Insaciedad por sangre. II [ Libre, no recomendable para quién sienta aprecio por su vida.. ]

Su figura llevaba rato paseándose por las calles de la gran ciudad de París. Dejaba que fueran sus pasos quienes decidieran su ruta en lugar de su mente como solía hacer. Después de todo, tenía la noche libre y escaparse un poco nunca le venía mal y su fiel Yami podía encargarse sola de proteger a la señora de la mestiza.

- No se diferencian mucho... -comentó al aire mientras miraba a su alrededor comparando la "bella" Francia con el "desarrollado" Londres. A sus ojos, ambos eran dos países repletos de humanos que no eran más que simples peones de un par de personas como mucho.

La presencia de un demonio por los alrededores no tardó en llamar su atención. Después de todo, un aura tan fuerte era difícil de disimular entre tanta gente de escasos años y menores actitudes aunque si algo había aprendido la semi vampiresa era a no subestimar a aquellos ínfimos seres.

Escuchó parte de las palabras del germano, haciendo que una sonrisa maliciosa se dibujase en su rostro. Al menos esa noche tendría algo de "compañía", fuera o no agradable aunque visto lo visto parecía tener muchas más probabilidades de ser la segunda opción. Parecía ser que la vampiresa en sí era una respuesta caída del cielo para las demandas del rubio... Aunque nada más lejos de la realidad.

Esperó en el mismo sitio donde se había detenido, no muy lejos del joven demonio que, gracias a su olfato, podría percibir claramente como un delicioso aroma a rosas y exótico jazmín resaltaba entre tanta escoria de olores que era lo que invadían aquellas calles casi a todas horas.

Cerró sus orbes recostando parte de su espalda en la fría pared dejando que el hedor de aquellas oscuras calles pasase de largo sin rozar siquiera su figura, como si el mismo aire desviase aquella unión de humo, enfermedad y alguna que otra droga.

Soltó un leve suspiro antes de voltear su rostro a la esquina donde no tardó en dibujarse la silueta del nazi de buen porte pero loca y enfermiza sonrisa. Mueca que daba a enteder, sin dar lugar a error alguno, que muy pronto ese demonio de cortos cabellos no se mantendría en su sano juicio, si es que aún lo estaba.

- ¿Lo preguntas o lo afirmas? -cuestionó la diablesa con cierta gracia, riendo así de forma algo inocente cual pequeña niña.

Sus rubíes estaban fijos en la figura ajena, delineándola de arriba abajo con lentitud. No tenía prisa alguna al fin y al cabo ya que mucha noche quedaba por delante. Así mismo tampoco parecía tener gana alguna de empezar un combate pero... Quién sabe lo que pasaría aquellos momentos por la mente de la diablesa. Después de todo, ni siquiera su maliciosa sonrisa y su hipnotizante mirada no revelaban más que cierto interés por el joven demonio que tenía ahora frente a ella.

Ni una sola muestra o expresión de sorpresa se dejó ver en su cuerpo y rostro. No le era nada del otro mundo, paradójicamente, ver como un demonio cambiaba de forma o variaba el color de su piel. Aquel rubio de ojos carmesí semejantes a los propios no era el primero de ese tipo que se había encontrado. Aunque sí que le resultó curioso verlo en el mundo humano. Aún así, después de todo, en aquellos últimos tiempos invocar demonios parecía haberse puesto de moda pues a cada paso que daba podía sentir la energía de alguno de aquella raza.

- "Cada vez el mundo humano se parece más al infierno..." -fue el rápido pensamiento que pasó por su cabeza ante aquel tema pues parecía que habían más demonios que humanos, por no decir la gran cantidad de seres que caminaban por ese divertido mundo.

- Antes eras mucho más mono... Aunque la piel negra te sienta bien -comentó al ver finalizada la transformación del rubio. Parecía jugar con él mientras hablaba en un tono sensual digno de los cánticos de las sirenas antes de que su sonrisa se ampliara suavemente y sus párpados se cerraran levemente,a filando así su escarlata mirada.

- Oh~ ¿Me lo estás ordenando? -preguntó denotando cierta rebeldía en su voz. Rebeldía entremezclada con malicia y diversión.