Llegada a Londres

Una última y breve mirada fue dirijida por la vampiresa hacia los hombres, ya muertos y siendo lentamente devorados por aquella pequeña figura de apenas tres o cuatro cabezas de altura.

- Si... -fue toda respuesta que adquirió Vladimir cuando la mujer volteó de nuevo y emprendió camino entre las oscuras calles sin volver neuvamente la vista atrás.

No se percató de que él se había enterado de aquella sensación de preocupación y, pues to que la dejó pasar, no le puso mayor interés. A pesar de llevar tacones sus pasos no hacían el más mínimo ruido al posarse suavemente en el suelo, dando la sensación de que la mestiza flotaba en el aire en lugar de caminar sobre la misma acera de piedra que Vladimir.

- ¿Os asusta un poco de lluvia? -preguntó sin llegar a sonar burlesca, solo divertida por la pequeña reacción del vampiro.

A ella le daba igual mojarse, es más, le agradaba sentir la lluvia sobre su piel y el frío que solía acompañar a dicho fenómeno natural. Lo único que no le gustaba era que, en la mayoría de ocasiones, la Luna quedaba oculta por las nubes, como en esa noche.

Sus ojos se hallaban fijos en Vladimir, mirándole de reojo al voltear un poco su rostro hacia donde él se encontraba.

- Así sea~ -canturreó con voz melodiosa y un cierto toque infantil justo antes de que la lluvia descargara sobre ellos, como si hubiese obedecido una silenciosa orden de la demonio.

El agua caía con fuerza, aunque no la suficiente como para incomodarla y sí la bastante para que ella disfrutase. A pesar de la prenda que la cubría podía sentir como cada gota de agua traspasaba el vestido, mojado su piel como si de miles de pequeñas caricias se tratasen. Provocándole, así, una deliciosa sensación que siempre la agradaba y tranquilizaba.

Sus hebras de plata seguían sujetas por aquellos ganchillos y Ruby no tenía intención alguna de quitárselos, por el momento al menos.

- Quién sabe... Muchas cosas atormentan a los mortales y otras muchas a los que no lo son. ¿Por qué vuestra curiosidad os impulsa a preguntar? -cuestionó sutil, sin responder a la ncógnita del vampiro mientras se mantenía con la mirada alzada hacia el cielo y sus párpados cerrados protegían sus ojos del agua que caía, desviándola y haciéndola resbalar por sus mejillas cual lágrimas dulces.

- Todo ser vivo es diferente. Incluso aquellos objetos inanimados. Nunca hay dos cosas idénticas y nunca las habrá. Por mucho que dos gemelos se parezcan o por muy similares que sean dos esculturas siempre habrá algo, por ínfimo que sea, dicha diferencia y en cuanto a nuestro encuentro... Puede ser tomado por casualidad, azar o el simple y caprichoso proceder del destino -fueron sus palabras, que más que recién dichas, parecían estar siendo leídas o redactadas por un filósofo pues no era de extrañar el tono tranquilo y calmado pero firme que la mestiza ponía a cada letra y sonido.

- Cierto, y la inteligencia nos ha sido otorgada para dudar de todo -comentó volteandoa mirar nuevamente al vampiro.

Pudo ver en sus ojos, sin necesidad de ver el restro de su expresión, una gran tristeza que, según sospechaba, era producida por un fantasma del pasado.

- Sin embargo... Hay veces que es mejor no saber -murmuró sonriendo tristemente, pero con serenidad.

La diablesa no estaba exenta de sentimientos, pero la mayoría de ellos se mantenían siempre ocultos tras una máscara que ya había pasado a formar parte de ella.

- Eso no es siempre bueno -contestó cerrando nuevamente su orbes.

Su rostro volteó hacia el cielo al sentir como la Luna lograba evadir las nubes, acariciando así su piel. Daba igual cuan mínimo o breve fuese, su sangre vampírica se calmaba o alteraba al roce de aquella luz blanquecina que brillaba en la oscuridad, alavada con la lluvia.

Sin darle mucha importancia a la ávida mirada que el moreno tenía sobre ella la mestiza alzó sus manos con las palmas hacia arriba sin separarlas mucho de su cuerpo. Más bien tenía sus antebrazos casi pegados a su pecho mientras sus manos se abrian, recibiendo entre sus palmas y dedos las gotas de agua que caían sobre ellas.

Un breve instante. En un imperceptible segundo todas las gotas de lluvia parecieron detenerse en el aire, creando algunas figuras y sombras sobre todo objeto que allí se encotnrase, incluído el aire. Aún así, y debido a su corta duración cualquiera podría haberlo tomado por una mera ilusión o espejismo provocado por la niebla.

- Deberíamos seguir. Londres no se vé en una sola noche -aconsejó al vampiro mirándole de reojo dispuesta a seguir su recorrido a pesar de la lluvia aún latente aunque menguante.

En aquella región el tiempo podía llegar a ser bastante inestable, pero eso a ella no le importaba ni incomodaba en absoluto. Es más, lo disfrutaba bastante.