Haciendo limpieza.

Sus pasos tranquilos comenzaron a subir las escaleras de manera pesada ya que sus manos sostenían una cubeta y un trapeador, además que dentro de los bolsillos de su pantalón unas apretadas esponjas ocupaban sitio, y de seguro un jabón les acompañaba. Comenzaba a anochecer y todavía no terminaba su labor debido a la fiesta cercana, pero antes de que su amo volviera tendría todo listo para su placentero sueño.

Llegó al último piso y logró abrir la puerta con dificultad, en ese instante pudo ver la habitación con asombro: El tapiz casi nuevo de las paredes era exquisito, las cortinas sin rastro de arrugas consideraban un detalle bastante elegante, hasta el suelo y los muebles de madera tenían el mejor de los gustos y mientras miraba absorto la cama se olvidó de su tarea, la cual de inmediato recobró hechándose el cabello detrás de las orejas y sacando los objetos de sus bolsillos, que después de unos segundos crearon espuma en preludio a su trabajo.Trapeó y pulio todos los muebles con un aceite especial para los mismos, brillaban con tanta fuerza que se sintió orgulloso de su labor. Cambió las sábanas y las fundas de las almohadas y las usadas las envió directo a la lavandería. El agua de la cubeta había sido gastada en su totalidad para conseguir el cuarto más limpio y reluciente de toda la etapa de su trabajo, incluso desprendía un exquisito aroma a lavanda.

Retrocedió algunos pasos para contemplar la habitación por completo y no se percató que detrás de si se encontraba la cama del lord, que al sentirla miró de soslayo. - Tal vez.. Sólo por hoy. - Se sentó en la misma y sintió como respiraba agitado por todo su trabajo tan apresurado, optando por recostarse boca arriba encima de las mantas frescas, sintiendo cómo el sudor cubría su rostro y obligaba a su cabello a pegarse a su blanca piel, incluso los tirantes sujetos a sus pantalones cayeron por sus hombros y sin querer sus párpados cedieron al cansancio inundándole de un placentero sueño.

Jamás había experimentado la comodidad de una cama como esa, pues siempre había dormido en cualquier sitio, desde hamacas hasta el suelo y durante ese pequeño instante pudo soñar: recordó a la mujer que le maldijo e incluso al hombre, ese francés que había causado un desorden completo en su vida y por ende le confió a las manos de la muerte en poco tiempo. Aquel sueño le hizo murmurar en voz muy tenue, incluso asustada y sin energías, su rostro adoptó una expresión angustiada por unos instantes y de repente escuchó una voz grave y bien conocida, alguien.. le llamaba.

Abrió los ojos y por un instante su vista estaba apagada, le dolía la cabeza y sintió sus pupilas puras y celestes empapadas en lágrimas, se llevó una mano al pecho y comprobó que su corazón estaba bastante acelerado y eso le obligó a quedarse unos instantes más recostado, hasta que giró el rostro hacia su lecho y se percató de donde estaba: la habitación de su lord. Exaltado se levantó y le miró de pie a unos pocos metros suyos y pudo admitir que se asustó, tanto que se levantó alarmado para marcharse.- L-Lo siento! - Sin querer su frente chocó contra una de las columnas de la cama y perdió el equilibrio hasta quedar de nuevo sobre la cama, rebotando un poco en la suavidad del colchón. Su mano se afirmó a su frente adolorido apretando los ojos para contener las lágrimas que ya habían salido gracias a la pesadilla en su dormitar.

Su frente comenzó a enrojecerse con rapidez y sus manos se apretaron a esta como si estuviese a punto de separarse de su cabeza, el dolor retumbaba en su mente cegándole de todo lo que estuviese a su alrededor incluso de la presencia del conde que se había acercado tan benevolente a su lado, preocupándose tan amablemente por su estado.

El hecho le causó una vergüenza tan increíble que bajó la cabeza de inmediato pues sabía que el rostro ajeno se encontraba ahí, tan cerca que pudo sentir su respiración un momento y el azul acudió a su rostro sin desearlo, como había cometido tantos errores en un mismo instante? Subió el rostro para poder disculparse y miró frente a si el rostro inmaculado del ser cuya naturaleza vampírica desconocía, pero que en sus labios una risa era opacada estrictamente con mucho esfuerzo lo que arrancó de sus labios una tenue risilla de voz aterciopelada, bastante cuidadosa que terminó siendo una carcajada que necesitó de la ayuda de sus manos para bajar su volumen, pues el verle en ese estado omitiendo la gracia hacia su persona contagió su gracia irremediablemente. Sus latidos comenzaban a normalizarse y ahora su corazón bombeaba pacíficamente la sangre a todo su cuerpo con gran vitalidad y un ritmo vigoroso y puro.

Terminó de reír aunque su rostro quedó todavía con una encantadora sonrisa en rastro de la reciente carcajada, su cabello había quedado descuidado y ahora necesitó cepillarlo con los dedos unos instantes para recuperar su forma, su frente estaba enrojeciendo rápidamente e incluso podía notarse un leve raspón en el centro que asomaba sólo un poco de sangre, cuyo aroma se mezclaba con su loción de frescos aromas cítricos. Con el reverso de su manga limpió sus ojos y se esforzó por ofrecer la expresión más expectante y animada que pudo, a pesar de su aturdido estado.- Estoy excelente, lamento haber importunado en su alcoba. -Se puso de pie y recolectó con cierta prisa los objetos que había usado para la limpieza, sabía que el conde se molestaría si continuaba un instante más invadiendo su privacidad, y sobre todo perjudicando la belleza de su alcoba con la presencia de un mero sirviente; al admitir aquella idea su rostro se puso serio por lo que lo inclinó respetuosamente para apartarlo del alcanze de su vista, contando las cosas que había traído.