Ataques, libre.

El sonido de los disparos y la fuerte intención demoníaca no pasaron desapercibidas a la demonio que, en aquellos momentos y si lo tuviera delante, habría matado a quien fuera que interrumpía la calma de ese hermoso y tranquilo atardecer del que estaba disfrutando.

Se dirijió rápida hacia el lugar de donde provenía el olor a sangre y muerte, captando a la perfección el origen de dicho escándalo. Definitivamente no se habría esperado toparse con la misma mujer que se introdujo en el palacio real no muchos días atrás y asesinó a una de las sirvientas sin escrúpulo alguno.

- Al parecer gustas de causar estragos -le dijo a la mujer que parecía no tener nada más que hacer que provocar el caos en el primer lugar que viera.

Sus hábiles dedos habían logrado detener las últimas cuatro balas que habían sido disparadas cuando ella llegó al lugar, evitando así que algunos niños y algún que otro civil resultasen heridos aunque dichos proyectiles estaban ocultos debido a la posición que mantenía al tener su brazo diestro cruzado sobre su cintura y el zurdo sobre este, apoyando su codo en él para dejar su mano correspondiente a la altura de su rostro mientras su mano contraria, la diestra, se hallaba caída al lado de su cadera.

Se había interpuesto entre la morena y sus objetivos, poniéndose frente a ella con una clara expresión de molestia. Ya era la segunda vez que mataba gente en Londres y estaba empezando a cansarle tener que lidiar con una mera humana rencorosa y con gran arsenal.

- Eres demasiado persistente... -murmuró para sí misma al ver la expresión de furia que se hallaba dibujada en el rostro de Real y las muertes que había causado. Cerca de cinco o seis muertos si se descontaban las personas que ahbía salvado al atrapar las balas.

Movió su mano derecha de forma rápida y algo brusca, haciendo que los pequeños proyectiles que se hallaban entre los dedos de dicha extremidad fueran lanzados o, más bien, disparados a gran velocidad en dirección a la ojiazul con claras intenciones de atravesarla y matarla al estar apuntando a varios de sus órganos vitales como serían el corazón, uno de sus pulmones y su estómago mientras que la bala restante iba directa a uno de sus muslos para, de fallar las otras, restarle movilidad.

Nada le importó que las balas que había disparado contra la mujer impactaran en los civiles del otro lado de la calle. En toda guerra había daños colaterales y eso era algo que, personalmente, no le era algo a tomar en cuenta en aquel momento.

Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro cuando la humana le dio la espalda. Un error del que o tardaría en arrepentirse cuando, rápidamente, la vampiresa apareció justo tras ella. Real pudo notar a la perfección como el cañón de una pistola estaba pegado a su nuca, teniendo como objetivo la unión de la médula espinal con el cerebro y que, de ser atravesado, conllevaría a la muerte instantanea de la morena.

Ruby ya no perdería el tiempo con palabras. Su Light había sido desenfundada y empuñada por su diestra con nueve balas en el cargador y una en la recámara que, pese a que a diferencia de la humana ella no precisaba de balas para cargar su arma, prefería usarlas en lugar de malgastar su energía demoníaca al usarla como proyectiles.

Esperaría unos segundos. No era una demonio que gustase de matar tan rápidamente por lo que daría tiempo a la terrorista para reaccionar aunque en verdad poco podía hacer si la mestiza deseaba pegarle un tiro pues sus reflejos eran mayores que los de la ojiazul así que cuando ella siqueira hubiera empezado a moverse la peliblanca podría disparar y acabar de una vez por todas con ella.