Haciendo Vodoo.

Había salido con su uniforme, a excepción de la chaqueta, al jardín, llevaba en su mano una regadera y en la otra un par de tijeras para cortar flores. Mientras no hubiese jardinero el estaba encargado del cuidado de las rosas del jardín, no era diestro en aquella tarea pero... ¿en que tarea era diestro? Mantenía su forma humana como todo su momento de trabajo siendo como las estrellas mostrándose solo en la noche.

Vio a su ama en el centro del rosedal y sonrió sin prestarle demasiada atención mientras comenzaba a regar dichos arbustos para luego tomar las tijeras y cuidadosamente cortar algunas rosas quitando las ya marchitas y cortando algunas abiertas para colocar en los floreros de las habitaciones y algunos otros a lo largo de la mansión. El sonido del quejido de su ama le alertó y se acercó con cortesía sigilosa hasta quedar a unos cinco metros de ella - ¿Se encuentra bien, My Lady? – preguntó con una rosa entre sus enguantados dedos y la tijera en la otra mano.

Observó el muñeco al caer sobre su regazo y la expresión de su ama ante la herida, dejó caer a un lado la rosa y las tijeras al recibir la orden lanzándose de rodillas junto a ella para apresurarse a obedecerla, pero al tomar su mano y quitar el pañuelo de su bolsillo se quedó mirando como la tela de los guantes de ella comenzaba a teñirse de rojo dándole ese delicioso tono. Sus dedos acariciaron el de ella y tiró suavemente de la tela para quitar el guante. No dijo palabra, solo dejó a un lado el guante blanco manchado y limpió el dedo herido con el pañuelo envolviendo el dedo ejerciendo un poco de presión para detener el sangrado. Extrañamente se le veía serio.

Su mirada miel se posó en la verdiazul de su ama y cerró sus ojos quitando el pañuelo que envolvía su dedo, igualmente este ya estaba en gran medida teñido de rojo, dejándolo caer. Sus propios guantes ya estaban teñidos de aquel elixir y sus dedos apretaron suavemente la mano de su ama para atraerla a au boca. Llevándose el dedo a sus labios una gota carmesí los acarició pintando un simple punto rojo en el labio inferior del mayordomo. Un simple beso, un contacto de labios con la herida pero que no fue suficiente. Tan cerca de su nariz el aroma le hipnotizaba y no se pudo separar si no que por el contrario presionó más su mano y su lengua asomó por sus labios acariciando el dedo y saboreando la sangre allí derramada separando la mano de su rostro.

Su mirada se entreabrió y entre sus pestañas su mirada amarilla se centró en mirar la mano donde hilos carmesí se dividían por su palma acariciando su muñeca y antebrazo hasta llegar a su codo donde se condensaba una gota. Respiró por sus labios liberando un suspiro volviendo a cerrar sus ojos y rozando su mejilla en la palma de su ama dejando la mancha de sangre sobre su rostro hacia sus labios donde volvió a besarle el dedo.

El mayordomo castaño parecía devoto y entregado, su fetiche por la sangre era grande y en ese momento le traicionaba.

El sonido del listón al deshacerse le hizo abrir sus ojos color miel volviendo en si mientras su largo cabello se expandía como un abanico en su espalda y formaba una curva al caer sobre sus hombros. Soltó su mano abruptamente y sus labios se abrieron comenzando a tartamudear sin poder vocalizar correctamente las palabras - My.. My… My Lady… Lo… Lo siento… yo no… la sangre… permítame… - se apresuró a tomar torpemente el pañuelo y ayudarle a limpiarse - Permítame, My Lady, acompáñeme a la mansión y le vendaré su dedo –

Escuchando la voz de su ama desde otro lado del jardín, donde yacia recortando un poco los arbustos desde hace varios minutos ya, estando un tanto alejada de su ama y el mayordomo castaño habiendo así, evitado darse cuenta del suceso, ya que no le habian llamado hasta ese momento.

-¡Yes, My Lady! -Respondio con cierta alegría en su voz, colocando las tijeras que usaba hasta el momento en el suelo, acercandose lentamente a su ama, sorprendiendose un tanto al notar la sangre mas aun así decidio no preguntar nada y limitarse a obedecer la orden de su señora, tomando así la caja frente a ella con sumo cuidado.

Se levantó seguido de su ama procurando servirle de soporte. Con su rostro manchado de sangre miró el vestido igualmente manchado con el mismo líquido vitae y miró a su ama - Si no me necesita aquí, My Lady, iré a dejarle un nuevo vestido en su habitación y prepararle el baño para que Isabella le asista a limpiarse y cambiarse – anunció aún con algo de timidez en su voz pero cortes como siempre esbozando una sonrisa esperando permiso de su ama.

Tras cerrar la puerta detrás de ambas damas dirigió su mirada a Isabella - En 5 minutos estará el baño listo para la condesa, dejaré su ropa lista sobre su cama – le anunció sabiendo que ella entendería sus deberes como doncella de asistir a la condesa en sus tareas personales. Sin decir más hizo una reverencia y subió a paso apresurado las escaleras hacia el baño de su ama.

Ingresando cerró la puerta tras de si y se miró al espejo al pasar, su mirada amarilla y afilada se fijó su cabello suelto y algo desarreglado al igual que su cara manchada de sangre - Que vergüenza, no solo debo estar todo el día sin maquillaje si no que encima me han deshecho mi cuidadoso peinado – se quejó con voz dramática y baja en volumen siendo más aguda de la que comúnmente utilizaba. Se quitó los guantes y remangó su camisa mientras acomodaba la tina y la llenaba de agua caliente, doblando las toallas al lado de la misma - Debo controlarme, ¿Qué clase de actriz sería si no pudiese controlarme? Hay Grell… perder la compostura por unas gotas de carmín… - tomó la toalla blanca con bordados en rosado y la llevó a su rostro abrazadota y dando un giro en el medio de la habitación mientras soñaba despierto - Pero que color tan exquisito y que sabor tan único… sin mencionar su aroma. Ah~ - volviendo en si miró hacia la puerta nervioso a ser descubierto y se apresuró a cerrar el grifo volviendo a doblar la toalla que había abrazado dejándola con las otras.

Tomó sus guantes y salió del baño entrando a la habitación de la condesa.