuchar mientras se disfrutaba de ella.

La orquesta que había sido contratada tardó poco tiempo en habituarse al ritmo y las notas de aquella canción, semejante a las que se hallaban entre las elegidas a formar parte de múltiples suits que se podrian escuchar por aquella época. Una sonrisa cálida se había dibujado en los labios de la intérprete al escuchar nuevamente la múscia que ella msima tocaba, habiendo pasado muchos siglos sin tomarse la libertad de hacerlo por propio capricho o decisión.

Era una lástima que la pequeña cumpleañera no estuviera en la sala para disfrutar de aquella composición, pero no era que le importase demasiado en aquel momento en que sus orbes se mantuvieron tras sus párpados y sus manos parecían moverse solas, jugando con las teclas que presionaban sus dedos con la maestría adquirida por los pasados años.

Estaba de más decir que aquella Courante acababa de ser adaptada por Ruby para poder ser tocada en piano, cuando se compuso se carecía de aquel instrumento que solo la más alta clase social podía permitirse. No disfrutaba del lujo, así como tampoco lo despreciaba, por loq ue tampoco era que hubiera tenido muchas ocasiones en las que satisfacer sus propios deseos, por vanales o estúpidos que parecieran. No buscaba llamar la atención a pesar de haberlo conseguido mucho antes, tan solo se dejaba llevar por un pequeño deseo sin fundamento al parecer.

despues d etanto ajetreo me acerque al principe y ala princesa maria quienes vi alo lejos ya en la fista que estaba

phillip-sama,es usted un buuen hermano. con esta pequña dama especial,e notado que esta algo cansada ya verdad maria-sama?-le acricie el cabello, y contemple sus cansados ojos-ne?-sonrrei con dulcura ante ambas majestades,despues de todo mi trabajo era servirle en lo que fuera util.