Asesinato~ Hahahaha~~

La singular risa de los dementes… ese sonido que puede dar escalofríos a muchos. Ese sonido llenaba la habitación en compañía de los gritos desesperados de una mujer junto con un llanto claramente de un infante. Provenía del interior de una casa abandonada en un callejón de mala muerte, ninguno de los escasos vecinos se atrevía a intervenir incluso pasando por un común caso de violencia domestica. La madrugada afuera era fría y una suave brisa apenas movía las hojas de los escasos árboles, el cielo en solo una hora comenzaría aclarar.

El sonido de un motor intensificó los gritos y el llanto y prontamente los gritos se acallaron quedando solo un llanto desolado y aterrado que gritaba repetidamente “¡Mamá!”. La risa se hizo más desquiciada y el motor cesó. La puerta se abrió y de allí salió a un paso lento y elegante el shinigami de rojizo cabello, sus ropas estaban completamente manchadas de sangre goteando esta a su caminar, incluso su rostro estaba salpicado de dicha sustancia carmesí, detrás del la imagen de una mujer de caras vestimentas destrozadas y considerable belleza se encontraba tirada en el piso en medio de un lago de su propia sangre, su mirada verde se perdía en la oscuridad mirando la nada con sus ojos vacíos de vida, su cabello rubio estaba enredado y manchado de sangre y todo su cuerpo presentaba cortes y ataduras, pero la herida que le dio muerte era el terrible desgarro entre sus pechos donde la carne y huesos había sido destrozados por el devastador poder de la motosierra desperdigando carne y hueso molido por la habitación, incluso sobre el niño de no más de 5 años de edad que lloraba abrazado al cadáver, este niño vestía humildemente.

La sonrisa del pelirrojo era cínica, mostrando su hilera de blancos dientes afilados, su rostro denotaba satisfacción mientras salía al callejón en cortos pasos que resonaban al sus tacones hacer contacto con el piso. Mirando hacia las azoteas saltó con facilidad hacia ellas cortando allí el rastro de sangre que dejaba su camino. Sin más se retiró.

La escena no presentaba rastros de nada más de lo que se veía, no huellas de pisadas sobre la sangre, no restos de ropa o cabello, solo el testimonio del niño que alegaba que era un demonio de rojo quien había asesinado a su madre luego de atarla y someterla a una larga tortura cortando su carne en finas tiras arrancándola de su cuerpo.
El niño también dijo que ese demonio había llegado a su casa en forma de un caballero vestido como un mayordomo de ricos con un gran paquete que al parecer su madre estaba esperando, allí había un vestido de seda y terciopelo bordado de piedras semipreciosas, ese mismo demonio le había ayudado a peinarse y maquillarse, su madre no dejaba de hablar de la cita con el supuesto amo de aquel mayordomo, su madre se veía muy feliz pero sin previo aviso aquel hombre castaño comenzó a reírse mostrando una terrorífica dentadura de demonio y soltándose el cabello este se riñó de rojo y el mayordomo se transformó en el demonio rojo que ató a su madre y comenzó a torturarle mientras reía para finalmente atravesarle el pecho con un aparato que tenia cuchillas que giraban.

Era el tercer asesinato de este estilo y este también se publicaría en los periódicos nacionales. Una mujer de baja clase social pero poseedora de belleza era encontrada muerta, con su pecho destrozado con algo que la policía no podía identificar y todos los cuerpos presentaban múltiples torturas sanguinarias como profundos cortes o desmembramientos. Ambos casos anteriores, como este último las mujeres estaban vestidas de gala y finamente maquilladas y peinadas pero ninguna de ella presentaba joyas más que la primera que tenía un camafeo en su cuello. Un pedido de alerta y ayuda fue enviado a los habitantes, que tuviesen cuidado con este asesino y si podían facilitar cualquier clase de pista a la policía serían recompensados.

Hu...es el tercero en esta semana, parece que su hobbie es descuartisar cuerpos...*aparecia el ser con gabardina blanca el cual admiraba su reloj de bolsillo en pleno lugar de estos hechos que habian ocurrido la madrugada casi la mañana anterior, estaban los forences llevando el cuerpo de la mujer mientras que los agentes de policia llevaban al niño hacia esa cachila perteneciente a la estacion de policias, pero el detective cual admiraba su reloj de bolsillo marco paso firme y apurado posando una mano sobre uno de los hombros del niño, mirando al mismo con seriedad exclamandole a los agentes de policia* custodien el lugar de los hechos, yo llevare al niño a la estacion de policia...*los policias obedecen a las palabras del detective, para luego llevar al niño hacia el transporte en el que conduciria al mismo hacia la estacion, momentos despues que ya habia comenzado a emprender la marcha en el mismo, miraba por el espejo retrovisor del interior de la cachila enfocando ese mismo espejo ante la silueta del joven niño atormentado* asi que un demonio he...? bueno pequeño, deberas ayudar a este señor y comentarle...de esa cita que hablaba tu madre, recuerdas el nombre del amo de ese mayordomo que fue a visitarla antes que ocurriera esto...?

El niño asustado no dejaba de gimotear y llorar en silencio negando energicamente con su cabeza a la pregunta del detective - Mamá decia "El conde... el conde" pero no recuerdo su aprellido... - dijo bajito entre pequeños gemidos y gimoteos pues el niño había perdido a su madre y era todo lo que poseía.

Hummm...el dia de hoy sera algo dificil...*colocaba su palma izquierda de su mano palmandola en su frente en señal de resignacion por el escaceo de informacion que el niño le habia otorgado al detective, llegaban a la estacion de policia de la Scotlan Yard dejando estacionado el vehiculo, segundos despues de reflexionar sobre su asiento del mismo se bajaba para poder abrirle la puerta al pequeño terminando por escoltarlo hacia el interior de la estacion ya dicha, entran a una oficina dejando sentado al niño en un asiento frente al escritorio en el cual el se sentaba detras, comenzando a ordenar unos papeleos continuamente hacia un llamado por un telefono que estaba alli mismo* Ho si, quiero que me traigan los estudios del forense en 5 horas, que..? llevaran el cuerpo hacia el cementerio sin ningun estudio...?....entiendo.....el cuerpo esta en muy mal estado como para poder examinarlo, de acuerdo*colgaba el telefono y luego miraba con una sonrisa de medio labio al niño* recuerdas...el arma que llevaba ese....demonio...?

En silencio se secó la nariz con su manga y asintió fervilmente con la cabeza - Hacía un ruido fuerte, rugía como el auto en el que venimos y se movía, era como una espada que se movía con pinchos y salpicaba - repentinamente el niñose largó a llorar al recordar el trauma que había sufrido.

*se acercaba al niño y le entregaba un pañuelo, sonriendole a medio labio le acariciaba la cabesa con su diestra, para luego acercarse detras del escritorio tomando una pluma y una hoja en blanco, comenzaba a hacer garabatos sin sentido junto con numeros y letras que no tenian coherencias entre si, a su ves que murmuraba para el mismo* ruido fuerte...y rugia como el auto...es obvio que tenia un motor esa arma...pero...un arma con motor...? hummmm...*comenzaba a dibujar un motor con espadas alrededor del mismo y hacia las siluetas de movimientos entre cada espada* un motor moviendo espadas...que arma tan extraña...que lunatico podria tener un arma asi trabajando de mayordomo...? *llegaba una señora la cual le hablaba unas palabras al detective, el detective hiso un movimiento con su diestra como si estuviese ofreciendo al niño para luego retirarse la mujer con el niño, rato despues, el se levantaba de su asiento doblando la hoja en blanco para guardarsela en uno de los bolsillos de su pantalon, sin haberse percatado que habia metido la puma junto con el mismo, se retiraba de la estacion sin olvidar de tomar su gorra de su oficina, comenzando a conducir el auto de la estacion en direccion hacia la zona que habitaban las mansiones en el area*

*el singular detective que habia abordado el coche luego que el niño, momentos antes de meterse dentro podia presenciar claramente como lo observaban, observando disimuladamente hacia la direccion en la que sentia esa mirada de curiosidad, mas llego lejos a observar ya que lo unico que pudo apreciar era a una señorita recojiendose el vestido con sus fragiles manos y hecharse a correr, solo alcanso verle como estaba vestida y la espalda de la misma, mas sin dejar de pasar de largo la actitud de esa joven solo se concentro en grabarse esa silueta de la joven por detras, para luego retomar sus acciones subiendo a la cachila de la estacion y seguir con las acciones ya antes dicha que llevaba con el niño*

8 días después.

Las campanas del gran reloj, icono de Londres, tocaba la tercera campanada cuando el sonido de un potente motor cortó el silencio de la noche seguido de un grito ahogado que poco se podía distinguir entre el sonido de la risa de locura que empezó seguida al motor… La zona era las cales bajas de Londres, cerca de un conocido prostíbulo famoso por sus hermosas mujeres de todas las razas. Una fina lluvia comenzó a caer sobre el lugar humedeciendo los adoquines de la calle y las aceras, algunas nubes en el cielo cubrían la luz de la luna oscureciendo aún más el ambiente.

La puerta no se abrió en cambio desde detrás de la casa, por el pequeño patio saltó una sombra roja hacia la azotea, la silueta del shinigami se fió a la perfección mientras las gotas de lluvia limpiaban la larga hoja aserrada de la motosierra de la sangre que la cubría. La larga cabellera carmesí estaba manchada de rojo al igual que todo el shinigami en si, lentamente las gotas rojas se limpiaban de su piel por el agua que le caía. Volvió a reír echando un último vistazo a la oscura calle saltando hacia una azotea más alta.

La escena dentro de la habitación era enfermiza. La figura de una mujer de cabello rubio y cuerpo envidiable y voluptuoso se hallaba tendida en el piso semidesnuda, el fino vestido de tules y sedas rojas estaba desgarrado y solo la falda cubría hasta los tobillos de la mujer, en sus pies llevaba unos finos zapatos de tacón rojos charol, a su cuello una gargantilla de terciopelo negro con un camafeo bastante antiguo, en su mano derecha llevaba un anillo de aluminio y vidrio simulando plata y diamantes y fuera de ello no llevaba ninguna joya más. Su pecho estaba destrozado, la carne junto con hueso, sangre y viseras estaban esparcidos y molidos salpicados por toda la habitación, parecía que una bomba hubiese explotado en su pecho si no fuese por los huesos cortados y molidos de una forma extraña. Las partes de su cuerpo que se mantenían enteras le faltaban trozos de piel la cual parecía haber sido cortada y arrancada a tiras y por el sagrado se notaba que había sido en vida.

Sus ojos azules miraban el vacío con su expresión clásica de muerte, su rostro estaba maquillado en tonos de rojo, sus labios carmesí estaban atravesados por una mordaza que al parecer le había impedido gritar claramente durante la tortura. Un profundo corte atravesaba su rostro y le faltaba su dedo meñique de la mano izquierda… Nadie reportaría el asesinato pero la policía recibiría una llamada de una vecina preocupada por escuchar el “rugir de mil perros rabiosos seguido por risas y gritos” y daría su dirección.

Tic tac tic tac

Rítmica lluvia en perfecta armonía con su reloj. Ese baile necesitaba el ritmo de un corazon, lastima que la criatura grotesca a sus pies ya no pudiera seguirle en aquel acompasado latir. Elevo sus anteojos con su fiel clipper, sin quitar los ojos de la escena presentada ante él. Puro carmín, grotesca posición entre la belleza y lo asqueroso y una vida perdida y arrebatada. Había visto peores y sin embargo, la escena tenía algo de arte en ella. El modo en que estaba perfectamente maquillada y a la vez, su expresión de horror... Casi se sintió interesado por la imagen, pero se recupero un segundo después.

La muerte humana, después de todo, no eran mas que papeles de oficina para él. Todo se desarrollaba como debía: gente nacía y gente moría, sin importar la causa o el modo, todo estaba previamente pactado y arreglado. Todo aparecía en el libro en su momento, y era tarea de los shinigamis encargarse de ello. No había que malinterpretarlo, no deseaba la muerte de los humanos, solo el orden natural y perfecto de universo. Cualquier sentimiento moral o de culpa quedaba eliminado de eso. Nunca había sentido dolor cuando le fue encargada la tarea de llevarse a las almas y su guadaña jamás había dudado en asestar el golpe maestro.

Pero esa escena, sin duda alguna, era una imperfección y le molestaba. Le molestaba muchísimo.

Primero que nada, esa mujer no aparecía en el libro, como se apresuro a comprobar. La causa de su muerte, por ende, tenia que ser algún ser sobrenatural y eso excedía aun más lo normal. Sin importar que tan inesperada fuera la muerte, los dioses de la muerte siempre lo podían ver en el libro en caso de ser el asesino un humano. Los humanos siempre aparecían en el libro, lo cual dejaba eliminado a cualquier mortal. No, esta era obra de seres que escapaban al libro ¿Acaso un demonio? La sangre se le acelero al imaginar a uno de esos malditos gritando por su piedad. Por que si algo era seguro era que William Spears no descansaría hasta atrapar a quien fuere que hubiera cometido tal irregularidad.

Un pequeño ruido, casi imperceptible, interrumpió sus pensamientos y lo alejo de la escena frente a él. Volteo con rapidez, mirando atento la entreabierta puerta trasera que se balanceaba un poco con la furia de la tormenta de afuera. Se acerco en silencio, solo para ver a una figura saltar sobre el tejado más cercano. Apretó la mandíbula.

Estaba furioso.

Tiro abajo la puerta de pobre madera antes de saltar con agilidad, a pesar de lo recto de su traje. Comenzando así la persecución de la sombra de familiar motosierra. Esa era un arma de los shinigamis y sin duda alguna, la había visto demasiadas veces como para no reconocerla. Ante todo ¿Que diablos hacia él ahí? ¿Y por que había hecho semejante cosa...? No importaba, de cualquier forma lo que dijera seria todo usado en su contra. Estaba enfadado y esta vez no se salvaría de su ira.

-¡Detente ahí! –le exigió, teniendo que hablar fuerte debido a la rugiente tormenta

Se disponía a saltar a la siguiente azotea cuando la voz autoritaria que le llamaba le hizo resbalar por la impresión cayendo por la azotea directo hacia los húmedos adoquines de la calle de Londres. Se apresuró a levantarse mirando hacia la azotea donde pudo ver la figura de su superior, su silueta negra delineada por las grises nubes y aquellos lentes cuadrados que brillaban ocultando la mirad ajena. Un escalofrío le recorrió mientras retrocedía ocultando su motosierra entre sus ropas donde desapareció. - ¡Will! ¿Qué… qué haces aquí? – tartamudeó sonriendo de una forma completamente inocente como si nada hubiese pasado. - ¿Trabajando? ¿No tienes mucho trabajo en la biblioteca? – retrocedía paso a paso intentando pensar una excusa para irse impune del lugar.

Su cabello ya bastante mojado por la lluvia se apegaba a su cuerpo y la lluvia habían limpiado de su rostro las manchas de sangre, no así de su camisa blanca, aunque sus ropas negras y rojas simulaban las manchas de la vitae derramada momentos antes.

A la presencia del purasangre se giró con quizas demasiada falta de sutilesa llegando a ver aquellos ojos de hermoso carmin destellar en la oscuridad como si los de un demonio se tratasen. Su mirada volvió a Will por un instante hasta que escuchó esa voz familiar y el pelinegro se acercaba - Co... Conde Le Bursier - musitó reconociendole como el invitado de su ama. Tan imprudente como siempre no tomó en cuenta la naturaleza vampirica del mismo y que probablemente aún en murmullo, aún opacado por el sonido de la lluvia caer, el aludido le habría escuchado con total claridad. Se sintió acorralado teniendo a su superio en la azotea frente a él y no le permitiría escapar por estas mismas y por la única salida en tierra se asomaba el vampiro.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del shinigami asomando su aguda y aserrada dentadura como la de un tiburón y ladeó su cabeza hacia el pasando su mano por los mojados cabellos hechandolos sobre su hombro en un gesto femenino a la vez que le obervaba con una coqueta mirada - Al parecer la noche y la lluvia hacen que las criaturas de mayor belleza se pierdan en las traicioneras calles Londinenses. Por suerte haz caido en los brazos de quien te salvará - su tono dramatico y sobreactuado era agudo y melodico, pese a que pareciese ser molesto y exasperante extrañamente no lo era y aunque tenía un claro deje de voz masculina y quizas conocida para el pelinegro este estaba distorcionado en un tono más afeminado, sorprendentemente no actuado.

Algo confundido al acercamiento y que le tomara del brazo con fuerza presionándole no dejándole retroceder, cosa que intentó tan solo un paso, sin lograrlo, su mirada subió a Will y volvió a bajar para mirar la hipnótica mirada vampirica. Sonrió al comentario de su “obra de arte” y se acercó a él apegándose cariñosamente como si fuesen amantes temblando un poco por su cuerpo mojado y el frío de la lluvia pero volvió a temblar en un estremecimiento al notar el aliento del pelinegro en su oído; relamió sus labios saboreando las gotas de agua que allí se acumulaban al esta escurrirse por su rostro.

Con su mano libre le tomó por la cintura girando un poco para darle la espalda al castaño que les observaba, incluso podría parecer que se besaban en arrumacos por su cercanía y ángulo de visión. Mantenía silencio mientras el vampiro le hablaba a su oído y saboreaba las gotas que se escurrían por su cuello blanquecino. Su cuerpo pareció paralizarse al escuchar la última sentencia. “Su ama” pero… ¿Cómo el podía saber que el mayordomo tímido y reservado de castaños cabellos era él? ¿Su actuación y disfraz había fallado? Negó para sus adentro en un arrebato de egocentrismo, su actuación era perfecta y sin ninguna clase de errores, debía ser otra cosa.

Se separó levemente del con una sonrisa borrando por el momento esos pensamientos de su mente, ya tendría tiempo para indagar. - Mm... Tentadora oferta, realmente tentadora~ - canturreó acercándose a sus labios antes de liberarse para alejarse un par de pasos deslizando su mano por el brazo del demonio hasta entrelazar sus dedos con los ajenos - Acepto, Bloody-chan~ – dijo en un tono jovial y feliz mirándole coquetamente de reojo casi por encima de su hombro.

Al ser soltado en las aguas negras un gesto de claro desagrado se dibujó en su rostro a la vez que alzara sus manos sumido en asco - Ahh! Nunca pensé que el cmaino a la salvación pasaría por esta clase re lugares… - movió sus pies viendo las ondas de aguas oscuras y volvió a fruncir su nariz asqueado. Fue interrumpido bajando su mirada a donde le tomaba por las ropas y jalaban y alzó su mirada a aquellos hermosos ojos brillantes y salvajes de ese tono carmín que tanto amaba. Sin embargo apartó su rostro al oírle y soltó un corto gemido al sentir su piel rasgarse retrocediendo varios pasos mirando con su seño fruncido como el vampiro devoraba su preciado carmín. Una furia interna le quemó de repente metiendo sutilmente su mano derecha entre los dobleces de su tapado carmesí palpando su motosierra empuñándola listo para desenfundarla pero el vampiro simplemente desapareció de su vista.

Se relajó al no verle asumiendo que se había ido - ¡Tsk! Que atrevimiento probar mi carmíEEK!! – el grito hizo eco en el túnel por la sorpresa del pelirrojo y el estremecimiento que le recorrió sintiendo como las mortíferas garras acariciaban peinando su cabello, parecía haberse paralizado y reaccionó recién al sentir la lengua del vampiro sobre su cuello nuevamente. Llevó su manos a este cubriéndolo y se alejó un par de pasos girándose para verle - Cumpliré cumpliré ¡ya vete! –dijo echándole con gestos con sus manos como quien echa a un perro. Se cruzó de brazos mirándole con severidad esperando que se fuera para avanzar por ese desagradable lugar.

Los pasos resonaban como chasquidos al impactar en el agua, a cada momento una maldición y una queja brotaba de la boca del pelirrojo. Avanzaba hasta que vio la salida y al pelinegro. No había mucha gente pero si algunas personas caminando por aquella calle, al salir el shinigami le miró y sonrió - Me haz salvado… Cumpliré mi parte~ - le comentó sonriendo coqueto mirando a su alrededor antes de alzar su mano y llamarle con el dedo. Acto seguido tomó a una mujer por la cintura y saltó por encima de las azoteas y el grito que comenzó fue abruptamente silenciado. Solo el sonido de la lluvia se oía. Las pocas personas que allí estaban se quedaron preocupadas mirando la acción del pelirrojo, tras unos instantes comenzaron a seguir caminando sin desear involucrarse.

Sobre la azotea le esperaba sosteniendo a la joven muchacha, no debía tener más de 17 o 18 años, por sus ropas era una simple doncella, razón por la que iba sin un escolta, su moño se había desatado en el forcejeo y su cabello castaño claro caía sobre su pecho y hombros mientras su rostro era cubierto por la mano del pelirrojo. Le abrazaba por la espalda soseniendola por la cintura apresando ambos brazos, parecía que no tenía dificultan en sostenerla.

Al ver aparecer al vampiro el shinigami sonrió y bajó su rostro tirando de ella para que estirase su cuello hacia el - ¿La quieres? - preguntó en un tono juguetón retrocediendo un par de pasos. La joven intentaba gritar mientras sus ojos verdes comenzaban a derramar lagrimas mirando al pelinegro en busca de auxilio. Los labios del pelirrojo se juntaron y soplaron apartando los cabellos del cuello ajeno y mordió la blanca superficie hiriendo la delicada piel dejando que varios hilos gruesos de vitae comenzaran a cariciar la piel de ella tiñiendo sus ropas mientras sangraba. Volvió a alzar el rostro hacia el vampiro sonriendole con sus labios y dientes manchados de sangre - Ven, ven a comer, Bloody-chan. - le llamó como quien llama a una mascota, quizas en un tono demasiado burlezco.

Al ser la mujer arrebatada de sus manos el shinigami sonrió cruzando sus brazos y ladeando su cadera a un lado recargando su peso en su pie derecho en un gesto bastante femenino y despectivo mientras le obervaba alimentarse con aquella vite.

Le parecía un delicioso espectaculo el otorgado y se acercó alzando su mano acariciando los negros cabellos del vampiro mientras este se alimentaba entrelazando sus dedos entre ellos apartandolos para poder ver como los labios de este se apegaban al cuello de su victima quitandole gota a gota su vida. Como pequeñas gotas de carmesí se condensaban en la comisura de su labio. Como la mujer perdía lentamente sus fuerzas.

Sonreía cinicamente mirandole casi hipnotizado por aquel espectaculo. Adoraba a los vampiros y su necesidad de la sangre para vivir, su forma de seducir y de actuar. Eran criaturas de inmensa belleza para él pelirrojo.

Retrocedió un paso frunciendo su seño y enseriando su rostro al ver las claras intenciones del vampiro. Alzando una mano negó con su cabeza - Olvidalo Bloody-chan. Mi carmesí esta prohibido, y más para ser mero alimento - Negó con su mano y su rostro volviendo a retroceder un paso más, su paso hizo resonar unas piedrecillas contra la azotea donde se entontraban.

No era la primera vez que un vampiro intentaba atacarle pero esta vez lo sentía diferente, no quería acabar con el pelinegro que le acosaba como la presa que se había convertido, por el contrario una parte del quería dejarse atrapar por aquella bestia salvaje de mirada carmesí y hebras negras, una combinación única y claramente deliciosa en lo que era peligro y sexualidad, si, sexualidad, aquella bestia no era sensual, era sexual.

El viento azotó sus cabellos y su chaqueta carmesí como una capa al viento y escondió su mano entre los dobleces de la tela. No quería usar un último recurso pero su sangre era demasiado valiosa para él. Relamió sus labios tensandolos levemente afilando su mirada al ojirrojo, esperando que le atacase o retrocediera con sus palabras.