Poco tiempo pasó hasta que la vampiresa volvió a adquirir sus extremidades aladas, desviando su mirada hacia la que, anteriormente, había sido herida, mostrando sus plumas en perfecto estado antes de que se levantase, caminando dos cortos pasos para descender de allí.
- "A veces desconozco si es tu cabeza o tu corazón quien mueve tus actos..." -pensó la felina viendo como Ruby bajaba cual ángel de la guarda hacia el refugio del infante mientras ella se mantenía quieta donde estaba.
Saltó del lugar evitando pisar las tejas que lo componían y agitó aquellas extremidades una sola vez sutil y silenciosamente, ayudándose así a posarse de forma delicada y cual fina pluma sobre la madera que hacía las veces de techo, haciendo que la nieve acumulada acallara el sonido que sus sandalias habrían hecho al entrar en contacto con la tabla. Aún así, el batir de alas también podría haber alertado al demonio.
No pensaba despertar al pequeño y, por ello, mantenía su esencia demoníaca a raya para evitar que el aura del joven la detectase que, a pesar de no estar nada entrenada, su instinto la utilizaba bastante bien. Si alguien le enseñaba a utilizarla, llegaría a ser un arma poderosa que el joven podría usar en su beneficio.
Hizo desaparecer nuevamente aquellas alas y cambió su aspecto una vez más al de un gato, esta vez, de blanco pelaje y unos ojos de delicado color marfil, como si evitara que Dante la reconociera si se despertaba. Hacía mucho que no había tenido la necesidad de usar la mimetización más de una vez en un mismo día, aunque tampoco lo había hecho obligada sino por propia decisión así que no le dio mucha importancia a ese dato.
Sus ojos miraban hacia abajo, pudiendo, gracias a su vista vampírica, ver cada vena, arteria y demás aparatos por los que la sangre del muchacho circulaba, cada vez más lenta debido a la calma que empezaba a tener su corazón y, con ella, el frío volvía a maltratar el pequeño cuerpo humanoide del ojiazul.
Un pequeño bostezo la obligó a abrir sus fauces y a estirar su delgado cuerpo, sacando sus uñas por el movimiento. El aburrimiento había hecho mella en la mestiza y, si no encontraba algo con lo que entretenerse, seguramente dejaría a la cría de demonio y se iría a cazar o disfrutar de la noche nevada.