Un bajo suspiro, sin ser muy diferente al rumor de las hojas con el viento, escapo de sus labios al tiempo que sus dedos enguantados pasaban las paginas del enorme libro entre sus manos. Era otra de esas noches difíciles, pero ya no le extrañaba. Londres se había vuelto una zona muy peligrosa en estos tiempos modernos. Los cambios en el poder, el enfrentamiento entre la emergente industrialización y la vieja nobleza... Y todo iba a cargado a sus hombros como siempre, ya que un shinigami no podía gozar de un día libre. Con lo grande y cruel que era el mundo, el trabajo nunca faltaba.
Sus anteojos cuadrados amenazaron con caerse por el puente de su nariz, pero rápidamente los elevo con la ayuda de su afilada guadaña, la cual tenia la forma de un clipper de doble filo. Bajo el arma para continuar escrutando el pesado volumen, buscando con exactitud el sitio de su próximo trabajo. Al parecer, quedaba aun una hora para que se llevara a cabo el último aliento, pero nunca estaba de más ser precavido. En cosas como la muerte, uno nunca sabia con exactitud.
Una vez estuvo seguro de cual seria el lugar, dejo el libro bajo su brazo y salto, con suprema habilidad, de la parte más alta de la catedral. Había estado allí sentado por lo relajante del aire nocturno contra su rostro, gran método para aliviar el ardiente dolor en su temple. Se masajeo la sien, temiendo una nueva y fuerte jaqueca. No seria raro en el, considerando todos los papeles que revisaba y firmaba a diario, el que tuviera la vista y mente cansada. Tal vez el ver el registro cinematográfico de esa noche le aliviara un poco, una pequeña distracción al mundo de letras con el que se enfrentaba todos los días.
Aunque lo que mas deseara, mientras caminaba con lentitud por las callejuelas oscuras de Londres, fuera irse a dormir de una vez.