Coma *Privado*

Habían pasado dos días aproximados después del incidente que le había dejado inconciente, y para su desgracia todavía no tenía las fuerzas para despertar. Sus manos a los lados de su cama completamente inmóviles daban la sensación de encontrarse durmiendo, aunque desde otros ángulos podía parecer un muerto.

Su rostro se encontraba sereno y su respiración estaba normal, aunque pausada como acostumbra al dormir. Aquella noche había dos candelabros con 3 velas cada uno iluminando la estancia, cuya ventana yacía abierta dejando entrar el suave viento nocturno que mecía las cortinas blancas.

Pero esa noche no estaba solo .. Seguía acompañado como cada momento desde que quedó así.

Al lado de su reina el cuerpo del platinado yacía semidormido llevando solo unos pantalones de seda y una bata la cual se había abierto dejando su pecho al descubierto. Habían pasado horas desde que el platinado había salido de la ducha y había echado a todos los sirvientes de su alcoba. Cada minuto al lado de su esposa mientras no reaccionaba había sido un martirio, en las noches apenas dormía velando por su hermano observándole como lentamente las marcas en su piel cambiaban de tono desapareciendo en un lento recuperar humano.

Ahora se estaba durmiendo, sus ojos caían lentamente cubriéndose con sus parpados mientras el suave sonido del fuego le arrullaba, posiblemente solo a él por ser tan afín a dicho elemento. Intentando no dormirse bostezó sentándose en la cama fregando sus ojos.

Su cuerpo sufrió un cambio bastante repentino en una ola de energía: de manera casi instantánea recuperó su forma demoniaca, sin embargo esta ni siquiera se movió, continuó con las vendas y con la misma postura mirando inquisidoramente a su hermano que yacía a un lado, el cual se sorprendería con el repentino cambio de la Reina, pero su cabello plateado apenas y tenía brillo y a sus ojos les faltaba luz, pero al parecer un intento desesperado por verle ocasionó que su verdadera imágen saliera a flote almenos unos segundos.

Un escalofrío le recorrió al sentir aquella ola de energía y al girar su rostro a mirar a su esposa cualquier atisbo de sueño se esfumó. Se giró hacia el casi montándolo posando sus rodillas una a cada lado del cuerpo inmóvil del ahora peliplata y sus manos le tomaron el rostro casi incrédulo - ¡Zyon! Mon amour, háblame… - le pidió expectante mirándole casi con desesperación.

Sus manos normalmente rudas le acariciaban con una delicadeza inverosímil en aquel demonio de mas de dos metros y mas de 100 kilos de peso, aquella masa de músculos violenta y sádica ahora se veía vulnerable por el peligro de la única vida que él no podía perder.

Entrecerró sus ojos cuando se colocó encima de él, por un segundo creyó que iba a presionarse en su ser, algo que no sucedió. Lentamente levantó las manos hacia su propio rostro y acarició las ajenas tranquilamente, pero como era costumbre propia no sonrió, sólo le miró con calma.

- Quería verte, no tengo mucho tiempo..

Sus ojos se cerraron apretando sus manos con su nula fuerza.

- Lo siento, no sabía que iba a desaparecer en ese momento..

Se quedó quieto por unos segundo mirando la frialdad del rostro de su hermano, aquella mirada que adoraba… - Eres un estúpido, débil, una vergüenza para nuestra familia – le dijo con brusquedad aseverando su mirada - Mon amour, si no sales vivo de esta lo lamentarás por el resto de la eternidad… - dijo completamente consiente de lo que decía carecía de sentido explicito.

Elevó los brazos por encima de su cabeza y los dejó ahí tendido sobre la almohada para descansarlos, aquella postura le brindaba la sensación de ser dominado por completo por él, pero no le importaba, sólo respondió con cierto sarcasmo.

- Si soy una vergüenza para la familia ¿Porqué me amas tanto?

Volteó la mirada de soslayo hacia su Rey, sabía que con eso le había acorralado y la verdad no temía de un futuro golpe, siempre había sido demasiado orgulloso en esa forma.

Frunció su seño y sus labios se apretaron como si se contuviera de decir o hacer algo, enseguida suspiró - Por que a pesar de ser excelente guerrero y excelente estratega seleccionando cuidadosamente a quien tengo a su lado, soy pésimo en elegir pareja – dijo con una sonrisa soberbia - Pero no me preocupa por que todo queda en familia – agregó a modo de broma inclinándose para besar sus labios.

Cerró los ojos y suspiró lentamente, en aquella forma no sentía el dolor, al contrario, le gustaba pero no tenía la fuerza necesaria para regenerar las heridas, apenas y se permitía poder hablarle. Se tomó un mechón de su cabello plateado sumamente opaco y descuidado, lo que le hizo torcer la boca.

- .. Detestas esto ¿Verdad? .. Verme como humano siempre..

Apretó el cabello entre sus dedos haciendo que sus garras se enterraran en su palma tan sólo un poco y apartó el rostro.

- .. No sé como romper el sello.

Apoyó su frente en la frente de su hermano suspirando de manera seria - Si deseas que rompa el sello intentaré conseguir a alguien que pueda… - besó su nariz antes de separarse para recostarse a un lado y tomarlo con cuidado entre sus brazos, intentando no producirle dolor mientras le arropaba acariciando sus descuidados cabellos - Si lo que realmente deseas es permanecer como humano no tengo inconveniente, pero si deseas romper el sello haré lo posible para que así sea… -

Sintió una leve molestia en su espalda, sin embargo hizo todo lo posible para disimularlo, no deseaba que él le soltara. Se acurrucó en su pecho como pudo y acarició su abdomen con sus dedos, murmurando con una voz apenas audíble.

- .. Alastor, tengo .. hambre.

Y era cierto, su estómago gruñía con fuerza debido a la falta de comida en esos días, pero su orgullo nunca le había permitido pedir comida, antes muerto de hambre que eso, sin embargo temía descuidarse, temía irse y perder a su amado.

Le miró extrañado ante el pedido, era la primera vez que le oía y veía tan dependiente, se apresuró a estirarse para tirar de la delicada cuerdita que pendía a un lado de la cama para llamar a un sirviente. Pasaron solo algunos segundos antes que uno abriese un tanto tímido la puerta anunciándose con palabras corteses. La voz imperativa del monarca se alzó apretando levemente a su esposa contra su pecho - La reina tiene hambre, traigan comida – a lo que el sirviente se apresuró a salir dejando la puerta entornada. Bajando su mirada le sonrió calidamente - No me haz contestado…-

Bajó un poco la vista al haber pedido comida, realmente había cambiado.. Su mirada se entrecerró al escuchar a su esposo decir aquello y le dirigió una mirada helada, bastante decidida.

- Quiero poder controlar esto cuando lo desee, entre forma humana y real. Si cambio bruscamente a mi verdadera forma habrá problemas.

Acarició el torso de su amado esposo, su marcado pecho y abdomen fue zurcado por sus dedos, empezaba a cobrar energía.. Su mano se dirigió a la cremallera de su pantalón pero se detuvo, volviendo a supecho.

Sus dedos se entremezclaron con su cabello y comenzó a acariciarlo copiosamente - Haré lo que pueda... - musitó antes que la puerta se abriese entrando el sirviente con un carrito con varios alimentos. Vino y jugos de frutas dispuestos coloridamente en cuatro copas, porciones pequeña de carnes asadas, verduras gratinas y frutas glaseadas así como un par de delicadezas de la panadería francesa y sin poder faltar un par de porciones de pastel. Una reverencia fue el único gesto del sirviente al ser despachado por un gesto de la mano del rey para volver a estar a solas con su hermano - ¿Qué se te apetece, mon amour? - preguntó señalando el carrito con un gesto de su mano.

Se sentó en la cama con algo de esfuerzo y se sintió algo mareado, pero fingió que eso no había sucedido. Tomó un tenedor de plata que había sobre el carrito y un plato con carne asada cortada en trocitos, los cuales comenzó a comer con una velocidad increíble, ciertamente estaba sosteniendo el cubierto con bastante delicadeza y elegancia, pero estaba tan hambriento que no dejaba pasar aquel instante, la comida parecía desaparecer de los platos de carne aunque sin crear mancha alguna en sus labios.

Se mantuvo en su lugar sentado observandole mientras comía, se sentía feliz verle moverse de nuevo, por momentos pensaba que no le vería de nuevo.

A pesar de ver a su ehrmao más delgado, cabello opaco y marcado por moretones y cicatrices le seguñia viendo hermoso. Estiró su brazo para acariciar con la punta de sus dedos su espalda y cabellera.

Continuó comiendo con gran celeridad, llevándose pequeños trozos a sus labios que no parecían moverse demasiado, esa vez tenía demasiada hambre y no quería descuidarse. Tomó todas las carnes primero y después pasó a las frutas, terminando por beber el té de una taza.

Relamió sus labios como un felino al terminar, su rostro y sus manos estaban inmaculados y su glacial mirada se posó en él, mirándolo con su rostro serio a pesar de lo que iba a decir.

- .. ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos como algo más que hermanos?

Su mano se quedó estatica en el aire, había acariciado apenas unos cabellos plateados y las palabras de su hermano sonaron en sus oídos. Se quedó pensativo varios segundos, como si le costase recordar aquello que había ocurrido hacía tantos siglos. Volvió a retomar la caricia apoyando esta vez su mano en la espalda del menor acariciandolo e incitandole que volviese a acercarse por si mismo con suaves empujones hacia él - Fue hace demasiado, si mal no recuerdo te violé - habló como si fuese una conversación de lo más normal y natural, un pequeño recuerdo de la infancia de ambos hermanos.

Cerró los ojos deslizando sus dedos en torno a su pecho, gracias a la comida su cabello había adquirido un poco de brillo y su rostro ya tenía más vida, afortunadamente la energía estaba haciendo efecto. Sus dedos comenzaron a desabrochar la camisa de su hermano lentamente por mero juego, murmurando.

- .. Pero nunca te confesé que me gustó demasiado.. Aunque creo que te diste cuenta cuando todos los días volvía a tu habitación..

Sonrió bajando su mirada a la mano que libraba uno a uno sus botones - Hay cosas que se dan por sobre entendidas... - musitó llevando ambas manos al rostro de su hermano acariciando su rostro y entrelazandolos con su cabello lo recorrió peinandolo con los mismos sintiendo de nuevo esa textura como seda que le caracterizaba. Llegando a su media espalda lo atrajo contra si recostandose sobre la cama. - Me encantaba como negabas y forcejeabas pero si te soltaba no huías... -

Por primera vez en aquel día esbozó una suave sonrisa que casi se convierte en risa, pero que contuvo con su habitual seriedad. Su mano se introdujo en la camisa de su hermano y acarició su pectoral con la mano abierta, haciendo énfasis con la yema del índice sobre su pequeño pezón, mientras cerraba sus ojos.

- .. En ese entonces yo ni siquiera sabía del placer.. Cuando me dejaste ir no dejé de estimularme para sentir lo mismo de nuevo.. Pero no fue igual.

Suspiró conteniendo un jadeo cuando los fríos dedos de su hermano acariciaron su pecho, sus propias manos que le abrazaban no pudieron quedarse quietas y comenzaron a acariciar el frágil cuerpo del platinado tirando de la bata de seda que cubría su desnudez, le veía más delgado y frágil que antes, el coma no le había hecho del todo bien pero le alegraba que le tuviese nuevamente entre sus brazos despierto - Ya no debes preocuparte más por eso, mon amour. No me iré y no dejaré que tu te vallas – obligándole a recostarse sobre la cama le tubo a él por encima sellando sus labios con un corto beso - Eres mio y que no se te olvide – murmuró rozando ambos labios al hablar dejando que su aliento cálido acariciaran los mismos.

Cerró los ojos dejando que aquellas palabras fuesen selladas sobre sus labios con el cálido aliento del Rey, cuyo ancho torso rodeó con ambos brazos para acercarle un poco hacia su cuerpo, que a pesar de encontrarse todavía un poco frágil, deseaba sentirle de nuevo.

- .. Dame tu energía, Alastor.. Ayúdame a dejar este horrible aspecto.

Murmuró sobre su oído, volviendo las manos al torso ajeno que seguía descubierto, acariciando con sus dedos sus firmes pectorales.

Con sus rodillas apoyadas a ambos lados del cuerpo alvino de su hermano menor se sostuvo con su codo izquierdo para poder librar su derecha, dicha mano recorrió con la punta de sus dedos toda la longitud de sus costillas subiendo hasta su pecho continuando así a su cuello y empujando su mentón obligandole a alzar su rostro estirando su garganta. Relamió sus labios acercando su rostro para besar la blanquecina superficie dejando una pequeña marca humeda en donde rozaron sus labios - Te daré más que eso, Zyon... - murmuró contra su piel abriendo sus labios para morder superficialmente, solo arrastrando sus dientes sobre el cuello ajeno.

Elevó el rostro lo suficiente para permitirle el paso de sus dientes en torno a su cuello, el tacto de los mismos era tan delicioso que su cuerpo se vió sometido a un agudo estremecimiento que erizó cada poro de su piel, a pesar de estar un poco débil su deseo seguía siendo tan fuerte hacia él, deseaba tocarlo y tocarse, hacía tiempo que no consumaban su amor y placer.

Sus manos tomaron los costados de la camisa ajena y con afán de desvestirle comenzó a pasar esta por los hombros y brazos para que él lograra quitársela, el ver su pecho desnudo rompía la máscara de hielo en su rostro y le ruborizaba con suavidad, sus dedos no pudieron contenerse y recorrieron la suculenta piel con las uñas, incluso no pudieron contenerse en pellizcar con poca fuerza uno de sus pezones.