Esperando a los bélicos [privado]

Sentado en un sillón de la biblioteca tenía un libro que claramente se leía en la portada en lengua francesa “Historia Alemana” esa noche sería el cumpleaños de su hija y la mansión entera parecía estar en conmoción más él se reservaba el tiempo para entablar charla con sus invitados… en privado. Necesitaba aclarar puntos y dejar remarcados otros, a parte que quería conocer a la compañera de su “nueva adquisición” como el veía al rubio nazi de humeantes cabellos en su naturaleza posesiva.

Sus piernas estaban cruzadas y su cuerpo recostado ladeado contra el respaldo y el posabrasos inclinado hacia la luz que entraba por la ventana. Las paredes de la habitación estaban cubiertas por estanterías con libros y objetos de decoración, contra la ventana un escritorio con algunos papeles sobre este y frente a este tres sillones, dos simples y uno de dos cuerpos, en este último era el ocupado por el monarca.

Bostezó alzando su mirada a la puerta al escuchar pasos y la inconfundible e imponente presencia demoníaca, el cráneo sobre su hombro se estremeció soltando una suerte de ronroneo metálico mientras su extremidades tomaban el libro de las manos del rey para apartarlo.

Ya había tenido suficiente, si permanecía un solo momento más entre la multitud sumida en júbilo que se concentraba en el salón, le darían arcadas. Además algo de mayor importancia tenía que discutirse y distaba mucho de ser otro acto de celebración, o al menos lo sería luego de ser llevado a cabo como estaba previsto.

Sabía que en cualquier momento el Oficial Feuermann la seguiría, por lo que no le esperaba, y dispuesta a presentarse ante el Monarca Francés, su nuevo cliente, para recibir la información pertinente respecto al asunto a tratar, se dirigió a la biblioteca.

Aún llevaba las mismas vestimentas con las que había abandonado la fiesta de la Princesa, y esto le molestaba de sobremanera, sin embargo, era más grande su curiosidad, que otra cosa.

<< Guten Nacht…Su majestad…>>

La Teniente Winkle, absteniéndose de mostrar cualquier tipo de respeto o reverencia como lo harían otros ante la presencia del Rey de acuerdo al título del mismo, se limitó a cruzarse de brazos de modo regio, a la vez que asintió muy leve e informalmente, mostrando esa confiada sonrisa de la que era dueña.

<<. Obersturmführer (Teniente Primera)..Rip Van Winkle…frente a usted >>

Se levantó de su asiento - Bonjour. Creo que no hemos sido presentados pero Lord Feuermann me ha hablado de usted – se adelantó pasando de largo de ella y cerró la puerta, al hacerlo se giró observándole como si no esperase una dama de figura y aspecto tan delicado, pero no objetó volviendo al sillón señalando con su mano el que le enfrentaba - Tome asiento por favor, Creo que no necesitamos de Monsieur Feuermann para comenzar, el tiempo que me puedo ausentar es poco y demasiado es lo que debo hablar con ustedes. ¿Tiene alguna duda o queja en particular? ¿Feurmann, le ha informado de mis condiciones y exigencias? – preguntó para dejar en claro la base y saber sobre que piso pisaba con aquella fémina.

Sus gestos resultaban algo confusos, pasando de ser masculinos, a los que tendría una joven de su edad y de buena familia en su época, demostrándolo al momento de tomar asiento en el lugar indicado. Cruzando una pierna sobre la otra, apoyaba el codo derecho sobre la que quedaba por encima de su homóloga y el dedo índice rozaba con el reverso del mismo el mentón.

<< Sé de quien se trata nuestro objetivo, estudié sus habilidades luego incluso de haber recibido la información de su parte respecto al elemento que maneja nuestro blanco. Incluso mucho antes de eso, mi superior y yo elaboramos una estrategia, y una de respaldo de mi parte por si se presentaran difícultades. Lo que me gustaría saber, es si ha tenido usted relación previa con Él, me refiero a si conoce usted el estilo de este individuo...seria muy útil...¿Es un luchador digno?>>

Sus labios se curvaron en una sonrisa mientras la totalidad de su espalda comenzaba a descasar en el respaldo del sillón al irse enderezando de la anterior postura un tanto inclinada hacia el frente. Ambas manos se juntaron en su regazo entrelazando sus dedos dejándole en un semblante satisfecho - Mon ami, Pese a que mi preocupación reside en una pieza en particular son varias las piezas que deberé bajar en el tablero antes de llegar a ella – acató simulando la situación con un simple juego - Ahora mismo, abajo en el salón principal baila la aristocracia de Inglaterra, sus nobles más importantes y más influyentes, incluso la reina… tal como deseaba. Por lo que he oído y ahora comprobado, está de moda que sus mayordomos sean sus guardaespaldas. Vampiros y demonios protegiendo humanos… - hizo un gesto despectivo con su manos entrecerrando sus ojos como si aquello le resultase en desagrado.

Tras esto suspiró ladeando su cabeza y nuevamente el cráneo sobre su hombro emitió un corto ronroneo metálico mientras sus finas extremidades se acomodaban adaptándose a la forma del sillón como si las patas de un canino se tratase - No quiero que la fiesta de mi hija se arruine y menos deseo que el blanco y rosa de la decoración se tiña de rojo. Por lo que pretendo que en esta situación mantengan perfil bajo… Mas no quiero perder tiempo, las piezas deben comenzar a caer, comenzando por los peones – se levantó y caminó hacia ella rodeando el sillón donde descansaba la bélica. Sus paso fueron lentos y silenciosos, impropios para un demonio de sus dimensiones. Tras ubicarse detrás de ella sus manos descansaron en los hombros femeninos y el cuerpo del platinado se inclinó hasta que sus labios llegaron a la altura de su oído - Deseo que comiencen con el escolta y con el mayordomo de la familia Nightlord. Me cae mal que no haya asistido a mi celebración y enviase a su prometida. Procuren hacer desaparecer los cuerpos de mi palacio, no quiero escandalos- tras susurrar esto se enderezó dejando sus manos sobre los hombros de ella, estas cubiertas por los guantes de gala de fina seda despedían un calor bastante superior al que daría una criatura normal pero no llegaría a quemarle.

Ningún movimiento que el soberano realizaba le era indiferente, sin embargo en alguna parte de su monólogo, se abstrajo, sumiéndose en sus propias cavilaciones al respecto, anticipando, midiendo, calculando las ventajas y por menores que se presentarían a continuación. Y tanta era su concentración que apenas si fue consciente de que las manos del demonio se habían posado sobre sus hombros. Mirando de reojo una de ellas, la sonrisa que parecía estar dibujada de forma permanente en sus labios, se amplió, mostrando agrado ante las nuevas circunstancias, y el plan del platinado.

<<…Eso cambia un poco las cosas, Majestad… Discreción…Discreción…>>

Musitó un par de veces para sí misma, sopesando el significado de aquél término y elevando poco a poco el mentón como gesto de altivez.

<<…Espero que a sus sirvientes no les incomode limpiar un poco después. Y sí, es desde luego lamentable que estén empleando seres mucho más poderosos que ellos como protección, pero hacen su debilidad aún más evidente. Informare a Feuermann en cuanto se presente.>>

Claramente percibió el calor proveniente de las manos del varón, sobretodo porque su blanca piel de frágil apariencia se hallaba expuesta. Pero enseguida una emisión de su propia energía, similar a la que despedía perennemente su compañero, se hizo presente, siendo en lugar de negro, de color azul. Era un reflejo casi “involuntario”.

Ante la presencia de tal energía negriazul el cráneo sobre su hombro se alteró soltango un corto siseo similar al de una serpiente de cascabel. Una de las manos del platinado abandonó el hombro de ella para acdir a posarla sobre su propio hombro calmando al pequeño parasito alterado, su sonrisa había aumentado al notar la rección de su interlocutora - No habrá problemas con aquello, mis sirvientes trabajan sin preguntas, como me gusta - se separó de ella encaminando a la ventana viendo la el paisaje a travez - MAnteneos alejados del caballero que acompaña a la reina, ya habrán notado su raza, no sería bueno, por el momento, darle razones para molestarnos... - advirtió mirandoe por el rabillo del ojo al ladear su cabeza hacia ella.

El siseo del parásito le arrancó una sutil carcajada, tanto, que apenas y separó los labios, por ende parecía venir desde su interior.

<< Curioso lo que tiene usted ahí, Herr Alastor..>>

Seguía sus pasos unos instantes antes de bajar la mirada hacia sus propias piernas, e inmediatamente estiró un poco más una de las medias que cubrían estas, acomodándola.

<<…¿Caballero?, quizás por el momento, esas criaturas me producen repugnancia..>>

<< ¿Ha estado con usted desde siempre?...>> preguntaba refiriendose nuevamente al parásito.

Sonrió al aire antes de girar su rostro al parasito sobre su hombro - Lucifer… Me acompaña desde hace mucho tiempo ya… Casi una vida entera. No puedo imaginarme a mi mismo sin él – su tono era diferentes, se podría quizás decir que era tierno y calmado, algo añorante como quien habla de un familiar o amigo querido. Volviendo a alzar su mano le acarició como si fuese un mero cachorrito y sonrió volviéndose hacia la demonio se acercó al escritorio apoyándose allí - En cuanto a tus exigencias… conozco las de tu compañero. ¿Cuáles son las tuyas? Sabrás, por que él te habrá dicho que pretendo completa lealtad y obediencia, contar con que podré usarlos como desee – pese a lo sugestivas de sus palabras su tono fue serio y cortante al igual que su semblante.

La ceja izquierda de la germana se arqueaba, y la comisura derecha de sus labios se elevaba al observar la actitud que aquél tomaba para con la criatura acida a su hombro, mas, quien sabe que estaría pensando al respecto.

Distrayéndose y tras apoyar el codo derecho sobre el reposabrazos del asiento que ocupaba, concentro su energía para que ésta manase de la mano correspondiente a ese brazo, formándose nuevamente una especie de aura azulina que la cubría y al mismo tiempo bordeaba la silueta de la misma. Naturalmente había escuchado las últimas palabras del Rey, pero dándose la libertad de responder un minuto después, observó su propia mano, cuyos dedos (excepto el pulgar) bajaban uno a uno después del otro.

<<…Mnhh…¿”Completa lealtad y obediencia”?...Según Feuermann, usted dijo, y le cito: “Busco lealtad aunque sea a mi oro y no a mi persona”. Si eso es correcto, pues le tomo la palabra, mi lealtad y obediencia la tendrá siempre y cuando usted desembolse de su bolsillo…y mientras sea así, Feuermann será su puño y yo su Espada. En cuanto a otros menesteres, sólo exijo lo mismo que mi compañero>>

Se acercó a ella con sus palabras pasando por detrás del sillón donde ella descansaba y su dedo medio y anular acariciaron de un hombro al otro hasta quedar completamente fuera de su vista y perfectamente a su espalda - Magnifique - susurró retirando su mano - Con vuestro permiso volveré al cumpleaños de mi hija. Comunicale a tu compañero lo hablado y en este caso en especial exijo discreción - caminó hasta la puerta y arreglando el brocado de su cuello y pecho salió del lugar para volver a la celebración.

El roce de los dedos del francés hizo que frunciese el ceño, y como un gato al sentirse amenazado (que no era el caso) o al mostrar disgusto o rechazo, se tensó e inmediatamente la longitud de las llamas que rodeaban su mano, se amplificó, cual fuego al que alimentaran con un nuevo trozo de madera…

<<…Verstanden, König. (Entendido, Rey) >> Acto seguido, se desvanecía.