“El verano Inglés” saludaba a la Gran Bretaña. Más allá de las altas verjas, podía divisarse la ciudad a la distancia, coronada por grandes nubes negras que liberaban su contenido acuoso sobre ésta. Londres siempre tendría su aspecto gris, aunque el Sol brillase intensamente en el firmamento. A pesar de encontrarse permanentemente en movimiento, nada cambiaba. Cada individuo se ocupaba de sus propios asuntos; una reunión importante, el trabajo rutinario del día a día, una taza de té a media tarde… Y todo parecía dispuesto para llevar a cabo este singular “Ritual”. En una bandeja plateada sobre el amplio escritorio a sus espaldas, se hallaba la tetera, cuyo contenido caliente y recién elaborado dejaba escapar delgadas estelas de vapor a través de la delgada boquilla; junto a ésta un par de tazas de color blanco y de aspecto antiguo.
La Directora de aquella gran institución, contemplaba la ruta de acceso a la Mansión a través de la ventana colocada directamente detrás del asiento que solía ocupar. Con los brazos hacía atrás, y las manos justo sobre su espalda baja, una apoyando el dorso sobre la palma de la otra, presentaba un aire vigilante. En breve se llevaría a cabo una reunión. Y con un habano que sostenía ligeramente entre los labios y hacía la comisura izquierda de éstos, aguardaba.