Insaciedad por sangre.. *Libre.*

Era el observador de nuevo. Alejado de todo signo de vida que pudiera haber a un quilómetro de donde estaba. Odiaba el contacto humano como odiaba cualquier falsedad que pudieran llevar a cabo ante su presencia. Despreciaba aquellos que pasaban la vida fingiendo para agraciar a sus congéneres. Él simplemente era un príncipe observador en ese teatro que era la vida, y se divertía viendo el espectáculo que sus vasallos le proporcionaban ante su presencia.

Pero la soledad traía consigo el desenmascaramiento. Un ser solitario se mostraba cómo era realmente, libre de los ojos de otros a quiénes agradar.

Y ahí estaba él. Siendo lo que era, o lo que con el tiempo aprendió a ser. Un asesino a la sombra, un alma vagabunda en busca de un poco de alivio. El bailarín de la muerte que persigue sus víctimas con sus mejores encantos para que caigan rendidas a sus brazos. Eso era él, no más que un monstruo. Sangre adornando sus labios y su lengua, ropas medio rotas por el furor de una batalla demasiado sencilla. El cabello largo al viento, cubriendo sus ojos ahora rojos.

Sintió la presencia de otra vida no muy lejos de donde estaba. Un alma oscura, agresiva, sedienta de algo que no supo describir. Alzó el rostro al cielo, tratando de averiguar sus siguientes pasos, pero su velocidad, y el cambiar de algo en el ambiente, lo hacían verdaderamente difícil.

Escaló hacia lo más alto de un árbol, oteando desde arriba qué podría ser la causa de su inquietud.

No había miedo para un no-vivo. En cierto modo, inconscientemente sus salidas nocturnas eran una excusa en busca de una muerte rápida. Dejar de ser aquél asesino implacable que tanto odiaba. Sin embargo, en esos momentos no deseaba morir. Tenía algo verdaderamente importante que hacer, y eso no era otra cosa que proteger a su hermana Marie, demasiado pequeña aún para saber de las cosas de la vida.

Así que no se inmutó cuando aquella bestia se posó a unos pocos metros de él. Permaneció en lo alto del árbol, mirándole fijamente con el rostro calmado, las extremidades flácidas. Si fuera preciso, podría huír y desaparecer en las sombras como otras tantas veces. Pero no quería.

Siguió mirando fijamente los ojos de aquél ser, como si con el sólo contacto pudiera leer a través de ellos y ver quién habitaba su interior.

En cuanto el ser empezó con su movimiento, no le dio tiempo de pensárselo. Imperceptiblemente, cambió de sitio, apareciendo unos metros más arriba, para luego hacer lo mismo hacia otro lugar. Fue moviéndose a velocidad sobrehumana alrededor de la bestia, tratando de descentrarle.

En una de aquellas ocasiones cometió un error y se rasgó la piel con la rama de uno de los árboles. Profiriendo simplemente un leve gemido de dolor, siguió moviéndose, esta vez alejándose de aquella bestia en un intento de no ponerle más agresivo con el olor de su sangre.

Claro que le sentía. Cada vez más cerca, como si ya estuviera respirando en su nuca, echándole el aliento al oído. Se trasladó sin cesar de un sitio a otro, logrando ver el final del bosque. No quería dañar a nadie, no estaba en su manera de ser pelear. ¿Para qué?

Con una mano agarrándose el rasguño, notando cómo cicatrizaba rápidamente y la sangre quedaba seca sobre la piel.

Aún era muy verde con sus poderes, ni siquiera había practicado los dones que su nueva condición le había otorgado, pero sabía qué tenía que hacer para salir de allí. Velocidad, dureza, fuerza... todo ello combinado le conseguiría la libertad de ese bosque y, de vuelta a las sombras, desaparecer del punto de mira de aquél ser.

Flexionó todo su cuerpo al suelo, como si fuera a fundirse en él, y dio un enorme salto, a tal velocidad que los árboles pasaron a su alrededor como rayas borrosas. El cielo parecía querer tragarle, y pasó por encima de los árboles, viendo todo a sus pies. Aprovechó el movimiento del aire, fuerte, azotándole hacia afuera. Gracias a su piel dura, ninguna de las ramas logró atravesarla, y aunque la caída dañaba sus huesos, no sentía ningún dolor.

Cada salto era más largo y más fuerte, y finalmente pasó del bosque, salió a la luz de la luna. Corrió a la velocidad del viento, desapareciendo entre las sombras. Investigaría sobre aquél ser, hablaría con su padre, él seguro que sabría algo...



[Ok, por mí se acabó este post. No pienso dejar que mates a Phillip, y no es un pj de pelea.]

<<Ach .. ¡Qué aburrido! >>

Se quedaba de pie sobre la rama en lo alto. "Hoy no fue mi día de suerte" pensó y luego en una centésima de segundo su oscura fisionomía se desmaterializa en una gran humareda que se deshace ante imponente oposición del viento de la noche.