Fiesta de bienvenida

Los más inimaginables manjares tuvieron cita en el salón naranja, que constituían las grandes delicias del continente francés. Parecía como si los mismos dioses fuesen los invitados al espléndido recinto, que con su armonioso conjunto y contraste pintaban a la vista la más magnífica de las celebraciones.

Y ahí se encontraba él, el sirviente de cabellos rubios e impactantes ojos celestes, atendiendo como un perfecto mozo a cualquiera de las indicaciones de su lord, acomodando y haciendo los ajustes necesarios, pero no por ser sirviente iba vestido menos elegante: Su cabello liso y suave bajaba de su cabeza hasta sus hombros con delicadeza como una cascada dorada sin interrupciones, un pequeño fleco de lado se desviaba en su frente y sus ojos parecían dos lagos de increíble pureza, pues no mostraban maldad en ningún instante, parecía un educado ángel que había bajado desde el paraíso para atender personalmente a sus dioses, pues su misma apariencia parecía tener luz propia. Su ropa, pulcra y bien elegida para la ocasión se conformaba de una camisa blanca de botones al frente y en las mangas, el cuello sin defecto alguno y a los lados un par de tirantes cruzaban desde sus hombros hasta unirse a los pantalones que iniciaban un poco más abajo de su abdomen estrictamente ceñidos a sus delgadas piernas, las cuales terminaban en un calzado de charol negro perfectamente lustrado, deseaba dar la mejor de las impresiones a su señor, al cual le dirigió una encantadora sonrisa antes de seguir comprobando que todo estuviese en orden.

Cuando escuchó la orden de su señor armó una fila con el resto de los sirvientes a los costados de las puertas, pues en ese instante ellos serían los maestros de la comodidad de los huéspedes, a los cuales se les proporcionaría la mejor servidumbre y demostrarían que los argumentos e historias maravillosas sobre la hospitalidad del Conde no eran simplemente palabras.

Parpadeó ligeramente sorprendido y rompió la fila para acudir a las órdenes de su Lord, enlazando sus delgados dedos a su espalda para ofrecer una sumisa y respetuosa actitud, añadiendo una sonrisa amable.- Dígame, milord? - Adoptó una postura firme y espléndida, si alguien desconocido hubiese entrado en ese instante se le habría tomado por una estatua porcelánea en tamaño real.

Sus ojos permanecían distraídos mientras esperaba las palabras de su lord que no se hicieron esperar demasiado, y a medida que estas fluían hacia su oído comenzó a sentirse inexplicablemente nervioso, después la propuesta ocasionó el golpe final a sus emociones que sintió como sus pómulos eran azotados por un suave celeste que se apoderó de su piel como si fuera un delicado rubor, una de sus maldiciones más penosas estaba haciendo efecto.

Inclinó la cabeza para que sus hilos dorados cayesen sobre sus mejillas y ocultaran sus pómulos azulados, pero temió que aquello fuese considerado una ofensa.- No necesito pensarlo, el servirle en ese puesto.. -Alzó el rostro y le enfrentó con una sonrisa motivada por la emoción, olvidando por completo su maldición.- Me haría muy felíz. -La curiosa confesión sólo le intimidó más y para disimularlo en vano se dió media vuelta para ocultarse, hablándole sin mirarlo.- Y ya que me permite divertirme.. Gusta beber una copa con este humilde servidor?

Estuvo unos momentos examinando sus torpes palabras hasta que llegó a una atropeyada conclusión: no bebía. Cómo no lo habia pensado? Tenia demasiada falta de control cuando bebía en exceso, si sus límites eran arrebasados no sabía qué sucedería, pero debía aparentar todo lo que podía, así que cuando el rubor de sus mejillas desapareció recuperó su seriedad y esperó al sirviente con el encargo, se sentía bastante raro siendo atendido pero no le dió demasiada importancia. Cuando las copas llegaron a su alcanze tomó una de esta y olfateó lentamente el exquisito elixir en la copa de cristal hasta que humedeció sus labios con el vino, relamiéndolos con gusto.- .. Exquisito .. -Murmuró encantado.

Sonrió emocionado a su Lord, bajando los ojos a la copa de vino que reflejaba su rostro sereno, desde esta un agradable aroma acudía a su olfato lentamente, el cual respiró en silencio mientras balanceaba despacio la copa hasta volverle a dar un suave trago, cerrando los ojos con afán de disfrutarlo. - Tiene usted un gusto exquisito para la bebida. -Con su siguiente trago dejó la copa a medias, relamiendo sus labios con discreción.- .. Conde, perdone que pregunte pero.. - Arrugó el entrecejo al recordar algo.- .. Qué edad tiene?

El carruaje se aposento frente a la cerca de la gran mansion que no se dejaba ver completamente por la pequeña ventana del vehicula; aquella mansion era simplemente enorme, hermosa y enorme.

No pudo apreciar mucho el jardin delantero debido a la osuridad que poco a poco comenzaba a acercarse; las antorchas aun no estaban encendidas y ademas, el tamaño de aquella ventana era insoportable y no dejaba asombrarse ante la belleza a su alrededor. Cuando el carruaje paro frente a las puertas abiertas de la mansion, su ansiedad por entrar al lugar aumento, asi como este se veia acompañado de un leve nerviosismo. En aquella ocasion no hiba acompañada por nadie mas que por su cochero quien la ayudo a bajarse del carruaje; el hombre de edad bastante madura, tomo con sutileza la mano de la condesa y no la solto hasta que la dejo frente a las puertas, asegurandose de que una de las maids de la mansion que pasaba por el lugar la recibiera.

- Madame Báthory a venido a visitar a Monsieur Le Bursier .- Hablo con el cochero con un perfecto acento frances, en lo que mantenia la mano que sostenia la condesa en alto y la otra la mantenia tras su espalda. La maid solo asintio y con un gesto de la mano le invito a que la siguiera. Solo asi el cochero solto la mano de aquella a quien servia, llevando la mano libre ahora a su estomago para inclinarse para formar una reverencia y luego retirarse de vuelta al coche donde esperaria lo que su ama fuera a demorar.

En total afonia, siguio a la maid que le guiaba por los pasillos del elegante lugar... debido al la nula conversacion entre mais y condesa, el sonido de un piano se hacia presente en el lugar, dando un grato ambiente... el piano era su instumento favorito.

Su nerviosismo aumento a medida que se acercaban al lugar de donde provenia la música, por lo cual no pudo apreciar el lugar en el camino hacia el salon, cuando ya estubieron dentro de este, pudo notar que era completamente de un color naranja, cosa que le daba de alguna o sierta forma, un aspecto calido.

- Monsieur ... Madame Báthory a venido a visitarle.- Aviso la visita de la condesa, para aun en la puerta, con las manos tomadas sobre su regazo, inclinada levemente ante la presencia de su señor.

La condesa se dedico a sonreir dulce y sutilmente, tomando ambos costados del vestido negro con un leve tono azul oscuro que le llegaba hasta las rodillas, el cual llevaba sobre aquella blusa gris sin mangas, sus manos enfundadas en guantes del mismo color del vestido tomaron delicadamente su vestido para alzarlo solo unos centimetros y de esta forma inclinarse levemente cerrando los ojos, dejando que el cabello que llevaba tomado en dos coletas callera levemente sobre su rostro. - Monsieur Le Bursier.- Pronuncio levemente, pero lo suficientemente claro para hacer oir por sobre la música, volviendo a erguirse para descubrir sus orbes azules y mirar al conde con una sonrisa divertida en los labios, mirando alrededor sin moverse de su lugar, notando la presencia de los sirvientes del joven y las mesas repletas de manjares. Volvio la mirada al conde, sin apartar la sonrisa de sus labios.

- ¿Eh venido en mal momento?.-

Spoiler:

Su sonrisa se amplio levemente cuando el conde noto su presencia y se acercaba, mateniendose en su lugar esperando hasta que el estubiera lo suficientemente cerca. Mas se sorprendio al ver el gesto que hacia con la cabeza y se inclinaba a modo de disculpa, con un claro gesto de estar apenado.

- Oh, no porfavor, no tiene nada de que disculparse.- Reacciono ante la accion del conde, moviendo las manos frente a su pecho de un lado a otro, demostrandole al conde que aquello no tenia mayor importania. - La que deberia disculparse soy yo por haber venido de forma tan repentina ... ¿ Pero que puedo decir? Me gustan las sorpresas.- Sonrio divertida ante su propia respuesta, pero era la verdad, y mantubo su mirada fija en el conde que ya volvia a erguirse frente a ella.

¿Beber? ... Eso no podia ser del todo bueno. Su cuerpo, menudo, era como el de una niña, y no salia tener mucha resistenia ante el alcohol, ademas de que sus conocimientos sobre vinos eran nulos, pero tampoco queria quedar como poco culta ante ese tipo de cosas.

- Me encantaria, ¿Como no aceptar una copa de vino de la famosa cosecha Le Bursier? De echo, de esa forma me eh enterado donde se encuentra su mansion. Me detuve en una tienda a ver si encontraba algun regalo para traerle y ahi fue donde me hablaron del famoso vino cuyo bodega se encontraba en esta Mansion. Dejare que me sorprenda con sus gustos, mi querido Conde.-

Respondio ante la oferta del joven, sin apartar en ningun momento la sonrisa de sus labios.

Tomo las manos tras su espalda, escuchando y mirando algo curiosa la conversacion del Conde y su sirviente, sin tener la menor idea de que tipo de vino habia pedido para ella, solo esperaba que fuera algo suave y dulce, si no... bueno, ya era hora de conocer otros tipos de vino.

Cuando vio al sirviente salir en busqueda del pedido de su señor, volvio la mirada a este, sonriendo divertida ante su comentario, extrañamente aquel comentario le hiso pensar en su propio nombre, el cual se le dio a una caja llena de desgracias, en este caso, "La caja de Pandora, estaria llena de sorpresas ... Un pensamiento bastante extraño pero le hiso reir interiormente. Al ver que el conde retrocedia un paso para verle, sonrio y, extendiendo levemente los brazos hacia los lados, daria una pequeña vuelta en su lugar para que pudiera observarle mejor, como niña que luce su vestido nuevo.

- Muchas gracias, me alegro de que lo haya gustado mi atuendo, lo escogi especialmente para esta visita .- Sonriendo encantada por el comentario del conde, si habia algo que de verdad le gustaba, era que le tomaran atencion a como lucia; y al igual que el conde, aprovecho la distancia que habia tomado para, sin importarle disimular que le miraba, le miro igual como el le habia mirado, de arriba hacia abajo, volviendo a posar la vista sobre su rostro para luego volver a sonreir.- Y usted luce muy apuesto esta noche, Monsieur.-

Luego de unos momentos contemplandole, volveria a mirar alrededor del salon, llamando nuevamente tu atencion las mesas repletas de comida y los sirvientes que se encontraban en la sala. - Disculpe mi curiosidad pero .. ¿Que es lo que celebra?.-

Escucho todo aquel alboroto en aquella mansion donde ahora es mi hogar y donde sirvo para tener un poco de proteccion, miro como gente muy fina con hermosos vestidos y hombres muy elegantes bailan en aquel gran salon, como degustan aquellos ricos platillos, yo solo soy una sirviente que me encuentro escondida entre unas cortinas admirada de tantas cosas bellas y desconocidas para mi, deseo tanto mezclarme pero al verme tan diferente a todos solo me limito a admirar todo aquello desde mi rincon sin hacer ruido para no molestar a nadie y pienso para mi-(seria hermoso ser tratada como esas mujeres, a de ser una rica comida la que se a preparado para esta noche, pero debo ir ya a mi cuarto, mañana es un dia duro y habra muchas cosas que hacer)-tal cual me meti a la fiesta solo a ver desde lejos asi me retiro a mi cuarto a descansar un poco .

Rio levemente ante el comentario del joven Conde, notando la presencia de aquel sirviente que habia traido el encargo de su amo, ofreciendoselo, sin notar la presencia de la sirvienta que habia llamado la atencion de conde.

- Estoy segura de que si estubiera vestido como el mas simple de los sirvientes, aun asi usted destacaria, Monsieur.- Dijo en lo que tomaba la copa con cuidado entre sus manos, para luego sostenerla delicadamente con una entre sus dedos, moviendo levemente esta para que el liquido girara suavemente, demostrando el cuerpo que tenia, bastante carnoso y de un intenso color rubi. Luego, acerco con cuidado la copa a su nariz para olisquerla levemente en lo que cerraba los ojos, bastante agradable, muy aromatico, finalmente, acerco la copa a sus labios y bebio un poco, saboreando en lo que mantenia los ojos cerrados. Suave, perfecto para ella.

Sonriendo, abrio los ojos y fijo nuevamente sus ojos en los contrarios, sin borrar nunca la sonrisa de sus labios que se habia teñido de un leve carmesi, intensifiando el tono que ya tenian naturalmente sus labios. - Que puedo decir? Me ah dejado sin palabras. Es el mejor vino que eh provado en mi vida y ah dado justo en mis gustos.- Dijo mas que encantada por la buena eleccion que habia hecho el conde, algo claramente propio de alguien que sabia de vinos.

Sonrio ante las palabras del joven, desviando levemente la vista debido a sus palabras, si que le habia halagado en lo poco de tiempo que llevaba en el lugar, pero asi como halagaba, le gustaba de sobremanera ser halagada, volvio la mirada al conde ahora con un leve, muy leve tono carmesi en sus pomulos de blanca piel.

- Muchas gracias, debo admitir que sus gentiles palabras me halagan de sobremanera, monsieur.- Suspiro levemente al escucharle hablar sobre el vino, tanto conocimiento, cuando a ella solo de vez en cuando antes se le permitia beber, solo cuando su ex marido hacia eventos en casa, el cual compraba la primera botella de vino que se le cruzaba por delante.

- Ya veo... me encantaria tener el privilegio de probar tan delicioso vino y mas aun, disfrutar del que tengo entre manos.- Respondio a las palabras de quien tan orgulloso hablaba de su cosecha personal en lo que se veia su propio rostro reflejado en el liquido que habia al interior de su copa. - Pero me temo que no podra ser, el viaje ah sido mas largo de lo que pense, su retraso y tardanza no me permitieron merendar, lo cual podria hacer que el vino cause un efecto un tanto negativo en mi, y me temo que mi visita no tardara por finalizar.-

Nuevamente solto un suspiro y lo que volvia a mirar al conde, sonriendo, pero claramente apenada. - Lamento mi torpeza, pero es la primera vez que viajo sola, espero que, y si usted me lo permite, la proxima vez pueda asistir con mas tiempo.-

Al escuchar tal noticia un leve escalofrio recorrio su espalda, recordando que de echo, en la mansion que estaba antes de la Mansion Le Bursier, muchas autoridades policiales entraban y salian... asi que aquella era la razon. No obstante, debido a la informacion, no pudo evitar que a su mente se viniera la imagen de un delicioso baño carmesi... aunque claro, no era momento para pensar en eso ahora. Sacudio levemente la cabeza manteniendose concentrada en la situacion actual y sonrio ampliamente al conde que tan amable invitacion le habia hecho.

- Una oferta a la cual no me puedo negar, ademas, estoy mas que segura de que para conocer su hermosa mansion en su totalidad, no alcanzarian solo unas cuantas horas, nisiquiera un dia.-

Lo que el conde haria a continuacion le sorprenderian levemente, mas aun su comentario, el cual le obligo a cubrir su boca levemente en parte de su diestra, en lo que la copa de vino la sostenia con la contraria. Luego de reir, sonreiria dulcemente al conde, en lo que tomaba uno de los chocolates de la cajita, los cuales tan finos se veian, tomando especificamente uno de los negros.

- Me pregunto si sabra tanto de mujeres como sabe de vinos.- Pregunto vagamente en lo que se llevaba aquel chocolate a la boca, dando un pequeño mordisco para luego tragarlo y dar un pequeño sorbo a su vino. - Dicen que el chocolate sabe mucho mejor con el vino, o viceversa.- Explico luego de haber tragado tanto como el bocadillo como el liquido.

Suspiro levemente en loq eu volvia a mirar alrededor del salon, sin quitar nunca la leve sonrisa de sus labios. - Un salon repleto de manjares, y usted me ofrece especialmente chocolates tan finos, nunca me habia sentido tan.. mimada creo que seria el termino correcto.- Volveria a posar sus orbes sobre los del conde, para luego sonreir a ojos cerrados, con sierto aire un tanto infantil, pero claro, todo dentro de lo dulce. - Despues tal vez no quiero irme del lugar y tengo que sacarme.- Dijo algo divertida por su comentario.

Sonrio divertida ante el coqueto gesto de conde, terminando de poner el pequeño trozo de chocolate que quedaba en su mano dentro de su boca, cubriendo sus labios levemente con el indice en lo que comia y escuchaba atenta las palabras del joven a su lado.

- Es usted muy galante y dulce, Monsiur Le Bursier.- Comentaria refiriendose tanto a las palabras dichas por el conde, como su forma de ser y sus gestos. Mantenia la mirada clavada en sus profundas orbes negras, y solo apartaba la vista para inclinarse levemente ante aquellos que se disponian a salir del salon, quedando ya solo unas cuantas personas.

- Pues, me gustaria que ... - Su frase se vio interrumpida cuando su atencion de poso sobre el hermoso piano de cola que decoraba el salon, el cual no estaba siendo usado por quien momentos antes estaba encargado de la musica. Inconsientemente, asi como si aquel hermoso intrumento le llemara, dejo la copa de vino la cual ya se encontraba casi vacia sobre una de las mesas y se acerco a paso lento al piano en lo que se quitaba los guantes que enfundaban sus manos, dejandolos tambien en la mesa, para asi, pasar la yema de los dedos por la superficie del piano, casi rozando, sin dejar que la punta de sus uñas llegara a tocar nisiquiera la pintura.

- Que hermosura...- Murmuro casi hipnotizada por aquel hermoso piano, reaccionando luego de unos momentos para volver la mirada al conde y sonreirle levemente. - Le molesta si yo...?.- Pregunto, mostrando claramente sus intenciones al señalar el piano con un gesto de la mano.