Llegada a Londres

La noche despejada aunque con algo de niebla había sido una excusa perfecta para que la mestiza se tomase un descanso en sus "obligaciones", dejando a Su Majestad a cargo de los guardias y la vampiresa de ojos claros que, a pesar de no confiar mucho en ella, aseguraba la protección de la soberana. Sus pasos la llevaron hasta una apartada zona del sur de la ciudad, al parecer un puerto lleno de indeseables pero que era el mejor lugar para alimentarse y "jugar" un poco sin que nadie pudiera hechar de menos al pobre desgraciado que lograra captar la atención de la vampiresa. Su caminar se frenó en seco sobre una de las casas, dejándose caer por las tejas de su tejado hasta quedar en el borde del mismo, donde mantuvo el equilibrio mirando hacia el horizonte o, más concretamente, a un barco que acababa de tomar tierra. La niebla le había imposibilitado ver dicha embarcación hasta que no estuvo cerca del puerto pero el hedor a sangre muerta era perfectamente notable, al menos para su delicado olfato. Nadie podía verla gracias también a la susodicha niebla y los humanso tampoco solían mirar hacia arriba sin algo que llamase su atención, y Moka no era una razón para ello pues, como era de esperar, era silenciosa incluso al saltar de tejado en tejado con unas botas de alto tacón negras al igual que un ajustado vestido de mangas largas y que apenas dejaba ver su clavícula, cubriendo también sus hombros. Una única apertura se dejaba ver en dicha prenda, recorriendo casi toda la pierna derecha de la mujer cuyos largos cabellos blancos estaban sujetos en un intrincado recogido que podía ser fácilmente desenchangado si se quitaba el broche con forma de mariposa zafírea que lo mantenía a excepción de los mechones de su flequillo. no pudo evitar que la curiosidad le llevase a posar sus orbes escarlata en el hombre de negro que había descendido del barco y el muchacho que iba tras él, algo manchado de sangre y embadurnado por el aroma de dicho elixir.

Una leve sornisa se dibujó en el rostro de la mestiza cuando supo que había sido descubierta. Le había agradado saber que el vampiro al que observaba no era un simple matusalén de los que solían abundar por aquellas zonas. hacía poco que ahbía sido invocada pero los pocos de aquella raza con los que se habái topado apenas eran unos ghouls sedientos de sangre y con apenas más fuerza física que un humano corriente. Cuando desapareció de su vista tan solo tuvo que voltear levemente su rostro pocas milésimas antes de que el cuerpo del moreno apareciera a su espalda, dejándole entender que, a parte de estar subida en un tejado manteniendo el equilibrio con asombrosa facilidad, no era una simple mujer o, como él habría notado, una vampiresa del montón pues no muchas podrían haber seguido el rastro del ojiazul con la mirada o sin ella.

- Es en la noche cuando más gusto de pasear caballero -respondió con voz calma, sensual y atrayentemente melodiosa, típica en su raza pero con un toque característico y único de la mestiza.

- No debéis preocuparos por mi seguridad pero se agradece el interés -continuó tras dejar apenas unos segundos de silencio en los que permitió que la brisa meciera los pocos mechons de su cabello que se hallaban sueltos y la falda de su largo vestido, revelando así casi por entera su pierna derecha y parte de la izquierda, aunque el muslo continuara cubierto en ambas extremidades.

El viento era suave, pero frío debido a la proximidad del mar y, aunque aquello no la molestaba, las largas mangas de su vestido lobraban cubrir incluso casi toda su mano en ambos brazos, dejando solo a la vista dos falanges de sus dedos, como mucho.

- Si no es imprudencia... ¿Puedo preguntar que hace un noble caballero por estos lares ta poco deseables? -cuestionó curiosa y con cierto tono divertido y juguetón aunque hablando de forma cordial y educada.

- El ser o no un noble depende siempre de quien os conceda dicho título pues no hace falta ser de familia acomodada para mostrar ciertas cualidades que muchos de dicha rama no poseen -comentó con cierto tono místico y enigmático, como si estuviera hablando en forma de adivinanza.

- Ruby Nightmare es el nombre por el que se me conoce pero os aseguro que no es el único -dijo presentándose con el nombre que había decidido utilizar desde hacía ya varios siglos.

A parte de las ventajas que un nombre falso podía darle siempre venía bien ocultar una verdadera identidad, al menos siempre y cuando no se desease que esta fuera descubierta o recordada.

- Así pues si no es molestia me gustaría complacer mi curiosidad y conocer vuestro nombre -murmuró dejando que sus palabras fueran llevadas por la brisa que mecía sus cabellos y vestimenta al igual que la contraria, brisa que provenía del mar y, por tanto, ahcia que el vampiro tuviera el viento en contra, lo suficiente como para notar el suave aroma a rosas y jazmín que desprendía cada poro de piel de la mujer de orbes escarlata.

Una expresión de satisfacción tiñó el rostro de la mestiza, quien se había dejado embriagar unos breves segundos por la voz del moreno y por el nombre de este, que se le hacía altamente familiar no por haber tenido contacto con él, sino por conocerlo a través de sus muchos "episodios de sangre".

- El placer es mío Vladimir, pues jamás pensé encontrarme en esta noche de Luna creciente a una celebridad entre los vuestros -dijo dando a entender de forma bastante sutil que conocía las historias contadas de aquel ser sanguinario y despadado.

Historias que ni por casualidad habrían pasado desapercibidas para la vampiresa, cuyo trabajo constaba en gran parte del uso de la información y, según sus creencias, todo dato podía ser útil si sabía como utilizarse.

- Debo decir también que me complace mucho conoceros en persona. Puede que los humanos os techen de mosntruo, pero a ojos de muchos otros podéis ser considerado todo lo contrario -siguió diciendo con igual tono de voz que había utilizado antes.

No le era para nada desagradable la presencia del vampiro, pues en verdad le ahbía sido toda una sorpresa conocer personalmente a aquel a quien llamaban "Vlad el Empalador" o, por lo menos, eso se rumoreaba.

- Quizá deba agradecer a la marea que halla traído hasta aquí a aquel ser de leyenda al igual que ha hecho con sus historias...

- Apenas he dicho aquello que sé que es cierto -fueron las palabras de la mujer ante el primer comentario del vampiro que, obviamente, parecía hacerse el modesto o serlo en verdad.

Las historias de Vlad eran como los cuentos para niños del mucnod demoníaco pues, a pesar de ser un vampiro, el haber sobrevivido a todo lo que e comentaba ya lo hacía digno del respeto de algunos demonios aunque en verdad la joven había escuchado de él por boca de los humanos en rumores traídos por los marineros y demás gentes que lograban llegar a la capital o sus alrrededores. Su atención volvió a ser captada por el matusalén de clara tez que, ahora, le tendía la mano proponiéndole una verdadera cacería a modo de espectáculo o simple necesidad de alimento. Ambas le eran opciones deliciosas, literalmente.

- Es una oferta tentadora sin duda -respondió degustando cada palabra, saboreándola con cuidado como si de un dulce se tratase.

Alzó levemente su mano para tomar la de Vladimir tras haber dejado que sus ojos se prendaran en los zafiros opacos que copnstituían los contrarios. Aquella mirada fría, penetrante pero altamente seductora era una clara muestra de la raza sobrenatural que poseía, pero a su vez le hacía mucho más interesante para la peliblanca.

- Pero debo advertiros que no todos los humanos carecen de mi "protección" -susurró a sabiendas que no le era necesario alzar la voz para ser escuchada al tiempo que daba cierto toque sarcástico a su última palabra.

No era por cariño hacia los mortales o algo semejante, simplemente el contrato con Su Majestad, la reina de Inglaterra, le obligaba a no matar deliberadamente aunque puede que aquella norma no incluyera a aquellos que tan solo eran un peligro para sus semejantes como serían asesinos de poca monta que allí abundaban.

- Ciertamente, algunos no merecen siquiera la muerte -fue toda respuesta de la mestiza ante aquellas palabras después de que su sonrisa se ampliara levemente ante el caballeroso gesto del beso en el dorso de su mano diestra.

Apenas fue sorprendida al ser tomada como si un beile fuese a comenzar y ciertamente, tan solo parecía faltar la música y un lugar llano en donde poder danzar como lo hacían los nobles en aquella época. Pudo sentir el tacto del guante blanco y, por consiguiente, la mano del vampiro sobre su cintura aún a pesar de la fina tela que era su vestido. Se dejó inclinar sin perder ni un solo momento el equilibrio, aunque fuera apenas sobre sus puntillas. Su flequillo se había apartado levemente de su rostro por la acción de la gravedad, dejando sus orbes y cara mucho más despejada. No tardó mucho en ser nuevamente incorporada y no hizo fuerza alguna, su liviano peso habría sido fácilmente captado por el matusalén y quien no debió hacer apenas esfuerzo para levantarla, manejándola cual pluma al esta dejarse llevar por los gestos contrarios.

- Es mucho más melodioso sus gritos de odio y temor que aquellos que dan por la simple sorpresa -comentó con una sutil sonrisa, siempre calmada como si nada de aquello le pareciera inusual pues, en verdad, no lo era en absoluto.

- Y os aseguro que serán las sombras quienes se lleven la mejor parte -terminó de decir casi con cierta gracia pues no pensaba quedarse de espectadora, no por mucho tiempo al menos.

Ciertemente me agradais mi lady- Dije con mi voz suave con un tono un tanto seductor, la niebla empezo a disiparse, pues el viento regreso, mi frenesi empezaba a descontrolarse, mis ojos sufrieron una transformacion pues se tornaron de un siniestro y espeluznate color rojo, entonces mire hacia la luna, con una maquiavelica sonrisa.

Spoiler:

Entonces chasquee mis dedos y aparecio Belmont tras de mi con un humano, este intento escabullirse, pero mi mascota lo tenia bien agarrado, pero el joven e inexperto vampiro ( Belmont ) volvio su mirada hacia la joven, en un instante iba a atacarla pero se detuvo al ver mi rostro, con aquella sonrisa que hacia siglos no aparecia en mi rostro, Belmont asustado dejo al humano en el techo y rapidamente se marcho, sabia que no era buena idea quedarse alli y antes de volver mi mirada hacia el humano le dije algo a la mestiza.

Mi lady os mostrare el verdadero significado de mis apodos mi lady- Dije como invitacion al festin antes de volver mi mirada hacia el hombre cuyo camino quedo cortado pues el techo era alto y saltar era un suicidio para un humano.

Spoiler:

Volvi mi fria mirada hacia el humano que asustado no pudo evitar orinarse encima yo lo mire fijamente con una malevolva sonrisa, de pronto me lance sobre el con mis fauces abiertas soltando algo parecido a un rugido, entonces un di mis colmillos en su cuello y este callo al suelo gritando y suplicando de dolor, y yo disfrutando su sufrimiento hasta acallar su estruendosa voz dejandolo sin sangre.

Al levantarme mi rostro estaba ensangrentado pues su cuello parecia una fuente que emanaba sangre pues en cuanto undi mis colmillos la sangre de su cuerpo salio como si de una verdadera fuente se tratara, alce mi vista y sonreia mientras sentia como la sangre de aquel hombre habia empapado todo mi rostro.

[off Las img son solo orientativas ^^]

- Muchos no han tenido el gusto de decir lo mismo por mucho tiempo -comentó la mujer de joven apariencia dejando escapar una breve risa apenas audible.

Sus orbes voltearon al joven vampiro de unos cinco años o menos cuando fue mordido si la vista de la peliblanca no le fallaba. Apenas reparó en el humano que traía, un pobre ladronzuelo que, seguramente, había matado más de una vez a sus "compañeros" de oficio para quedarse con un mayor botín.

- "Ya no queda honor entre ladrones..." -pensó divertida al ser ella alguien a quien le agradaba "tomar prestados" ciertos objetos de valor solo para que la gente a quien robaba supiera que sus medidas de seguridad eran deficientes.

Le agradaban los retos y vérselas con ciertos obstáculos era una tentación para ella. Tentación que podría equipararse a la de probar sangre por el mero placer de hacerlo aunque desde que fue invocada por la reina no había tenido ocasión de hacerlo más que por necesidad, y dicho caso aún no se había dado. Sus ojos escarlata brillaron al contemplar el vitae carmesí que salía de la arganta del ladrón. Era casi molesto ver como toda aquella sangre se desperdiciaba pero, para sus ojos, podía llegar a ser incluso algo tenebrosamente bello. Su garganta pareció secarse y sus colmillos se alargaron apenas unos milímetros bastante notorios, haciéndolos sobresalir levemente de sus labios al estar estos entreabiertos cuando exhaló un suspiro. Su ser vampírico clamaba por probar aquel manjar, pero, debido a su usto por los retos, no era de extrañar que la demonio se contuviera y pusiera a prueba su autocontrol cada vez que tenía ocasión de hacerlo.

- Si ha sido un delicioso espctáculo... -susurró volteando su vista a la sangre que ahora se hallaba en el rostro contrario, clavando así sus rubíes en ella y manteniendo su atención tan solo centrada en dicho elixir.

Una breve expresión coqueta y juguetona apareció en su rostro cuando sintió aquel delicioso manjar posarse en sus labios, ofrecido por uno solo de los dedos del vampiro, dedo que no tardó en ser besado y sutilmente lamido por Ruby. Sus ojos parecieron brillar al poder esta saborear la sangre que le era sensualmente otorgada aunque, como era de esperar, mantuvo la compostura sin dificultad alguna.

- Calmáos Vladimir. No todas las acciones requieren una disculpa -susurró relamiendo su labio inferior aún con el sabor del vitae sobre él.

Tras esas palabras su mirada volvió al joven vampiro que poseía escasa inteligencia y nulos modales a la hora de comer pero eso era lo que le hacía divertido a la vista de la demonio. Al parecer sería aquel infante quien se encargaría de limpiar los rastros del moreno y estuvo tendada de aceptar aquella oferta. Aunque pensándolo bien poco había que le hiciera negarlo.

- Gustosa acepto pero disfruto más de la cacería y me agrada ser yo quien elija la presa a perseguir -informó posando su brazo derecho sobre su vientre, posando así su mano en el costado contrario mientras su zurda se elevaba a sus labios, acariciando el inferior con sus dedos índice y corazón.

- Así lo haré -contestó sin borrar su sonrisa ni un solo segundo.

Era incapaz de no sentir diversión por lo que ocurría y ni siquiera las palabras de "preocupación" de los humanos de abajo pudieron hacer que cambiase de opinión. COnocía bien la capacidad de algunos vampiros de transformar a todo ser mordido por ellos en un zombi o, como solían llamarlos los humanos, un no-muerto o ghoul, como ella prefería nombrarlos. No le interesaba mucho dicho ladrón ya muerto por mucho que estuviera o no siendo manejado cual marioneta. Ignorando al sujeto y, en parte, a Vladimir y su mascota, la mujer saltó de aquel tejado, aterrizando sin un solo ruido tras los hombres que buscaban sin hallar respuesta alguna más que el silencio. Apenas un suave taconeo proveniente del talón derecho de la vampiresa alertó a los humanos, haciéndoles voltear y cambiar por completo sus miradas preocupadas por unas lascivas y ciertamente burlescas. Era más que evidente lo que pasaba por las mentes de los ladrones al ver a una joven de apariencia débil y cuyas pupilas afiladas no eran visibles por la oscuridad así como el color rojo de sus iris y el blanco de sus cabellos. Colores que alertarían, aunque fuera sutilmente, a cualquiera que los vislumbrase. Los ladrones la rodearon con cierta lentitud, como si esperasen pasar desapercividos para sorprenderla y atacarla así por la espalda, pero no funcionaría. Puede ser que lo intentaran pues ellos tan solo veían frente a sí a alguien con quien jugar mientras que Ruby veía no a unos hombres, sino a simple carnaza que dudaba pudiera satisfacerle.

Tal y como había pensado el vampiro a la mestiza no le habái gustado que interfiriera, aún así si que había disfrutado al ver el orgullo de uno de aquellos hombres quebrado junto con su brazo.

- Os recomiendo apartaros para observar mejor -fueron las palabras de la peliblanca, quien volvió a atraer la atención de los pobres que allí se hallaban.

Por mero instinto de supervivencia dos de ellos se abalanzaron contra Ruby al igual que había hecho su desangrado compañero con el moreno. Sin embargo, lo único que lograron fue chocarse el uno con el otro antes de sentir el nímio peso de la mujer sobre sus hombros. Un simple salto era lo que había efectuado para esquivar aquel golpe y, al descender, se había posado cual gato sobre ellos. Un par de insultos salieron de las bocas de los ladrones antes de que estos no pudieran volver a reaccionar, siendo estas las últimas palabras que pronunciaban. De forma rápida y silenciosa la vampiresa había hecho crecer las uñas de una de sus manos, apenas unos dos centímetros de largaria poseían dichas extensiones y por las que ahora descendía el líquido carmesí. Descendió de hombros de los hombres con un sutil movimiento y, al caminar escasos tres pasos las gargantas de ambos habían sido cortadas como si una gillotina les hubiera firmado sentencia, aunque por gusto de la joven sus cabezas seguían pegadas a su cuello. No le interesaban los cadáveres que, posteriormente, ya se tomaría la libertad de hacer desaparecer. Con un gesto instintivo y algo provocador llevó su mano a sus labios, lamiendo la sangre que aún descendía por sus garras mientras los pocos ladrones que quedaban intentaban hacer que sus piernas paralizadas reaccionasen.

Su mirada volteó a los pocos hombres que quedaban en el lugar y, a paso lento, se acercó a ellos. Estos apenas podían reaccionar pues, como era de esperar, al no poder ver el momento en que la mujer cortó las gargantas de sus compañeros fue lo que disparó su pánico y congeló sus cuerpos. Su último movimiento en contra de ellos fue una simple patada de su pierna derecha dirigida directamente al estómago de uno de ellos. Más bien, del único que aún restaba con la suficiente temeridad como para intentar dañarla. Cuando este cayó al suelo con su estómago hecho pedazos Ruby tan solo se giró, dando la espalda a los demás para observarles de reojo.

- No mancharé mis manos con vuestra sangre, no merece la pena... -comentó en un susurro antes de sacudir su mano manchada, salpicando así el piso con el vitae que la cubría.

No lo hacía por compasión, sino porque le era muy aburrido matar a quien no se defendía y el elixir probado de los dos hombres que había matado podría perfectamente haberle quitado las ganas de probar al resto, pues era de seguro que su sangre sería igual de basta y sin sabor.

- Vladimir, yo de vos no desperdiciaría tiempo -le dijo sutil, dándole a entender que podía hacer cuanto quisiera con ellos aunque en verdad podría estar incumpliendo parte de su contrato.

No podía matar deliberadamente sin una razón y aquellos dos hombres muertos y el golpeado, pero vivo habían amenazado, si puede considerarse así, su integridad física, por lo que era en defensa propia. Aún así, prefería no arriesgarse a tener luego algunos rumores vagando por el puerto. Rumores de los que tendría que encargarse por orden de la reina si esta se lo pedía.

No supo muy bien porqué, pero aquella escena del ghoul asesinando a sus compañeros le produjo una extraña sensación en su interior. Quizá por la traición de su propia hermana, pero descartó dicho pensamiento rápidamente al igual que hizo con aquella sensación. Había sido incómodo y molesto durante los segundos que la invadió, haciendo que mostrara en su rostro una expresión seria y melancólica. Sin embargo, gracias a las siguientes palabras de Vladimir, su mente volvió a la tierra donde se encontraba en realidad.

- Como gustes... Solo espero que tu pequeño no deje rastro -comentó con voz tranquila pues no tenía motivo alguno para alarmarse.