Visita nocturna. *Privado.*

Su habitación, al pertenecer a las tantas otras de Versailles, incluía todo tipo de lujos que a la Teniente le parecían totalmente inútiles. Era una mujer práctica, acostumbrada únicamente a lo indispensable. Por otro lado, agradecía el espacio y la comodidad de aquella mullida, aunque extravagante cama en la que se hallaba sentada, con las piernas cruzadas en sus tobillos, en posición a la que solían denominar como la del “indio”. Frente a sí y sobre las sábanas, yacía su largo e inseparable mosquete, y diseminadas por todo el lecho, una cantidad considerable de municiones, que estudiaba con atención y casi de manera “Ritual”.

Sabía de la intrusión de su compañero y Superior, Feuermann, pero al encontrarse tan abstraída en su minuciosa labor, no había levantado la mirada hacía Él, mas cuando lo hacía, la visión del Teutón, que prescindía de la chaqueta con la que usualmente le recordaba, la dejó momentáneamente muda, siendo incapaz de responder al saludo, hasta al menos, unos 5 segundos después.

<<…Guten nacht, mein herr… Adelante…>>

Mientras pensaba en algo más inteligente que decir, se sintió desnuda. Aunque seguía llevando los pantalones con los que siempre vestía, no así sucedía con el calzado habitual, del que se había despojado, contando con uno más femenino, en lugar de sus masculinas botas. La chaqueta desapareció, y la camisa blanca se hallaba desabotonada, por lo que era visible su ropa interior, que inmediatamente oculto de la vista al cerrar con velocidad sobrenatural, la prenda superior.

<< …¿Qué lo trae por aquí…? ¿Algún otro mensaje de nuestro Benefactor?...>>

Spoiler:

La perturbadora cercanía entre su delicada y menuda contextura, y el recio y masculino cuerpo de su compañero, la hicieron remover todas las municiones de la cama (algunas de las cuales caían al suelo) a medida que intentaba establecer una distancia más “Aceptable” entre ambos. Pero su alejamiento no era tan sólo motivado por lo desacostumbrada que estaba a no acatar la ahora inservible creencia de que debía de mantenerse cierta austeridad en el trato entre un Superior y su Subordinada, sino por el simple hecho de que la intimidad de una conversación que con tanta familiaridad y confianza se estaba llevando a cabo, la hacían sentir notablemente “incomoda”.

Petrificada estaba, mientras su mente intentaba generar en vano una respuesta más adecuada. Con la diestra apoyada sobre la cama, cuyos dedos aferraron poco a poco la cubierta de la misma, y la zurda levantada en el aire, como si estuviese lista para en un futuro usarla para apartarse aún más del Oficial, observaba a éste, casi con temor, pues bajo su mirada escarlata se sentía expuesta.

<<…Con todo respeto, señor… Pero no entiendo por qué habría un recuerdo de mi persona, perturbar su…¿tranquilidad?..>>

<<…Admitámoslo, no soy precisamente lo que otros llamarían una mujer hermosa, ni pretendo serlo…En cambio en este palacio, o en cualquier otro lugar hay las que me superan con creces. >>

Lejos de lucir frustrada por ese hecho, mas bien, parecía totalmente orgullosa de considerarse diferente.