Una "cálida" bienvenida.

Sonrió llena en júbilo cuando creyó ganar a su hermanastra, obviamente, el pequeño y nada significativo detalle del fantasma había llegado a sus ojos. Quizás y con ello hubiese rectificado el marcador mental; Ella: 1. Su hermana; 0.

Terminaría por ganar, no sólo las pequeñas batallas, si no la guerra entera. Lo veía. Los ojos de la morena no eran tan distintos a los suyos. Aun que estuviese cubierta por una capa de falsa bondad, esa duquesa escondía un foro perverso y oscuro. Pero, aseguró, no era tan grande cómo su poder de destrucción.

No se atrevió, sin embargo, a responder a la pregunta de su gemelo. Esperó a que las puertas las abriese para introducirse a uno de los cuartos; No tenía especial interés por una o por otra, pero al quedar en la puerta agarró a su hermano por la solapa que tapiaba el torso del rubio de su hermano y tiró de él hasta que quedó junto a ella dentro del cuarto. Cuando quedaron solos una sonrisita apareció en sus labios; Aquella que únicamente ponía cuando algo realmente le interesaba. Esa misma que no era más que un amago de retorcido cinismo.

- Vamos a jugar. – Tiró de la ropa de su sirviente para hacerlo a un lado cómo una histérica poseída comenzó a desmontar cuanto había en las maletas, buscando algún par de zapatos que pudiese colocarse, pues... Seguía con un pie desnudo.